Una guerra familiar socialista en La Rochelle
La compañera de Hollande apoya al contrincante de Ségolene Royal
Hace tres meses, Valérie Trierweiler, la periodista y compañera sentimental de François Hollande, afirmó en una entrevista: “François tiene toda la confianza en mí, excepto por mis tuits”. Ahora todos saben por qué. Este martes, la primera dama copó la campaña de las elecciones legislativas al apoyar, a través de Twitter, a Olivier Falorni, un candidato disidente del Partido Socialista que se enfrenta a Ségolène Royal, la aspirante oficial del partido y la expareja y madre de los cuatro hijos del presidente francés.
“Ánimo a Olivier Falorni, que no ha desmerecido y se bate al lado de los rocheleses desde hace tantos años con su compromiso desinteresado”. Eso decía el tuit de la discordia, con el que Trierweiler enconó aun más la crispada crisis política que vive el Partido Socialista en La Rochelle, primera circunscripción de Charente-Maritime, ciudad atlántica y emblema socialista por ser la sede de su universidad de verano y del último congreso del partido.
Falorni era el simpático líder de la federación local que pronunciaba el discurso de rigor en la apertura de los cursos estivales. Amigo de Hollande y de Trierweiler, su pareja desde 2007, los periodistas que cubren los veranos de La Rochelle cuentan que tendía a alargar las peroratas más allá de lo sensato, pero fuera de eso nunca dio problemas. Hasta el 10 de diciembre de 2011.
Ese día, la jefa de filas del PS, Martine Aubry, comunicó las listas oficiales para las legislativas, y Ségolène Royal decidió que quería La Rochelle, la ciudad más roja de la región que preside, para regresar por la vía rápida a la Asamblea Nacional y coronarse presidenta del Palacio Bourbon, su última ambición tras ser derrotada en 2007 por Nicolas Sarkozy, separarse ruidosamente de Hollande, poner al día el programa del PS y llegar cuarta en las primarias de 2011.
Nacido en 1972, nieto de un célebre baloncestista local y bisnieto de exiliados antifascistas italianos, Falorni no admitió la imposición de París. Aunque la circunscripción siempre había estado reservada a una mujer, quizá pensó que con su amigo tan cerca del Elíseo podría impedir el diktat de la calle Solferino. Pero no fue así, porque Hollande dio libertad total a Aubry para confeccionar las listas. Y en febrero Falorni fue apartado del PS por “disidencia”.
Su enemistad con Royal no es nueva. El secretario federal y teniente de alcalde ya había chocado con la excompañera de Hollande cuando esta intentó imponer a uno de sus fieles como cabeza de lista en las regionales de 2010. “Ella nunca ha soportado que los amigos de Hollande le hagan sombra”, dijo Farloni a Le Monde.
El disidente siguió adelante. Y el domingo, él y Royal se sometieron al escrutinio popular. Los dos lograron pasar a la segunda vuelta, con Royal en cabeza (32%) y Falorni pisándole los talones (29%). La candidata de la UMP (derecha) quedó apeada de la batalla final.
“Ánimo a Olivier Farloni”, escribió
en su cuenta de Twitter Valérie Trierweiler
Aubry pidió el lunes al cismático que se retirara. Y Farloni se negó. El martes, la propia Aubry, la ministra ecologista Cécile Duflot y otras gerifaltes del PS acudieron a La Rochelle para mostrar el apoyo del partido a la candidata oficialista. La mesa, 100% femenina, repetía lo dicho por no pocos analistas: que Royal ha visto truncada su carrera, entre otras cosas, por el machismo.
Así estaban las cosas cuando el tuit de la primera dama (o primera novia) de Francia saltó al éter y de inmediato convirtió un caso de caciquismo provinciano en un cotilleo global de celos al más alto nivel y en el forúnculo que revela la desunión oculta del PS, el alto sentido de la amistad y la inoportunidad política de la todavía periodista de Paris Match.
La inevitable sensación de guerra abierta entre las dos damas que han marcado la vida de Hollande parece el flanco más débil del presidente “normal”, y algunos creen que podría incluso cambiar la tendencia de unas legislativas que parecían plácidas, porque los socialistas esperan alcanzar el domingo el mejor resultado de su historia.
Jean Quatremer, el periodista de Libération que habló antes que nadie el problema de Dominique Strauss-Kahn con las mujeres, escribió ayer en Facebook que “Trierweiler ha confirmado la ambigüedad de su estatuto: compañera del presidente, periodista, dueña de un gabinete en el Elíseo y ajustando cuentas con la ex de su chico… Tendrá que elegir”.
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