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¿Y la unión militar?

No hay mayor amenaza para la seguridad nacional que un endeudamiento excesivo. Nada ata las manos de forma más firme ante los peligros potenciales que una economía hipotecada y dependiente de decisiones ajenas. El almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor de Estados Unidos desde 2007 hasta 2011, es quien mejor ha definido esta amenaza económica sobre la seguridad de su país, en una aproximación a los conceptos militares desde la economía que ahora mismo es especialmente pertinente.

En el caso estadounidense, la amenaza de la deuda incide fundamentalmente en la capacidad de liderazgo global, y probablemente bastante menos en la seguridad y defensa del propio territorio. Incide directamente en los socios europeos, que tenemos subarrendada nuestra seguridad a Washington a través de la OTAN y somos cada vez menos objeto de atención en favor de los países asiáticos. Recordemos la bronca de despedida atlántica del secretario de Defensa Robert Gates, cuando afeó a los europeos su escaso compromiso presupuestario en su propia defensa. Si EE UU gasta menos en Europa, también los europeos gastamos menos en nuestra propia seguridad; lo que gastamos lo hacemos mal, con muy escasa coordinación y excesos de redundancias, y estamos ahora sometidos a la presión renovada de la actual crisis de endeudamiento.

Estamos viendo que el euro es un ingenio defectuoso, pero la seguridad europea es una idea todavía más volátil porque los ya de por sí menguantes presupuestos de defensa de los 27 países miembros no suman, sino que restan. Con una Alianza Atlántica dubitativa, si no declinante, y una Unión Europea que no ha dado todavía el primer paso, los socios siguen pensando en su seguridad nacional sin darse cuenta de que un día pueden enfrentarse a una amenaza equivalente a la que pesa ahora sobre el euro, abordable solo desde una defensa europea ahora ni siquiera imaginada.

La gravedad del caso es que los recortes militares que improvisan todos los países, España entre ellos, atienden cada vez menos a los conceptos europeístas justo cuando la unión fiscal y bancaria se impone para salir del pozo. Si salvamos el euro y si aprendemos la lección, que ya es decir, vendrá primero la unión política y luego la unión militar.

Comentarios

Dijo el célebre filósofo griego Heráclito... siempre hay un siguiente, nada permanece. Y siglos después precisó poéticamente el pensador hindú Khrisnamurti... el río de la vida, el eterno fluir de los seres y las cosas. Tal es la historia del homo sapien: piedras, lanzas, puñales, balas, bombas, misiles y un etcetera interminable de genocidios, torturas, sesinatos y masacres, en una sucesión de imperios políticos y económicos. Y todo ello,en razón de qué. La respuesta es sencilla... la sed insaciable de sexo, riqueza y poder, de una minoría de psicópatas disfrazados de buenos e iluminados. Creo que la vida de los animales es menos complicada. Para evitar los pensamientos negativos es mejor pensar en la belleza de la Naturaleza... nubes, pájaros, mares, olas, peces, bosques, flores, valles, y sobretodo... música, poesía y baile.
Muy buena idea. Esperemos que la unión militar la organice Alemania y no Grecia.
fernando, la última vez que Alemania quiso hacer una unión militar en los años 40, casi no vivimos para contarlo. Mejor que no.
Parece que la historia se invierte. Los países reducen sus gastos militares cuando las cosas se ponen crudas. Yo creo que antes los países se armaban hasta los dientes cuanto peor le iban las cosas. Por la pobreza llegará la paz. Ya lo dudo. Veremos en qué momento feo se vuelve a invertir la historia. Todo depende de cuánto tardemos en desconfiar de todo y no tanto de que desconfíen de nosotros. Creo que estamos en lo segundo más que en lo primero.
