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Un filme sobre el asesinato de Colosio irrumpe en la campaña mexicana

Polémica por la recreación de la muerte del candidato priísta en 1994

Salvador Camarena
La primera es de Colosio en un mítin de 1994.
La primera es de Colosio en un mítin de 1994.

La noticia del día en México es un magnicidio ocurrido hace más de 18 años. La campaña presidencial mexicana se ha visto contaminada por la polémica que, antes de estrenarse, ya ha generado la película Colosio, el asesinato, cinta que mezcla situaciones y nombres reales con elementos ficticios para desafiar la verdad legal que establece que, aquella triste tarde del 23 de marzo de 1994, el candidato priísta Luis Donaldo Colosio murió a manos de un asesino solitario. Se trata, dicen unos, de un intento de dañar las posibilidades del PRI de recuperar la presidencia de la República. En realidad, sostienen otros, es la reivindicación del derecho al escepticismo frente a las versiones oficiales. Es, sin duda, el nuevo tema que ha acaparado la atención en la recta final de las elecciones.

Colosio, el asesinato presenta una historia donde hubo varios Marios Aburto (nombre real del asesino solitario), contratados por el sistema para asesinar al candidato priísta. Los autores intelectuales del crimen habrían llegado a ese extremo porque Colosio se resistía a continuar pactos non sanctos. En otras palabras, porque traicionaba al sistema mismo. En el filme, el jefe de asesores solo identificado como El Doctor (Daniel Giménez Cacho) encarga a un alto político (interpretado por Odiseo Bichir), una investigación secreta y paralela a la que realizará la fiscalía especial nombrada para el crimen. El agente encargado (José María Yazpik) descubrirá que hubo varios Aburtos —contratados por su parecido físico—, y que estos a su vez serán víctimas de una operación de limpieza de testigos. Quien fue encargado de realizar la investigación extraoficial se parece a José Franciso Ruiz Massieu, excuñado del presidente Carlos Salinas de Gortari, y quien, como el personaje de la película, fue asesinado meses después al salir de un céntrico restaurante.

“El filme, simple y sencillamente es impactante. Y los ‘miserables’ que acabaron con la figura de Colosio forman parte del poder de turno. El PRI en este caso”, publicó el jueves la periodista Martha Anaya, en una columna en la que aseguraba que la película tendrá repercusión sobre Enrique Peña Nieto, el candidato priísta que, aunque de manera menguada, continúa en cabeza en todas las encuestas.

Los creadores de la cinta reconocen que han elegido la campaña electoral como momento del estreno para aprovechar al máximo el interés por un filme que ellos definen como thriller político. La productora Mónica Lozano, que tiene a cuestas 33 filmes producidos, entre ellos Amores Perros (2000) y Arráncame la vida (2008), cuenta que el primer guión de esta película data de 1998, pero explica que en aquellos años resultaba imposible llevar a cabo el proyecto por la censura oficial e incluso por la autocensura.

Cuando se enteró de la muerte de Colosio, Lozano creyó que “nuestro país se había acabado, que no había futuro, que se venía un desenlace violentísimo. Yo estaba muerta de miedo. Muchísimo de ese miedo revivió todo el año pasado. Pensé: ‘soy una irresponsable, una inconsciente haciendo esta película”. La productora señala que con el filme no quiere “ajusticiar a nadie, quiero simplemente que se hable del tema”. Explica que es falso que el Gobierno mexicano, de un partido diferente al PRI, haya financiado los 62 millones de pesos que costó la cinta. Asegura que a esta coproducción, donde también participan España, Francia y Colombia, el Gobierno mexicano solo aportó el 8% del capital, y que éste se obtuvo de manera ordinaria, y no de forma irregular o expedita como se ha señalado.

Por su parte, Carlos Bolado, director de la película, recuerda que desde el arranque del filme se advierte que se trata de una “ficción basada en hechos reales”, y que, tras verla, cualquier persona va “a tener más información, una idea mucho más clara de las circunstancias y los hechos sobre cómo se manejaba la política en México. No sabrás quién mató a Colosio”, explica Bolado, “pero sí los porqués. Y a partir de ahí la gente puede hacer sus propias preguntas”.

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Pero el hecho de que se mezclen y expongan personajes con nombre y apellidos no solo vivos, sino incluso algunos de ellos en activo en la política mexicana, con situaciones ficticias es algo que han cuestionado críticos como Fernanda Solórzano, colaboradora de Letras Libres. “Si el caso era esclarecer algo, la película te hace cortocircuito porque no hacen transparente cuándo algo es realidad o cuándo ficción. Creo que están en un punto muy confuso. Si a eso sumas una campaña de publicidad del tipo ‘estamos descubriendo la verdad’, a mí me confunde que no puedas juzgarla ni como ficción ni como documental”, dice Solórzano vía telefónica. “La gente no lo va a entender como ficción, sí lo va a tomar como un mensaje político. Sí puede reforzar el sentimiento anti-PRI”.

“¿Quién dice que un documental dice la verdad? La verdad es una cosa muy difícil de definir, es un punto de vista, y la suma de todos los puntos de vista... pues solo Dios. Creo que está bien recurrir a la ficción porque la película es cuidadosa de no señalar de más si no se tienen las pruebas”, opina a su vez Daniel Giménez Cacho, cuyo personaje de El Doctor es el eje en el que gravitan el poder y las sospechas: ¿Actúa solo o por encargo del presidente? ¿Está a favor de los intereses del Estado o de una camarilla? “La película quiere que la gente se vuelva a preguntar sobre este caso. La teoría del asesinato solitario no es creíble. Hay la duda de cuántos eran, si Aburto era uno solo o lo cambiaron, hay una presunción de que eran varios. Faltan muchas cosas por saber”, dice Giménez Cacho.

En el diccionario de la política mexicana no existe la palabra casualidad. Por eso, que este viernes, y a escasas tres semanas del día de la votación, se estrene Colosio, el asesinato en 450 salas cinematográficas ha sido leído como algo necesariamente organizado para influir en los votantes que acudirán a las urnas el 1 de julio, un domingo muy lejano a aquella tarde de marzo de 1994, cuando, según las conclusiones de un caso cerrado en el año 2000, murió Colosio por las balas de un asesino solitario, crimen por el que en México hay una persona presa y muchas dudas.

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