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Virtudes y pecados de cinco colegios

Los sistemas educativos de cinco países vistos a través de los ojos de padres extranjeros

En un país cada padre evalúa distinto el sistema educativo en función de su experiencia y la de sus hijos. Esta diferencia es mayor cuando los progenitores son, además, extranjeros y comparan las escuelas a las que acuden sus pequeños con las de sus países de origen.

Caterina Soffici, periodista y escritora italiana afincada en Londres, destaca que "Inglaterra, la democracia más antigua del planeta, tiene un sistema educativo incivilizado". ¿Clasista? "Como ningún otro", contesta. El británico Giles Tremlett, sin embargo, considera que el nivel en la primaria española es más bajo que en Gran Bretaña, aunque cree que en España se potencia más el trabajo en grupo. En el colegio sus hijos han hecho amigos que mantienen ahora en su adolescencia. Eso no pasa en la escuela británica, reconoce. En secundaria, dice, los conocimientos se igualan.

, está convencido de que sus hijos, gracias a lo que aprendieron y a lo que vivieron, jamás olvidarán sus años en la escuela pública francesa. En el colegio -laico a rajatabla- el profesor Monsieur Fillon enseñó a su hija a hablar francés en un aula especial con otros niños inmigrantes. En un año la pequeña aprendió el idioma y se incorporó al curso que le correspondía en una clase normal. Este español no ahorra en elogios a la escuela francesa, aunque teme que con los recortes del ex presidente Sarkozy, el sistema educativo esté en peligro.

En Berlín, Frédéric Lemaître (francesa) tuvo dificultades para encontrar una escuela para su hijo. Más fácil lo tuvo Ewa Giacomelli, que tiene tres hijos que acuden a centros educativos públicos a unos 60 kilómetros al norte de Milán. Aunque Giocomelli, de origen polaco, no está muy contenta con la formación que reciben sus hijos. "La enseñanza en primaria se reduce básicamente a aprender a leer, escribir y hacer cuentas", dice. En su país, por ejemplo, la formación en educación física es muy importante y se practica cuatro veces por semana en los colegios. En Italia, sus hijos apenas practican deporte en la escuela.

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