Unión militar, ¿para qué? ¿cómo? Durante décadas hubo un enemigo común, pero una vez desaparecido cada uno, pese a lo escrito en los papeles, vuelve a velar y batallar por sus propios intereses: Balcanes, Irak, Afganistán, Libia, Sahel, Somalia, etc. Fue bonito, meritorio y hasta útil mientras duró, pero eso se terminó. Puede haber alianzas estratégicas puntuales (Reino Unido-Francia, Francia-Alemania) para sus "task force" particulares, y esas alianzas van a ir a más, pero no un conglomerado de intereses imposible de conjuntar. ¿Nos importan acaso aquí conflictos pesqueros Noruega-Rusia? ¿Fricciones Ucrania-Rusia? ¿Ceuta y Melilla significan algo para un holandés? ¿Qué significan defensa, seguridad, para cada ciudadano europeo? ¿Cómo vertebrar eso si la propia economía no lo está, y va camino de disgregarse?
"El Tijeretazo-ley"Y tras el rescate perfecto, nada de calma. Firmado el decretazo que nos deja sin respiración, la prima de riesgo supera ya los seiscientos y no hay visos de que amaine. Los mercados siguen, erre que erre, atacando a la marca España para hacer caja. Desde el Gobierno de Rajoy exigen al Banco Central Europeo que frene a los especuladores de una santa vez y restañe la sangría española. Da la sensación de que el Gobierno desea sentar el principio de que estos ataques desaforados no guardan relación con su real tijeretazo-ley. Y me pregunto: ¿qué habrían dicho Rajoy, la vicepresidenta o cualquiera de sus ministros si, tras su operación de reducción de salarios de los funcionarios y el aumento de los impuestos indirectos, la prima de riesgo se hubiera relajado de manera ostensible? Pues habrían afirmado con mucho bombo que tal reacción constituía el síntoma más evidente del acierto de sus medidas, ¿o no? Como ha sido justo al revés y la lógica llevaría a la afirmación contraria, Rajoy y sus chicos han decidido pasar la pelota al BCE. Y no quiero decir con ello que el regulador europeo quede libre de toda culpa en nuestro desangramiento, pero no me cabe duda de que en el otro caso, el de que la prima se amansara justo después de la adopción del decretazo-ley del viernes 20, parece una película de terror, este gobierno se habría apropiado de la pelota sin pasársela a nadie. Que gusta compartir los castigos pero no los goles. Y aunque es posible que ambas realidades, recortes y ataques especulativos, vayan por caminos paralelos, no lo sé, sí recuerdo afirmaciones aún más estrambóticas sobre nuestra difícil situación que mezclaban churras con merinas sin pudor alguno. Como cuando anunciaban desde la oposición quienes hoy nos gobiernan que todos nuestros problemas se reducían a un nombre propio, o que tan pronto comenzaran a dirigir ellos el país el agua volvería a su cauce. Lo cierto es que el agua vuelve, sí, pero a nuestro cuello, y nadie parece querer asumir su parte en el ahogo.
Perdón, el decreto-ley, o el decreto-padre, como quieran, fue validado el jueves 19. Cambio del título de la película, pues.
La Unión hace la fuerza, pero solo cuando hay dinero. Sin dinero ni hay unión ni fuerza ni nada. Ahora los países miembros están preocupados por intentar salvar los muebles. Otra cosa será cuando vengan de fuera a quitárnoslos, si es que no lo están haciendo ya, pero por la puerta de atrás. Ahora mismo pensamos en apagar el fuego interno que nos come por delante y eso nos obliga a reducir en gastos de extinción de fuegos enemigos externos, que es para lo que están pensados los ejércitos democráticos, aunque no me extrañaría que los gobiernos democráticos acaben tirando de los militares para reprimir las protestas, sobre todo si los que protestan empiezan a ser los policías, como ya sucede. Y lo del desarme será hasta que el panorama del euro se despeje, momento en que nos volveremos a armar hasta los dientes para proteger el patrimonio recuperado, si es que queda algo tras el fuego casero, que puede que no, en cuyo caso ya de nada servirá armarse cuando la casa haya sido desvalijada y sus moradores desterrados a tierras con más futuro. Bueno, enter, y adiós, si no son la misma cosa. Es pulsar enter y despedirte de todo.
