Fatiga de Armagedón
La incertidumbre afecta ya al sistema económico, al internacional, a todos los órdenes de la vida
Una sociedad basada en la certidumbre, que nos daba seguridad, está siendo rápidamente desplazada por otra paralizada por la incertidumbre. En el sentido que precisa la RAE de falta de certeza, duda, perplejidad, que provocan inquietud y ansiedad. Lo incierto como desconocido que desbarata nuestras defensas. Tenía razón el grupo REM con su canción Es el final del mundo tal como lo hemos conocido y así lo entendieron ya los empleados despedidos tras la quiebra de Lehman Brothers cuando la eligieron para amenizar su fiesta de adiós en el otoño de 2008. Es una patología global y sistémica que nos sumerge en el miedo. La incertidumbre afecta al sistema económico, al orden internacional, a todos los órdenes de la vida. El capitalismo no ha muerto y no volveremos a llamarnos todos camaradas como presagiaba Sarkozy mientras leía asustado El Capital en el palacio del Elíseo al inicio del big bang. El siglo XX ya decidió esta batalla. Pero está averiado y precisa una renovación. La incertidumbre básica es qué capitalismo debe ser alumbrado. David Rothkopf, editor de Foreign Policy, reflexiona en su libro reciente Power Inc. sobre qué modelo ganará por eficaz y será más imitado. Y dónde será definido. ¿El capitalismo de Pekín con características chinas, el desarrollista de Brasil e India, el de Singapur, el capitalismo de cohesión social europeo, o el modelo norteamericano? Su respuesta es el que incorpore un sano equilibrio entre lo público y lo privado, algo que, a su pesar, ha olvidado Estados Unidos.
Las elecciones presidenciales de noviembre en EE UU serían un buen laboratorio para avanzar en el despeje de esta primera incertidumbre. Pero los republicanos, que no acaban de despertar de la pesadilla en que se ha convertido su búsqueda de un candidato creíble para derrotar a Obama, abrazan el fundamentalismo de la economía vudú. Rebajas de impuestos para los ricos, recortes de cualquier gasto que huela a protección social y más desregulación como la que hizo capotar al sistema. Jubilar al Gobierno. Incluso con la tierra quemada de los republicanos, dispuestos a suicidarse, Obama es vulnerable a pesar de que desde hace un trimestre la economía crea empleo neto y parece confirmarse una recuperación anémica que permitirá un crecimiento del 2,5% este año. Pero factores exteriores como la economía europea, el desinfle de los países emergentes, el ataque a Irán o la guerra perdida de Afganistán, y esta sí que es la guerra de Obama, podrían impedir su reelección. En el último mes ha perdido nueve puntos de popularidad. Romney ya no parece tan inevitable. Es el candidato de los clubs de golf. Rick Santorum, el cruzado de la fe que pretende que la religión inspire la vida pública, es el representante de la América profunda que, en palabras incorrectamente políticas de Obama, “se aferra a la Biblia y a las armas”. Los republicanos cavan las trincheras de las guerras de religión y culturales, porque muchos de sus votantes ven bien que un locutor famoso llame “zorra” a una universitaria que defiende la ayuda pública para los métodos anticonceptivos, o que el gobernador de Virginia, republicano, decrete obligatoria una humillante prueba médica invasiva para fotografiar el feto en el útero de las mujeres que quieran abortar. Cuando una gran mayoría de votantes solo están agobiados por la falta de empleo.El cumplimiento o no de la autoprofecía del ataque preventivo de Israel a Irán, que no tiene la bomba nuclear, suma otra incertidumbre de efectos catastróficos para la economía y toda la región árabe donde la primavera aún no se ha consolidado. Falta de certeza también sobre si Israel será capaz de arrastrar a una nueva guerra en Oriente Próximo a Obama. China añade incertidumbres económicas: reducción del crecimiento, aumento de las desigualdades y pérdida de la buscada armonía social. Pero también políticas: purga de un dirigente ambicioso y populista, Bo Xilai, un príncipe rojo destinado a integrar la nueva cúpula china antes de fin de año. Ha descarrilado en las luchas fratricidas de Pekín que rompen el espejo de una plácida sucesión política. Tras la advertencia del primer ministro saliente, Wen Jiabao, de la urgente necesidad de reformas políticas si el país no quiere repetir una tragedia histórica similar a la salvajada de la Revolución Cultural de Mao. Y en Europa, la crisis se cronifica tras la quiebra ordenada de Grecia, sin haber resuelto las incertidumbres de fondo. La tormenta perfecta nos ha fatigado de Armagedón, convirtiéndonos en ciudadanos quejumbrosos y pesimistas. Estamos obligados a romper cuanto antes este nudo gordiano para que nos sea cierto lo que afirmaba la escritora disidente rusa, Nadezhda Mandelstam, refiriéndose a la época de Stalin. “El mal tiene gran ímpetu, mas las fuerzas del bien están inertes. Las masas no tienen espíritu de lucha y aceptarán lo que venga”. fgbasterra@gmail.com
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