14 fotosMedellín, el crimen a fuego lentoUn recorrido fotográfico por la Comuna 13, el barrio más violento de la ciudad colombiana 08 abr 2012 - 03:08CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinBlueskyCopiar enlaceLos barrios pobres son una cárcel para los jóvenes. Las opciones de progreso escolar o laboral son nimias, y muchos, al enrolarse en el crimen, no pueden salir de sus vecindarios, separados por límites urbanos que allí se conocen como "fronteras invisibles": si los cruzas, estás en territorio comanche.FEDERICO RÍOSLos chicos empiezan a manejar armas poco después de los 10 años de edad. Cuando entran en la adolescencia, mucho ya son pistoleros consumados y han cometido varios homicidios. Normalmente, las mafias proveen de pistolas, revólveres y rifles a los muchachos que usan para proteger su negocio.FEDERICO RÍOSPor las cuestas de las comunas -construidas sobre las laderas que rodean el centro urbano, comercial y financiero de la ciudad- circulan a toda velocidad pequeños buses que transportan a los vecinos de un lado a otro. La extorsión a los transportistas es una de las múltiples vías de ingresos del crimen.FEDERICO RÍOSEn la Comuna 13 de Medellín no falta todo tipo de material para la batalla. Eso le dijo un joven al fotógrafo que sacó estas imágenes: "Usted sabe que en la guerra las armas es lo que más se ve. Se ven más las armas que la comida y la plata [el dinero]".FEDERICO RÍOSLos jóvenes sicarios viven sin esperanzas de futuro. Según el padre Juan Carlos Velásquez, que lleva años tratando de comprenderlos y ayudarlos, dice que su idea de la existencia es simple, como el título de una canción de Juanes: 'La vida es un ratico'.FEDERICO RÍOSUn joven enseña una herida de bala en la parte baja del omóplato derecho. Sobre el agujero, el tatuaje de una calavera. Al mismo tiempo que la religiosidad católica popular baja en Medellín, en los barrios pobres se va asentando la simbología de muerte de las violentas 'maras' [pandillas] centroamericanas.FEDERICO RÍOSLa Policía y el Ejército han reforzado su presencia en la Comuna 13 después de una guerra entre capos que bañó en sangre el barrio entre 2009 y 2010. El control real de estos vecindarios, de todos modos, continúa estando en manos de los jefes del crimen y de sus pandillas.FEDERICO RÍOSLos cadáveres pueden desaparecer de inmediato de las calles o quedar tendidos durante horas. Depende de la decisión que tomen sus familiares o los miembros de su combo: enterrarlos o cremarlos rápido para que no se recojan pistas, o desentenderse del difunto para no se les relacione con el caso.FEDERICO RÍOSLas comunas son un laberinto de ladrillo y chapa en constante expansión. Las fuerzas de seguridad, en ocasiones, tienen serios problemas para orientarse en el embrollo de callejuelas por el que se mueven con facilidad los miembros de las pandillas.FEDERICO RÍOSUn muchacho enseña las cicatrices de su espalda. Según su testimonio, un día lo atacaron miembros de una banda rival y le dieron 20 puñaladas en distintas partes del cuerpo.FEDERICO RÍOSUn pandillero posa con su revólver en un sofá de su escondite.FEDERICO RÍOSUna niña sonríe a través de una reja mientras un militar patrulla.FEDERICO RÍOSLevantamiento del cadáver de un hombre que recibió cuatro tiros en la cabeza. En la década de los 2000, la media de homicidios en Medellín ha sido de unos 2.000 muertos al año. Una cifra muy grave, pero más leve que a principios de los noventa, cuando caían hasta 4.000 en un año.FEDERICO RÍOSUn sicario posa con un revólver original de la policía colombiana.FEDERICO RÍOS