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“No podíamos luchar contra los tanques de El Asad con las armas que teníamos”

Comandantes de los sublevados de Siria aseguran que se decantan por la guerra de guerrillas para contrarrestar la abrumadora superioridad militar del régimen

Combatientes del Ejército Sirio Libre, en una casa cerca de Alepo.
Combatientes del Ejército Sirio Libre, en una casa cerca de Alepo.AP

Abu Ali desertó como oficial de inteligencia del Ejército regular del régimen para unirse al Ejercito Libre Sirio (ELS). Ahora es responsable de una brigada desplegada en la ciudad de Homs y en la cercana región de Al Qusair, donde el pasado 1 de junio 15 trabajadores de una fábrica de fertilizantes fueron asesinados a sangre fría por los matones del régimen cuando regresaban a sus casas, según fuentes de la oposición. "Aquí las tropas de El Asad mantienen la misma táctica que en Baba Amr, el barrio de la ciudad de Homs arrasado en febrero: sitiar la zona, disparar desde larga distancia y a continuación entrar para matar a cualquiera que quede en la calle”, dice este combatiente. "Qusair es una ciudad fantasma, nadie se atreve a salir de su casa y aquellos que se atrevan a hacerlo morirán", añade.

Desde que el ELS perdió a numerosos efectivos en la ofensiva de Baba Amr, los mandos decidieron cambiar de táctica y aplicar "una guerra de guerrillas" como fórmula para combatir la abrumadora supremacía militar del régimen. “No podíamos luchar contra los tanques de El Asad con las armas que teníamos. Ahora disponemos de otras mejores, como misiles antitanque o los misiles Grad, con los que esperamos que la ecuación nos sea más favorable”, asegura Abu Yazan al Ayati, un capitán desertor del Ejército sirio, hoy miembro de las brigadas Faruq, unidad de gran influencia dentro del ELS, integrada tanto por desertores como por civiles que han decidido tomar las armas.

Algunas de las brigadas que integran el Ejército Libre Sirio se dedican también al traslado de enfermos hacia las frontera con Líbano o a la distribución de material médico. “Hay escasez de todo, bolsas de sangre para transfusiones, vendas, también ecógrafos”, explica Abu Ali.

Reparto de medicinas que se hace en coordinación con los Comités Locales de algunas ciudades como el de Banyas, cerca de la ciudad mediterránea de Tartus. Allí, Ahmad Musa, uno de sus portavoces, asegura que ayudan en la búsqueda de medicamentos y comida. “A veces también llevamos pan, hay gente que está pasando hambre”, dice este sirio para quien el ELS no es quien más bajas está sufriendo, “son los civiles los que pagan el precio más alto”, explica.

Sin embargo, el Ejército Libre Sirio gana cada vez más adhesiones en el terreno mientras el Consejo Nacional Sirio (CNS), el principal grupo opositor en el exilio, se esfuerza por limar asperezas con el brazo armado de la oposición en el interior del país. “No negaré que hay poca relación con el CNS, pero eso está cambiando desde que establecimos el consejo miliar que recibe órdenes directas de nuestros líderes en Turquía”, dice Abu Yazan al Ayati. La presencia este fin de semana de Omar Edlbi, un miembro del Consejo Nacional Sirio, en la ciudad de Homs pone de manifiesto el acercamiento al que aspira al menos una de las partes, aunque fuentes consultadas aseguran que este intercambio se produce más bien a título individual que de organización.

Miembros del Ejército Sirio Libre han desmentido en las últimas horas que centenares de cristianos hayan tenido que huir de la aldea de Al Qusair después de recibir un ultimátum de parte del general Abdel Salam Harba, líder del ELS en la zona, tal y como informó este fin de semana la agencia oficial de noticias del Vaticano, Fides. “Les dijimos que salieran porque teníamos miedo de que los bombardeos provocaran más muertes de civiles”, explica Harba. Sin embargo, otras fuentes aseguran que el llamado no se hizo desde el Ejército Libre Sirio, sino desde grupos armados independientes “cercanos a la confesión suní más radical”. Otras informan de que los cristianos sí están huyendo a Líbano y se encuentran concentrados en Qaa, una pequeña aldea fronteriza del valle libanés de la Bekaa. Una información que ha sido confirmada por el alcalde de este pequeño enclave, pero imposible de contrastar por fuentes independientes.

De la amalgama étnico religiosa que conforma la oposición siria, mayoritariamente suní, destaca la creciente influencia en los últimos meses del salafismo y los Hermanos Musulmanes, estos últimos más presentes por la financiación que proporcionan a la oposición desde las monarquías del Golfo que por su presencia en el interior del país. “El salafismo no es nuevo en Siria”, dice Ahmad Musa, de los Comités Locales de Banyas. “En el pasado se escondían, pero ahora con la revolución han empezado a explicar al resto las cosas en las que creen”, termina.

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