Marruecos pone fin a la actual mediación de la ONU en el Sáhara Occidental
Rabat retira su confianza al mediador nombrado por Ban Ki-moon horas antes de que su primer ministro viaje a Madrid
Marruecos puso fin hoy unilateralmente a la labor de mediación de Christopher Ross, enviado personal del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para resolver el conflicto del Sáhara Occidental que dura desde hace 37 años.
Rabat anunció tal decisión horas antes de que su primer ministro, el islamista Abdelilá Benkiran, efectuase el viernes una visita de horas a Madrid, donde será recibido por el Rey Don Juan Carlos y por el presidente Mariano Rajoy, antes de continuar viaje a Barcelona para pronunciar una conferencia en el Instituto de Estudios Mediterráneos.
El viceministro y hombre fuerte de la diplomacia marroquí, Yussef Amrani, comunicó a Ban Ki-moon que Rabat retiraba su confianza a Ross, veterano diplomático estadounidense, al que el secretario general de la ONU encargó, en enero de 2009, una labor de buenos oficios para resolver el conflicto.
Paralelamente, un comunicado del Gobierno marroquí señaló que Ross había actuado estos últimos tiempos de manera “parcial y desequilibrada”. Su comportamiento “se alejaba de las grandes líneas marcadas por las negociaciones en el Consejo de Seguridad”, una crítica que ningún otro país miembro de ese órgano ha formulado contra Ross.
El portavoz del Ejecutivo marroquí, Mustafa el Khalfi, aseguró en Rabat que Ross no había logrado “ningún avance substancial” en la negociación entre Rabat y el Frente Polisario, algo que es cierto pero que tampoco consiguió el anterior mediador, el holandés Peter van Walsum, sin que por eso fuese vetado por Marruecos. “Ha dejado de ser conveniente aceptar esta situación”, añadió el portavoz.
El anunció del rechazo marroquí a Ross había sido preparado, a principios de mes, por una gira de su ministro de Asuntos Exteriores, Saad Eddine el Othmani, por Washington, Nueva York y París que concluyó con una entrevista con un diario de Casablanca en la que expresa su “descontento” con el mediador.
La decisión marroquí obedece, según fuentes diplomáticas europeas, a tres razones. En primer lugar hace pagar a Ross un alto precio por el informe anual que, en abril, remitió a Ban Ki-moon que lo aguó ligeramente antes de someterlo, el 24 de abril, al Consejo de Seguridad. Fue aprobado por unanimidad. Incluso Marruecos, que es miembro no permanente del Consejo, votó a favor.
En el informe se acusaba, no obstante, a Rabat, en términos velados, de espiar a la Minurso, el contingente de la ONU en el Sáhara. Se lamentaba además que el acceso de la población local a los cascos azules “esté controlado” por la policía marroquí lo que disuade a los saharauis. Se pedía, por último, a Rabat que “mejorase la situación de los derechos humanos” en esa antigua colonia española.
Ross hubiese debido en opinión de Rabat –y esta sería la segunda razón del veto que padece- centrar las reuniones entre delegaciones marroquí y saharaui en discutir de la oferta de Marruecos de conceder la autonomía al territorio y no permitir que todas las opciones estuviesen encima de la mesa.
Marruecos no quiere, en tercer lugar, tener ningún flanco abierto ahora que acaba de llegar a la presidencia de Francia el socialista François Hollande del que no se acaba de fiar. La divulgación de la carta, escrita en marzo de 2011, por Jean-Marc Ayrault, en la que afirmaba que Marruecos “ocupa” el Sáhara, ha acentuado aun más su desconfianza. Hollande nombró a Ayrault primer ministro el martes.
A través de su portavoz, Ban Ki-moon reaccionó de inmediato reiterando que Ross gozaba de “toda su confianza”. Argelia hizo otro tanto y es harto probable que el Polisaro se sume al respaldo y a los elogios al mediador. Todos esos apoyos no servirán, sin embargo, de nada porque basta con que una de las partes le rechace como interlocutor para que se vea obligado a dar por terminada su misión.
Es la segunda vez que Marruecos logra neutralizar a un mediador. En la primavera de 2004 ya forzó la renuncia del exsecretario de Estado de EE UU, James Baker. El entonces ministro de Exteriores marroquí, Mohamed Benaissa, achacó su dimisión a “la tenacidad de la diplomacia marroquí”. Baker fue sustituido por el diplomático holandés Van Walsum quién, a su vez, dimitió de su cargo en 2008 mediante una tribuna publicada en EL PAÍS. Se vio obligado a hacerlo tras ser rechazado por el Polisario.
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