Te equivocas Ciro. Los rojos bolcheviques no tenían una puta perra, y derrotaron a los rusos blancos, que eran financiados desde fuera. La cuestión es: tiene la gente un objetivo común, alguna idea, capacidad para organizarse más allá de ciertos intereses... NO. Ya no. El tema es que el carecer de grandes acuerdos sociales implícitos, de ideas que justifiquen una forma de vivir, sencillamente te deja sin fuerza social. Es como comenzar un proyecto sin ideas, sin saber lo que se quiere, exactamente, como y porqué y para qué. Eso, eso es lo que destruye a una sociedad, el no tener ciertos acuerdos básicos, ideas fundamentales que justifiquen la tremenda maquinaria viva que es vivir en sociedad. Es fácil disgregarla, dividirla, atontarla, volverla apolítica, neutra, consumidora pasiva de ocio y bienes, sin interés por la educación. Sólo hace falta tiempo, y connivencia con el poder de facto. El caso, es que, como posiblemente aprenderemos más tarde (demasiado tarde) que, nada que valiese la pena se consiguió fácilmente, ni se mantuvo sin esfuerzo. Y lo vamos a aprender de forma dura. Va a costar mucho sacar de ahí a una clase política encastillada con uñas y dientes.A mí me da verguenza mirar a la cara a alguno de nuestros mayores que sí lucharon en el 36 o durante la dictadura. Algunos tragaron con la Transición, porque no querían volver a ver sangre. Y ya ven. La España del estraperlo, la españa de la burocracia obsoleta (habían más funcionarios con franco que en la IIº republica). Se suponía que teníamos que haber sido exigentes, más exigentes... los hijos y los nietos. Pero pensamos que era demasiado bonito, que no había que romper platos. Y ahora, ahora que se decide sin consultar (por dios, en Holanda se hace referendum para votar sobre NUESTRO rescate). El futbol saca a más gente a la calle que cualquier necesidad nuestra. No somos animales políticos como los franceses, ni pragmáticos organizadores como los alemanes, ni tampoco nos parecemos a los ingleses en su praxis política. La gente en eso países tiene consensos muy grandes sobre cosas específicas y claras, aunque luego políticamente sean muy diversos. Tienen muy claro que el Estado, sin sus ciudadanos, no es más que una estructura vacía. Nosotros, pues, pensamos que el Estado no es más que una gran Bota que nos pisotea, así que como es natural, no nos involucramos en vigilar que funcione bien, y menos aún exigirle que así lo haga. En cualquier caso, Europa va por un camino más propio de mandarines chinos que por la vía cimentada en las consultas populares de los países norteños y anglosajones. Eso, es peligroso. El ideal europeo para mí solo tiene sentido si el ciudadano puede VOTAR a quien dirige (Van rompuy no es elegido por sufragio universal). Es decir, elegir. la UE es sólo una unión económica muy extraña, casi esquizofrénica. Se entiende su ideario pero no su praxis. Yo desde luego, no voy a apoyar un ejército europeo hasta que exista un presidente europeo al que YO pueda votar. y es que es lógico. No hay unidad diplomática en muchos asuntos que conciernen a europa. Como mucho, la postura económica con China. Los negocios son los negocios... hasta que pica en casa.
