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Los rebeldes sirios asaltan un cuartel de Damasco

El Ejército de Siria Libre da un salto cualitativo en la lucha contra el régimen

Enric González

El llamado Ejército de la Siria Libre, formado por militares desertores y por ciudadanos armados, ha lanzado por primera vez una ofensiva. Se desconoce su fuerza real (hace unas semanas su fundador, el coronel Riyad el Asad, dijo disponer de 15.000 soldados), pero ayer se permitió una operación extremadamente audaz: un ataque contra el cuartel del servicio de espionaje de la Fuerza Aérea en Harasta, en la periferia de Damasco.

El pequeño ejército rebelde se formó en julio y centró su base de reclutamiento en Homs, una ciudad que las fuerzas gubernamentales no consiguen dominar por completo. Hasta ahora se había dedicado a escoltar manifestaciones, a hostigar patrullas y, en los últimos días, a preparar emboscadas contra unidades fieles al presidente Bachar el Asad. El lunes, en Dera, los rebeldes atacaron un convoy y dijeron haber matado a 34 militares gubernamentales.

Con la operación de ayer, de resultado incierto, el Ejército de la Siria Libre dio un salto cualitativo. El servicio de espionaje de la Fuerza Aérea forma parte de los organismos represivos más directamente vinculados a la familia El Asad (Hafez el Asad, padre del actual presidente, era jefe de la fuerza aérea cuando dio el golpe de Estado que le llevó al poder) y ha desempeñado un papel protagonista en la lucha contra la revuelta iniciada en marzo.

Los portavoces del Ejército rebelde dijeron que habían atacado además varios puestos de control en diversas zonas del país. Posiblemente exageraban, como han venido haciendo habitualmente las fuerzas opositoras aprovechando que la ausencia de periodistas independientes en Siria impide verificar sus afirmaciones, pero el hecho de que se atrevieran a actuar tan cerca de Damasco demostró que la crisis política evoluciona con rapidez hacia la guerra civil.

El Consejo Nacional Sirio, una plataforma que trata de aglutinar a la oposición, desde los Hermanos Musulmanes a grupos liberales, insiste en que la revuelta contra Bachar el Asad es esencialmente pacífica. Los últimos acontecimientos indican, sin embargo, que la oposición está cada día más armada.

Sometido a un aislamiento internacional casi completo, con Irán y Rusia como últimos aliados, el régimen de El Asad asegura enfrentarse a una insurrección “terrorista” fomentada desde el extranjero. Tras su exclusión de la Liga Árabe, el Gobierno de Damasco fomenta asaltos presuntamente espontáneos contra las embajadas. Estados Unidos ya retiró a su embajador porque no se garantizaba su seguridad, y ayer hizo lo mismo Francia.

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