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Los gremios bloquean Italia contra la política de ajustes del Gobierno

Monti afronta una semana de extensas huelgas contra las liberalizaciones. Un camionero fallece atropellado en la protesta

Largas colas de camiones italianos bloquean una carretera del puerto de Génova (Italia).
Largas colas de camiones italianos bloquean una carretera del puerto de Génova (Italia).LUCA ZENNARO (EFE)

El pulso no puede ser más interesante. De un lado, el gobierno tecnócrata de Mario Monti. Del otro, los gremios —taxistas, camioneros, farmacéuticos, notarios…— que se niegan a perder su ancestral condición de intocables. Como espectadores, la clase política y sindical que nunca se atrevió a meterse en el peligroso laberinto de los derechos adquiridos —tal vez porque formaba parte de ellos—. Finalmente, como sufridores, los de siempre. Los italianos de a pie que desde hace unos días sufren las huelgas salvajes de taxis, el bloqueo de las autopistas por parte de los camioneros y —aunque todavía de forma puntual— el desabastecimiento de gasolina y otros productos. Al modo de los viejos roqueros, el profesor Monti se la juega en la carretera, que ya se tiñó de sangre el martes por la mañana.

Una camionera alemana de 52 años arrolló y mató en Asti (Piamonte) a un colega italiano de 46 que la intentaba convencer —se desconoce con qué argumentos— para que se sumara a la huelga y aparcara su vehículo en el arcén. La policía la detuvo y trata ahora de esclarecer si fue un desgraciado accidente o un atropello intencionado. La ministra del Interior, Annamaria Cancellieri, envió desde el Senado sus más sentidas condolencias a la familia del camionero Massimo Crepaldi. Acto seguido, pidió a los gobernadores mano dura con los alborotadores e informó de que ya ha movilizado a 1.160 agentes de policía para que metan en cintura a los huelguistas. Así es el gobierno de Monti. Seda y percal a partes iguales.

Por la mañana, en Bruselas, el primer ministro aseguró que la revuelta callejera no le ha sorprendido. “Somos conscientes”, explicó, “de que las medidas provocan oposición y preocupación, y a veces angustia. En buena medida, las reacciones habían sido previstas. Pero el esfuerzo que debemos hacer como gobernantes con fecha de caducidad es explicar del mejor modo las decisiones tomadas”. Dicho esto, añadió de la manera más diplomática posible que no piensan dar marcha atrás: “Todos los italianos están haciendo verdaderos esfuerzos y estoy convencido de que, si lo hacemos todos juntos, los sacrificios serán menores, distribuidos igualitariamente y, por tanto, los resultados en términos de crecimiento y de creación de empleo serán mayores y se verán antes”.

Curiosamente, los políticos guardan silencio en medio del conflicto

Durante toda la jornada, se sucedieron los partes de guerra. Otro camionero resultó herido en Fidenze (Parma) cuando, junto a otros piquetes, intentaba clausurar el peaje de la autopista. En Sicilia, según declaró el presidente de la patronal Cofindustria, Ivan Lo Bello, “los mafiosos se ocupaban también del servicio de orden en el curso de la protesta, mientras obligaban a los comerciantes a cerrar sus negocios”. En Calabria, más de 200 camioneros bloquearon el embarcadero de Villa San Giovanni impidiendo la salida hacia Sicilia…. Y la batalla no ha hecho más que empezar.

La confrontación callejera irá subiendo de temperatura. ¿Resistirá Monti el pulso de la calle?

El rechazo a las liberalizaciones emprendidas por el gobierno Monti se iniciaron la pasada semana con una huelga salvaje de taxis en Roma y otras capitales. Los camioneros, que ya llevan varios días paralizando Sicilia, tienen previsto protagonizar bloqueos en todo el país durante la presente semana. El viernes está previsto que sean los ferroviarios los que vayan a la huelga. Los farmacéuticos, el uno de febrero. Los abogados, el 23 y el 24. Y los propietarios de gasolineras –una huelga especialmente temida— han decidido parar 10 días, pero no han dicho cuándo… Monti y su ministra del Interior ya han advertido de que el Gobierno respetará el derecho de los trabajadores a protestar, pero también el de los ciudadanos a acceder a determinados servicios. La confrontación callejera irá subiendo de temperatura. ¿Resistirá Monti el pulso de la calle?

Como esperando la respuesta a esa incógnita, los partidos guardan silencio. Es curioso que el gallinero político italiano permanezca callado, como ausente, durante una semana tan crucial para el futuro del llamado gobierno técnico. Las únicas declaraciones, tímidas, de algunos representantes políticos se han circunscrito a pedirle al Gobierno que mantenga el orden público. Solo la Liga Norte –el partido xenófobo que sostuvo a Silvio Berlusconi y que ahora parece endemoniado por la ausencia de poder— se ha aliado con los taxistas, un gremio tan necesario como poco querido por los italianos.

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