Lambda, lo que dices es verdad, pero pienso que la crisis puede que esté consiguiendo esa unidad que echas de menos, siquiera unidad de defensa sentida en la calle ante la intromisión ajena en las cuentas propias. Es cierto también que en este país no abundan los consensos, ni siquiera en cuestiones que deberían estar ya superadas. De muestra, un botón: el aborto. Solo el fútbol parece concitar la unidad nacional, y lo hacía ganara o perdiera, lo que tiene mérito. Ya quisiéramos en otras lides. Y pienso que, o cambiamos y salimos unidos o seguimos igual y caemos todos al hoyo. La realidad, Lambda, es que estamos jodidos, muy jodidos, y aquí enlazo con la idea que trajinaba antes de leer tu nota. Lo percibo en la calle. La gente está preocupada, muy preocupada, y aunque nos preguntamos en singular, 'y a ti qué tal te va', cada vez me doy más cuenta de que de nada sirve que a mí me vaya bien, que a ti te vaya bien, que a unos pocos nos vaya bien; o nos va medianamente bien a todos, o pereceremos todos a la larga. De poco sirve que yo, por ahora, mantenga mi trabajo si el resto naufraga. Y con los países, pienso, ocurre lo mismo. Ay, si algunos pudieran desligarse sin más que cortar la cuerda, qué pocas discusiones habría. Pero en el fondo saben, o debieran saber, que no pueden irse solos sin más. Como cuando te toca lidiar con un familiar molesto, o se le reconduce y alivia o sufrirás su agonía. En el fondo, somos buenos por ser buenos con nosotros mismos. Volviendo al barco nacional, en esta dura travesía llega un momento en que la nave se va quedando sin tripulantes y no puedes navegar solo, por muy buen tiempo que haga. Tenemos sol pero nos falta viento y fuerza para aprovecharlo. Y a estas alturas del naufragio, una cosa tengo clara, pese a la presunta disgregación en puntos esenciales que criticamos: confío más en los robinsones con flotador para salir de ésta que en los capitanes entorchados del puente de mando. La solución vendrá de abajo, no de arriba, me parece. Es más, no sé si esa falta de unidad en acuerdos básicos, esa disgregación que plantea Lambda, si esa falta de unidad no se da más entre los políticos con coche que entre los ciudadanos a pata. En fin, si no es la clase política la que fuerza el enlace de la calle con sus dogmas más que intentar el ajuste contrario. Ojo, que esta desconfianza es en la clase política, no en la política como método de resolución de nuestros conflictos. Nadie desea salvadores de uniforme que todo lo uniforman. Hay uniformidades que matan. La política es muy útil como bonito es el fútbol, salvo cuando lo practican unos marrulleros. España está al borde del abismo, no se cansan de repetirnos. Más bien la han puesto al borde del abismo quienes debieron vigilar para evitarlo y que ahora se echan los trastos a la cabeza. Ahí tenemos las comparecencias hoy de los responsables del Banco de España y de las recientes declaraciones de los recién llegados, por no hablar de Pujalte. Unos y otros se culpan. Primero recibimos empujones desde dentro y ahora los empujones nos los dan desde fuera. No acabamos de acostumbrarnos a las zancadillas de los de casa que ahora empiezan a darnos palos los visitantes de negro. Y no hay un árbitro que pite falta.
