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CRIMEN SECTARIO EN FRANCIA

Vida y muerte de un pistolero

Mohamed Merah confesó haber matado a siete personas antes de ser acribillado El caso revela la cólera que anida en los guetos franceses y su difícil combate

La familia de uno de los paracaidistas asesinados por Mohamed Merah.
La familia de uno de los paracaidistas asesinados por Mohamed Merah.CHARLY TRIBALLEAU (AFP)

Mohamed Merah, de 23 años, murió acribillado a balazos por las fuerzas de élite de la policía francesa (RAID) el jueves mientras trataba de huir disparando su Colt 45 a través de una ventana. Los agentes que le asediaban desde 32 horas antes dijeron que Merah confesó ser un muyahidín (guerrero santo) de Al Qaeda, y el único autor de los tres atentados cometidos en Toulouse y Montauban los días 11, 15 y 19 de marzo. Sus víctimas son tres militares franco-magrebíes y cuatro ciudadanos franceses de religión judía, tres de ellos niños de corta edad, y hay además dos heridos muy graves: un estudiante de 17 años del colegio judío Ozar Atorah y un paracaidista antillano. Como él, todos pertenecían a minorías.

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Tras la violencia, la conmoción y el paréntesis de la campaña electoral a las presidenciales, muchas preguntas siguen abiertas. ¿Quién era realmente Merah, y por qué mataba con esa implacable y metódica sangre fría? ¿Pudo prevenir sus crímenes el Estado? ¿Por qué fue cosido a tiros si el presidente de la República pidió capturarlo vivo? ¿Actuó solo? ¿Habría llegado a ese delirio si Francia tuviera otra política de integración? ¿Cuántos Mohamed Merah hay en los suburbios europeos?

Aquí se ofrecen, por orden cronológico, los datos que resumen la trágica y delirante historia de este joven pistolero francés que puso en cuestión la guerra contra el terrorismo islamista.

Infancia y adolescencia en la ‘banlieue’.

Mohamed Merah, el cuarto de los cinco hijos de la inmigrante argelina Zulikha Azizi, nace el 10 de octubre de 1988 en el suburbio Bellefontaine de Toulouse, la tercera ciudad del país. Inmigrantes norteafricanos conviven en el barrio con refugiados africanos. Según Le Monde, sus padres se separan pronto y, antes de cumplir 14 años, Mohamed se escapa de casa y se va a vivir a Les Izards, un gueto conocido como uno de los grandes supermercados de la droga de la ciudad.

Merah ingresa en un centro de acogida del barrio llamado Les Chamoix (Los camellos). Es una precaria estructura horizontal cuyas puertas y ventanas están cubiertas por rejas. Acude al colegio hasta los 16 años. Sus profesores dicen a Le Monde que tiene “talento para el dibujo”. Durante esos años comete numerosos delitos menores y es detenido varias veces: robos de móvil y moto, agresión al educador del centro, conducción sin carné.

Su abogado, Christian Etelin, le recuerda como “un joven de una dulzura angelical y una belleza fascinante” (diario Libération). “Nunca pensé que pudiera convertirse en un radical. Siempre le consideré un chico flexible, civilizado. Vivía la misma vida de los adolescentes de los suburbios pobres que caen en la pequeña delincuencia. Su madre no podía controlarlo, su padre estaba ausente”.

Sus amigos, los pequeños camellos de Les Izards, añaden que “no era especialmente religioso”, y recuerdan que el año pasado se hizo una cresta punk: “Todo lo más hacía el Ramadán, pero le gustaban los porros, los coches, las motos, las chicas, la discoteca, el fútbol. Nunca hablaba de religión o de política”.

Tras dejar el colegio, Merah empieza a trabajar como aprendiz en el taller Carrocerías Nugo, a la entrada de Les Izards. El dueño, Naser, que contrata a jóvenes en reinserción, explica a EL PAÍS: “Mohamed siempre fue demasiado deprisa, y equivocó el camino”.

En 2007, entra en la cárcel para cumplir 18 meses por un tirón. Según las autoridades, es ahí cuando “empieza a leer el Corán y se radicaliza”. En enero de 2008, intenta entrar en el Ejército francés. “Pasó todas las pruebas pero al ver sus antecedentes penales decidimos rechazarle”, declara el coronel Bruno Lafitte. En julio de 2010, intenta alistarse en la Legión Extranjera, pero según Defensa se marcha de noche del centro de reclutamiento sin pasar las pruebas (Le Monde).

'Turista’ en guerras santas.

