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"¡Ojalá se hubiera comenzado a construir Europa por la cultura!"

La historia de éxito de Prospero, un proyecto de colaboración presentado en 2006 por seis instituciones teatrales europeas

Cuarenta y tres alemanes, actores, técnicos y administrativos, que se instalan en Rennes durante tres semanas y trastocan todo a su paso; tres años después, el Teatro Nacional de Bretaña todavía se acuerda. "Los asiduos se preguntaban dónde estaban", cuenta François le Pillouër, director del TNB. "Toda la señalización estaba traducida al alemán. Algunos espectadores decían que les recordaba a los viejos tiempos... Hablando en serio, una energía increíble llenaba el teatro. Nunca se había visto una cosa igual".

El responsable del TNB es insaciable cuando se pone a describir la magia de Prospero. Con el subtítulo de "seis ciudades, un proyecto, el teatro en común", esta iniciativa, llevada a cabo de 2008 a 2012 gracias a los fondos comunitarios, ha hecho posible que su teatro ascendiera un escalón más en la construcción de una cultura europea. "Este proyecto nació de un hecho comprobado sobre el que había bastante consenso: que el drama de Europa es haberse construido a partir del mercado común. ¡Ojalá se hubiera comenzado por una Europa de la cultura!".

Como nunca es tarde para empezar, en 2006, seis instituciones teatrales decidieron presentar en Bruselas un proyecto de trabajo en común. Además del TNB, están la Shaubuehne de Berlín, el Teatro de la Plaza de Lieja, la Fundación Emilia Romagna Teatro de Módena, el Centro Cultural de Belém en Lisboa y la Universidad de Tempere en Finlandia. Aceptado tras un "maratón administrativo" por las instituciones comunitarias, Prospero emprendió la marcha dos años después.

Como piedra angular del edificio, cuatro montajes de grandes directores europeos (Thomas Ostermeier, Alvis Hermanis, Krzyzstof Warlikowski e Ivo van Hove) recorren sucesivamente las seis ciudades candidatas. Una objeción inmediata: las compañías del viejo continente no han esperado a Prospero para actuar unas contra otras. Los programas de los festivales de Aviñón o de Otoño, por no mencionar más que dos, ofrecen una prueba innegable de ello. "Si no fuera más que eso, el interés sería limitado, desde luego", reconoce Serge Rongoni, director del Teatro de la Plaza en Lieja. "Pero nosotros vamos mucho más lejos. Sin este programa, yo nunca habría podido acoger a Krzysztof Warlikowski y todo su equipo para que hicieran tres semanas de ensayos el pasado septiembre. No se imagina lo que esto permite a la hora de intercambiar prácticas y descubrir otras formas de trabajar".

Sobre todo porque, aparte de las cuatro grandes obras, cada teatro ha podido hacer circular a uno de sus creadores asociados; en el caso del TNB, el director Jean-François Sivadier y su Noli Me Tangere han aparecido en Lieja y Tempere. Y Prospero no se ha olvidado tampoco de la generación en ascenso. En Rennes, por ejemplo. Rachid Zanouda aprovechó la llegada del equipo de la Shaubuehne para hacer un cursillo con Thomas Ostermeier, antes de viajar con el montaje de Quai Ouest a Tempere y Módena.

Aunque la creación absorbe una parte importante de los 2,3 millones de euros proporcionados por Bruselas (los seis teatros añaden 2,7 millones de sus propios recursos), también están incluidos un apartado para la investigación (coloquios) y otro dedicado a la formación. Varios de los teatros tienen sus propias escuelas, a cuyos alumnos han enviado al extranjero para vivir experiencias de inmersión. "Los nuestros fueron a Lieja. Les asustó el racismo antifrancófono", dice François le Pillouër, "pero también les impresionó la calidad de la enseñanza. Y da la impresión de que se han beneficiado. A su vuelta, montaron un proyecto bautizado ‘Los hijos de Prospero’..., para el que nos piden una subvención".

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Mientras responden o no responden a los "niños", los equipos actuales preparan Prospero 2. Esta vez, el mago favorito de Shakespeare podría juntar bajo su varita, para el periodo 2013-2017, cuatro equipos más llegados de Gran Bretaña, los Países Bajos, Luxemburgo y Grecia. "Me dicen que incluir Grecia no es muy astuto desde el punto de vista económico", sonríe François Le Pillouër. "Quizá no. Pero, desde el punto de vista teatral, me parece evidente. Sobre todo si queremos que la cultura salve Europa".

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

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