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Convivir con los peligros objetivos

El guía de alta montaña Oscar Gogorza reflexiona sobre las dificultades del ascenso a la cumbre del Mont Blanc

Ni los propios guías de alta montaña se ponen de acuerdo a la hora de escoger cuál de las dos rutas normales de acceso al Mont Blanc, por su vertiente francesa, resulta menos peligrosa. Ambos itinerarios, tanto el que parte del refugio de Cósmicos, como el que pasa por el refugio de Goûter, observan peligros objetivos: en este caso, principalmente, caídas de rocas o de masas de hielo y aludes. Anticiparse a éste tipo de peligros no siempre resulta sencillo, realidad con la que conviven los alpinistas.

Muchos consideran una ruleta rusa el hecho de comulgar con el llamado paso de la ‘Bolera’, una travesía que existe antes de encaramarse a la arista que conduce hasta el refugio de Goûter. Dicho paso, a los pies de un corredor, queda expuesta a la caída caprichosa de rocas de todos los tamaños, ‘misiles’ que los alpinistas sortean avisándose unos a otros. A veces, no cae ninguna roca. Otras, es una lluvia constante.

“Yo me niego a pasar por ahí”, confiesa el guía Jonatan Larrañaga, el mismo que ayer escapó del mortífero alud que se produjo tiempo después de su paso. “A mi juicio, la ruta de los ‘Cuatromiles’, que sale de Cósmicos, es más segura, aunque algo más larga”, considera. Con todo, Jonatan siempre suele ser de los más madrugadores: “si puedo salir a las 12 de la noche, mejor. Así me evito los atascos que se dan en la ascensión y viajo mucho más seguro con mis clientes. También bajo antes, con lo que no he de esperar en ningún atasco que se pueda dar”, explica.

Posiblemente, su experiencia le ha salvado hoy de un susto de consecuencias imprevisibles. El alud que se ha llevado a dos personas ha sido provocado por la existencia de una placa de viento cerca del collado del Mont Maudit, según ha confirmado la gendarmería. La acción del viento acumula cantidades de nieve en el lado opuesto de la montaña, es decir a sotavento, creando un manto inestable que puede ceder de forma espontánea o ante una sobrecarga de peso, barriendo lo que queda por debajo de su línea de fractura. Curiosamente, la zona que más temen los guías queda por debajo, en la ascensión al Mont Blanc de Tacul, cuyo itinerario queda muy expuesto ante la rotura de seracs (masas de hielo que generan aludes al desprenderse), hecho que desencadenó la última gran tragedia en el Mont Blanc, el 24 de agosto de 2008, con ocho alpinistas fallecidos.

De momento, se ha confirmado la muerte de nueve alpinistas, mientras que se estima que existen cuatro desaparecidos. Dos equipos de salvamento, uno francés y otro italiano, sondan el terreno en busca de posibles víctimas, empresa dificultada por el hecho de que en verano no es costumbre portar el ARVA (aparato de búsqueda de víctimas de avalancha).

Oscar Gogorza es guía de alta montaña y director de la revista Campobase.

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