El árbitro, Ciro, debería ser la gente. Pero como ya dije en mi comentario anterior, para presionar hace falta un acuerdo muy extenso en la población para esas cosas tan básicas. O en España nos damos cuenta de eso YA o poquito va a quedar de nuestra autonomía propia para actuar sobre lo que de verdad nos afecta. Si España hubiese vivido las tremendas guerras de religión que tuvo Europa, es probable que ese cainismo fuese atemperado por una disposición activa por la convivencia y la responsabilidad común, y mucho más "seny". Hay mucho de "acto de fe" en la adscripcion política actual, y por otro lado cierto cinismo hipócrita. Un poco como aquel "no te signifiques" franquista. En parte, opino que el deseo de regeneracionismo politico está sepultado por el temor a la pérdida de estabilidad política. Yo lo entiendo, es un recuerdo generacional que ha perdurado. Lo sabemos en los libros de historia de nuestro XIX y el XX, la vida accidentada de las primeras repúblicas, y su falta de deseo en consensuar la vida política. ¿Cuáles son los grandes acuerdos populares de hoy en la España actual? Quizá el deseo de una estabilidad política tranquila (esto nos viene de 40 años de franquismo), es decir "normalizada"... Luego, hay servicios básicos que por su éxito (Sanidad, por ejemplo) mucha gente a ambos lados del arco ideológico no renunciarían. Como puedes ver, poco, poquísimo de esos de deseos es visible hoy. Es mucho más fuerte el ruido de digamos, las apetencias y deseos de los nacionalismos particulares. O el enfrentamiento artificioso de la clase política, la llamada "tensión política" :P . Voy a ser claro: En Alemania, (yo he estado ahí) muchos se consideran más berlineses, o bávaros, o cualesquiera sea su land de origen, pero a la hora de la verdad, reconocen que cuando van fuera, prefieren referirse a sí mismos como alemanes. Aman sus dialectos (alguno casi irreconocible), pero tienen en alta consideración el Hosch Deustch, y no lo ven como una imposición. Es sencillamente, cuestión de una mentalidad de la población, muy acostumbrada a hacer piña sobre su historia, aunque se avergüencen de sus peores aspectos. Es una tendencia común a intentar ser honestos y exigentes para arreglar los problemas comunes rápidamente, algo bastante común en los países del Norte. Quizá, el tema es que en España los idiomas son bastante distintos (catalán, vasco, gallego...) y la cuestión de la identidad es mucho más fuerte, y hasta cierto punto, excluyente desde el punto de vista político, cuando a nivel de calle, la gente por necesidad hablará uno u otro idioma según convenga. Los nacionalismos bárbaros y brutales que vimos en aquella destructiva guerra de los Balcanes (los 90) estaban alentados por una clase política e intelectual que usaba recursos retóricos y demagogos, intelectualizantes, que excitó con efectividad rencores larvados, y empujó a la violencia a gente que entonces no le había dado mucha importancia a esos temas... La cuestión es que hasta cierto punto, Yugoslavia en ese momento (estaba superando los destrozos de Tito) era un país relativamente estable y decente para vivir, con una gran tradición cultural, muy variada. Y cayó destrozado como una cabaña de madera en un vendaval. El nacionalismo ha sido, con diferencia, uno de los peores inventos políticos del siglo XIX en Europa. En ese sentido, instintivamente, creo que en España hay cierto consenso derivado por nuestra historia reciente, a rehuir los extremos. Un poco fue eso por lo que tragamos con muchos detalles de la Constitución (irónicamente, una constitución considerada intocable por los mismos grandes partidos que la manosearon hace no mucho). Es más que probable que con una sociedad civil más fuerte y cohesionada, la reforma de la Constitución (un punto vital) y del Estado no sería una entelequia hoy día. Ese, y no otro es el problema actual. La economía se encuentra lastrada por un Estado que hoy día lastra muchisimo al que quiere crear una pequeña empresa ( pagar 3000 euros por iniciar una actividad económica, más la burocracia entre ayuntamientos y Estado... perfecto para desincentivar la iniciativa de muchos). Pero esto sucede porque a la gente NO le importa, no se detiene a mirar realmente las condiciones en que vive.Y si no hace eso, menos aún las transforma. Es pues, un problema de mentalidad y de masa crítica. Y en eso, influye la educación y las expectativas sociales. Por otro lado, considero que la crisis tiene algo bueno: igual sacará a la gente de ese letargo, y quizá aprenda a mirar por encima de los localismos peninsulares, estimulando iniciativas comunes en todo el territorio.. Claro está, también puede ser la mecha que falte para disgregarnos por completo, y se dé un sálvese quien pueda, y tengamos tres Estados más en esa vieja Piel de Toro, mirando a la UE. Sería curioso de ver. En fin, los problemas economicos actuales en España tendrán respuesta política (en el sentido de la mentatidad común que compartimos o no, y el esfuerzo que pongamos en ello) o no la tendrán.

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