Encantado de saludarle, señor de la guerra
El periodista de Canal Plus conversa con uno de esos señores de la guerra que tratan de legitimarse haciendo obras sociales o fabricándose un nuevo perfil político
Un señor de la guerra es un tipo sin escrúpulos que controla unos cientos de mercenarios, que no confía demasiado en sus propios oficiales, que tiene unas lealtades francamente volátiles y que cambia constantemente de aliados con el único fin de sobrevivir y seguir haciendo dinero con la guerra. Eso es más o menos lo que dice la ONU sobre los warlords. Dicho esto, hay varios tipos de warlords: los de maneras rudas y gatillo fácil, los que les gusta la buena vida y veranean en las playas de Abu Dabi; y los inteligentes, los que tratan de legitimarse ante la comunidad para hacer olvidar su historial sangriento haciendo obras sociales o fabricando un nuevo perfil político. Hoy hemos estado con uno de esos últimos.
Se hace llamar El Califa y dice que ya no es un warlord, sino un líder espiritual de la comunidad sufí de Somalia. Nos invita a su casa. Mejor dicho, a la habitación lujosa y ornamentada que tiene dentro de una mezquita destruida por los combates y que él mismo, con sus milicianos, reconquistó a los islamistas radicales de Al Shabab. El minarete está reventado, las paredes desconchadas por la metralla. Hay unas tablas de madres con textos del Corán amontonadas en una esquina, salvadas milagrosamente del fuego que finalmente devastó el lugar. "Esa gente son Al Qaeda, mira lo que hicieron con nuestro lugar sagrado. ¡Trincheras! Cavaron trincheras en medio de la mezquita. ¡Qué clase de buen musulmán hace eso...!", grita. Nos metemos por esos túneles, alfombrados de casquillos de bala de todos los calibres, y que para él son una demostración de que hay yihadistas extranjeros en Somalia. "Esto nunca se ha visto en Mogadiscio. Estos túneles comunicaban varias posiciones entre sí. Nos costó muchos muertos conquistar esto. Estas tácticas de guerra las han traído esos yihadistas desde Afganistan".
Su nombre real es Abdulkadir Moallin Noor y se educó en Londres, donde vivió hasta hace seis años. Su padre, un reputado clérigo sufí, construyó 46 mezquitas y casi mil escuelas coránicas. Moallin es su sucesor. Los islamistas de Al Shabab consideran a los sufíes una corriente herética, y en la frontera de la apostasía. Por tanto, fueron a por ellos. Destruyeron sus mezquitas, sus cementerios y sus símbolos, así que los sufis se organizaron en una milicia llamada Ahluu Sunna y El Califa ha sido su jefe desde entonces. Ahora ya no le gusta que le llamen warlord. "Eso es antiguo. Ahora apoyo al Gobierno. Soy el consejero de Seguridad Nacional del presidente. He cedido mis hombres y mis armas al Gobierno. Ellos pagan ahora su salario", me dice dándome su tarjeta y su correo electrónico, que empieza como 1mogman@... "Sí, sí, el primer hombre de Mogadiscio", me dice riéndose.
Ayer nos lo advertía el alcalde de Mogadiscio: "Los señores de la guerra son una bomba de relojería. Si no se les desactiva, volverán". Los warlords tiene una genética nihilista, un ADN explosivo e incontrolable programado para traicionar a sus socios y pasarse al enemigo por una simple cuestión de orgullo o un choque de egos. En este Mogadiscio caótico y loco ellos son el problema, pero también, paradójicamente, la solución. Cada vez hay mas observadores internacionales que apuestan por dar una oportunidad a tipos como El Califa. Si le creemos, su milicia se integrará en un futuro ejército nacional. Si está interpretando un papel, y viendo como le adoran sus hombres, solo tiene que silbar para volver a ser ese poderoso señor de la guerra que controla, en estos momentos, varios distritos de Mogadiscio y varias provincias del este de Somalia. De lo que pasó durante la guerra, de los muertos, matanzas y todo eso, me dice, mejor no hablar...
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