El ministro del Interior, Claude Guéant, afirma que Merah viajó a Afganistán en 2010 y a Pakistán en 2011. Un portavoz del Pentágono citado por The New York Times confirma que fue detenido en Kandahar en 2010. Le Monde revela que los funcionarios estadounidenses vieron que su pasaporte mostraba que también estuvo en Israel, Siria, Irak y Jordania. The Wall Street Journal confirma que EEUU le incluyó en 2010 en la lista de personas que no pueden volar al país y que tras ser arrestado fue devuelto a Francia.

Según Le Monde, el viaje a Irak fue preparado por su hermano Abdelkader, fichado y ahora detenido por la policía como supuesto cómplice y miembro de una red islamista basada en Toulouse y sospechosa de organizar fletes de yihadistas europeos a Irak y Afganistán. Mohamed fue adoptado por el Movimiento Islámico de Uzbekistán, que adiestraba a “los extranjeros” que combaten a “los infieles” en Afganistán desde la caída del régimen talibán en 2011.

Guéant confirma que Merah volvió a Francia en noviembre de 2011 tras contraer una hepatitis A, y que se presentó a los funcionarios de Inteligencia con una llave USB llena de fotos que probaban que había ido a Pakistán “como turista”. El jefe de los Servicios de Inteligencia Interior (DCRI), Bernard Squarcini, se defiende: “Investigamos pero no había nada, no hay activismo ideológico, no va a la mezquita”.

El fiscal jefe de París, François Molins, explica que Mohamed “pasaba horas viendo violentos vídeos yihadistas”, y que sus favoritos eran “los de decapitaciones”. Una vecina de Les Izards afirma haberle denunciado dos veces en 2011, sin éxito, por haber amenazado con una espada y pegado a su hija cuando esta intentó impedir que le mostrara los vídeos a su hermano.

Tres ataques filmados.

En marzo de 2012, Merah entra en acción. Vecinos de su modesto bloque de apartamentos de Toulouse cuentan a The New York Times que unos días antes le han visto rezando en un campo de fútbol cercano. Eric Lambert, de 46 años, cuyo hijo vive en la misma casa, le define como un chico “totalmente normal y amigable”.

El 11 de marzo, muere de dos tiros en la cabeza el paracaidista del 11º Regimiento Imad Ibn Ziaten, nacido en Francia en 1981 y de origen marroquí. El fiscal Molins informará más tarde de que Merah grabó sus asesinatos con una cámara que llevaba atada al pecho, y que colgó las imágenes en Internet. La policía afirma que en el vídeo de este ataque se le oye decir: “Tú matas a mis hermanos, yo te mato a ti”.

Cuatro días más tarde, dos paracaidistas francomagrebíes del 17º Regimiento de Montauban, a 46 kilómetros al norte de Toulouse, son asesinados a balazos mientras sacan dinero de un cajero situado al lado del cuartel. Un tercero, de origen caribeño, resulta herido muy grave. Las cámaras de la caja de ahorros muestran al asaltante con casco apartando a una anciana que hace cola antes de disparar. Su propio vídeo le graba huyendo en una Yamaha T-Max gritando “Alá es grande”.

A pesar de que Francia moviliza a 60 agentes antiterroristas, Merah perpetra su tercer ataque el lunes 19 de marzo. Llega en la moto sobre las ocho de la mañana a la puerta del colegio judío de Toulouse Ozar Hatorah, y asesina a un rabino de 30 años, a dos de sus hijos, de 4 y 5 años, y una niña de 7 años hija del director de la escuela. El fiscal subraya su “extraordinaria frialdad”.

El miércoles 21, a la una de la madrugada, una redactora jefe del canal de televisión France24 recibe una llamada de un hombre que reivindica los siete crímenes. Dice que ha querido vengar las muertes de niños palestinos, y protestar contra la prohibición del velo integral en Francia y la ocupación de Afganistán.

Dos horas más tarde, la policía llega a la vivienda de Merah, que rechaza el asalto a tiros. Su madre, su hermano Abdelkader y a la novia de este ya han sido detenidos. Según la policía, durante la noche Mohamed les cuenta que es miembro de un grupo afín a Al Qaeda, y sentirse orgulloso de “haber puesto a Francia de rodillas”.

Tras prometer que se entregará, Merah decide resistir y morir “como un muyahidín, con las armas en la mano para llegar al paraíso con una sonrisa” (Guéant). El jueves por la mañana, tras 12 horas de presión psicológica (cortes de luz, agua, gas y granadas), los RAID asaltan el apartamento y Merah muere acribillado mientras intenta repeler el ataque con dos armas automáticas. La autopsia revela que recibió 20 disparos, uno en la cabeza y otro en el abdomen. Llevaba un chaleco antibalas, una chilaba negra y vaqueros.

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