El régimen sirio despliega al Ejército en Damasco para frenar la revuelta
La policía y los militares reprimen por primera vez una ciudad kurda
Las manifestaciones contra el régimen de Bachar el Asad lejos de amainar crecen cada viernes en infinidad de ciudades de Siria. Y en Damasco, hasta ahora casi al margen de la rebelión, el ambiente se caldea. No lo ignoran las autoridades, que desplegaron ayer masivamente en varios barrios de la capital al Ejército antes del comienzo del rezo. El viernes anterior, la ciudad había vivido las primeras manifestaciones importantes. Vecinos contactados por teléfono por las agencias de noticias aseguraban ayer que en algunos distritos de la ciudad la luz y las comunicaciones habían sido cortadas. Pero casi nadie cree que la represión pueda sofocar las protestas. Una tras otra, las ciudades se suman al desafío al régimen. Alrededor de un millón de personas secundaron ayer las marchas, aunque saben que pagarán el precio. Al menos 11 personas murieron a tiros en Homs, en Idlib, en el norte del país, y en Damasco.
EE UU afirma que "el régimen utiliza el fantasma de la guerra civil"
En la madrugada del sábado, el Instituto Militar de Homs fue alcanzado por dos explosiones, según han informado residentes en la localidad a la agencia Reuters. Las explosiones habrían tenido lugar en el interior del centro. Estas mismas fuentes aseguraron que tras las detonaciones se han escuchado disparos de armas pesadas y que varias ambulancias se han dirigido al complejo militar, situado en el distrito de Al Waer.
Varios residentes de Damasco explicaron a Reuters que prefieren permanecer en sus casas y que están reuniendo dinero porque temen que la violencia se instale también en la capital. "Nadie va a comprar ni a los restaurantes. Incluso los clubes están vacíos", comentó un vecino de la ciudad vieja. Para complicar más las cosas, el precio de las verduras, el té, el azúcar y el aceite de cocinar está subiendo. Son productos fundamentales para los sirios, y no faltan los expertos que auguran que un agravamiento de la crisis económica perjudicará aún más los esfuerzos del régimen por aplacar la rebelión.
"En Damasco ahora se habla de protestas, arrestos, muertes y de las redadas de las fuerzas de seguridad", dijo un vecino. Otros aseguran que policías vestidos de paisano merodean por las tiendas y cafés de Internet.
Por primera vez desde que la revuelta popular comenzara a mediados de marzo, y casi 2.000 muertos después, el Ejército y la policía reprimieron ayer con porras y gases lacrimógenos a los kurdos en la ciudad de Qamishli. Docenas de manifestantes fueron heridos. Los kurdos gritaban contra la discriminación que sufren desde hace décadas. No en vano, el presidente Bachar el Asad prometió recientemente concederles la ciudadanía para templar los ánimos de esta comunidad. Resulta a estas alturas casi imposible que cualquier promesa de reforma política pueda disuadir a la mayoría de los sirios.
Las protestas se repitieron ayer en Deraa, en la frontera con Jordania; en la mediterránea Latakia, y en la oriental Deir al Zor, cerca de la frontera con Irak.
Pero desde hace ocho días es Homs, donde ayer reaparecieron los tanques en las calles, la localidad que sale peor parada. Los activistas aseguran que en ese plazo 50 personas han perdido la vida en esa ciudad, donde también varios militares y simpatizantes de El Asad han sido asesinados.
La magnitud de la revuelta popular no impide al Gobierno, sometido también a una presión diplomática creciente, insistir en que todos los problemas son causados por grupos islamistas y por una tenebrosa mano extranjera. Y también emplea el riesgo de que estalle una guerra civil para disuadir a la población de participar en las manifestaciones, en un país en el que la minoría alauí (a la que pertenece El Asad) controla férreamente el Ejército.
"El régimen está intentado utilizar el fantasma de la guerra civil, pero está claro que la mayoría de manifestantes están protestando sin tener en cuenta el peligro de enfrentamiento [entre las diferentes confesiones religiosas] por un futuro mejor para Siria", declaró el secretario de Estado adjunto de EE UU, Jefrey Feltman.
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