Sarkozy corteja al electorado de Le Pen
El partido del presidente francés radicaliza su discurso hacia la inmigración
En las elecciones de 2007, Nicolas Sarkozy hizo campaña sobre el eje de la inseguridad ciudadana, llevándose por delante al electorado histórico de la extrema derecha. El partido del Frente Nacional (FN), entonces liderado por su fundador, Jean-Marie Le Pen, parecía iniciar una caída en picado. A cinco meses de los próximos comicios presidenciales, las cosas han cambiado mucho. Marine Le Pen ha retomado el relevo de su padre a la cabeza del FN y lanzado una operación de lavado de imagen. La reelección de Sarkozy, desgastado por el poder y por la crisis económica, está ahora en tela de juicio. La derecha trata ahora de reconquistar su electorado perdido.
“Es evidente que el Frente Nacional será decisivo en las presidenciales”, explica Patrick Moreau, especialista del instituto de investigación CNRS y coautor del libro La extrema derecha en Europa. Los sondeos le otorgan entre el 17% y el 20% de intenciones de voto, mientras que un estudio de politólogos europeos la sitúa entre el 14% y el 17%. En cualquier caso, se trata de un porcentaje muy por encima del 10% que logró en 2007. “La gran pregunta es qué harán los electores del Frente Nacional, en gran parte compuesto por decepcionados por Nicolas Sarkozy, en la segunda vuelta. Es probable que muchos de ellos se queden en casa”, estima Moreau.
“Ya no estamos ante Nicolas Sarkozy candidato, sino que estamos ante Nicolas Sarkozy presidente saliente”, estima Jean-Yves Camus, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS). “Es decir que los electores ya no le juzgan sobre sus promesas, lo hacen sobre su balance”, añade. “Los electores del FN le votaron por su política de seguridad pero no ha hecho nada al respecto, los suburbios siguen siendo igual de peligrosos y ha recortado el despliegue policial”, añade Moreau. Además, arrastra la fama de amigo de los ricos y de los poderosos, cuando el electorado del FN es radicalmente anti-elitista.
Los sondeos otorgan al Frente Nacional entre el 17% y el 20% de intenciones de voto
A la pérdida de credibilidad de Sarkozy se suma el fenómeno Marine Le Pen, quien tomó las riendas del parido a principios de este año. Con un lenguaje más cuidado y una sonrisa abierta, ha logrado suavizar la imagen rígida que el partido arrastraba con su padre. “Ha cambiado el envoltorio, pero sobre el fondo mantiene la continuidad ideológica, el única gran cambio ha sido el abandono del antisemitismo abierto y del revisionismo”, analiza Moreau.
Esta realidad no escapa al jefe del Estado y a su partido en el poder, la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Los últimos sondeos de los institutos Ifop y CSA, de mediados de mes, le otorgan respectivamente entre el 24% y el 26% de intención de voto, por detrás del candidato socialista, François Hollande, que obtendría entre el 27,5% y el 32%. En la segunda vuelta, Hollande se impondría con una diferencia de entre 12 y 14 puntos.
“Estamos claramente en una fase de radicalización de la derecha parlamentaria en cuestiones de inmigración”, señala Gilles Ivaldi, del instituto de investigación CNRS. “Se está perfilando por ejemplo un cuestionamiento del derecho de suelo [la atribución de la nacionalidad francesa a quienes nacen en su territorio] lo cual supondría una ruptura con la derecha tradicional”, añade. Aunque advierte que “la recuperación de las temáticas del FN no es nueva, se remonta a mediados de los años ochenta”, cuando el partido superó listón del 10% de votos, por encima del cual se ha mantenido globalmente desde entonces. “El objetivo es siempre el mismo, tratar de neutralizar las temáticas en las que se basan los votos del FN”, dice.
El discurso más derechista en el seno del Gobierno lo encarna ahora el ministro del Interior desde febrero de este año, Claude Guéant, antiguo director de la policía que esta semana ha anunciado que se presentará por primera vez a las legislativas de junio —nunca ha pasado el examen de las urnas— como diputado en el departamento de las Hauts-de-Seine, antiguo bastión de Sarkozy. Sus repetidos anuncios de mano dura con la inmigración le valen el reproche constante de legitimar el discurso extremista. “Guéant: la voz de Le Pen”, titulaba en portada a finales del mes pasado el diario de izquierdas Libération.
La propia Marine Le Pen le invitó públicamente a participar en la campaña, después de que Guéant declarara, en vísperas de los comicios regionales del pasado mes de marzo: “Los franceses, con tanta inmigración incontrolada, tienen a veces el sentimiento de que ya no se encuentran en casa, de ver prácticas que se imponen a ellos y que no corresponden a las reglas de nuestra vida social”.
El discurso más derechista en el seno del Gobierno de Sarkozy lo encarna ahora el ministro del Interior, Claude Guéant
Aunque el ala más dura de la UMP la representa el colectivo Derecha Popular, creado en el verano de 2010, que asume sin tapujos el vocabulario histórico del Frente Nacional. “Decir cosas que el FN ha tendido a monopolizar, no es un crimen. Y no cuento dejar perderse a un electorado sin herencia”, explica sin rodeos Jean-Michel Ferrand, diputado de la UMP por el departamento del Vaucluse, en el sur de Francia, al diario Le Monde.
“Se trata de diputados procedentes, en su mayoría, de territorios en los que la presión electoral del FN es muy fuerte, como en el sur del Francia”, explica Ivaldi. “Constituyen hoy en día una minoría muy activa en el seno del grupo UMP y han sido muy visibles durante los largos debates en torno a la ley de inmigración de 2011, pero sus propuestas abarcan muchos ámbitos más". Algunas de ellas, como en temas de delincuencia juvenil o de control migratorio, han sido retomadas por el primer borrador de la UMP para las presidenciales.
“Será interesante ver lo que ocurre con este movimiento si gana la izquierda las elecciones”, avanza Camus. La cabeza más visible del movimiento, el Ministro de Transporte, Thierry Mariani, ya ha insinuado que en caso de derrota en las presidenciales podría transformar el grupo en un nuevo partido. “En caso de victoria de la izquierda, la UMP explota”, pronostica por su parte Moreau. “Habrá una refundación de la derecha en el sentido amplio de la palabra y el Frente Nacional, con su lenguaje nuevo, podría ser aceptado”.
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