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Si es una guerra, como en la guerra

A estas alturas las dudas ofenden. Es una guerra. El 2 de mayo cayó acribillado Osama bin Laden, gran mariscal del islamismo yihadista. Mes y medio después, Barack Obama, su némesis, anunció la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán para 2014, gesto que seguirán todos los aliados de la OTAN. Si alguien quiere vender la idea de que, una vez cumplida la misión, los vencedores pueden regresar a casa, ahí están los talibanes para devolverle la pelota: los ejércitos del terror matan a 30 personas en un hospital infantil el 24 de junio y a 21 más en un hotel de lujo en Kabul el 28.

Obama ha querido terminar con ambas, pero no con la guerra, que va a seguir aunque no queden soldados estadounidenses en el subcontinente asiático. Su consejero especial para la lucha contra el terrorismo, John Brennan, ha presentado esta semana la nueva 'Estrategia nacional para el contraterrorismo', la primera bajo presidencia de Obama, en la que se señala que Estados Unidos está en guerra, pero su enemigo no es ni un país, ni una táctica (el terrorismo), ni una religión (el islam), sino una organización, Al Qaeda, a la que hay que “desorganizar, desmantelar y derrotar”.

Bush desencadenó la Guerra Global contra el Terror después del 11-S. Designó un Eje del Mal, en el que estaban Irak, Irán y Corea del Norte. Autorizó la transgresión de las reglas internacionales sobre prisioneros de guerra y las nacionales sobre los derechos de los detenidos: la legalización de la tortura y el campo de Guantánamo fueron el producto de esta nueva era belicista. Obama, en cambio, tiene declarada la guerra a Al Qaeda y ha acotado quiénes son esos enemigos a los que perseguirá hasta el último rincón del mundo. Su objetivo es evitar los atentados en el territorio de su país: sus compatriotas no le perdonarían que fuera menos vigilante que Bush.

Según la 'Estrategia' recién presentada, la guerra antiterrorista debe librarse legalmente, según las leyes y los valores estadounidenses. Pero eso no excluye la amplitud ni intensidad de su principal frente de guerra, del que apenas se habla en la estrategia: en Pakistán, en Yemen o donde sea, seguirán los ataques contra dirigentes terroristas, mediante el uso de drones o con Navy Seals como se hizo con Bin Laden. Obama cree que, si es una guerra, nada hay más legítimo que liquidar a los generales enemigos hasta terminar con todos ellos.

Comentarios

No hay ding sin dong ni campana sin badajo, ni desde luego guerra sin bajas premeditadas; la obligación en la guerra es matar, y tan calculada y cruel es la bomba que se arroja desde diez mil metros de altura, a sabiendas de que matará, como la bala que se dispara a dos metros. Si hay obligación de no liquidar al enemigo que se rinde, tal cosa es difícil de averiguar cuando se tira la bomba desde el cielo. La muerte a domicilio de Bin Laden habría recibido menos críticas de haber sido ejecutada de esta forma, pero lo cierto es que su enemigo quería matarlo, de una forma u otra, y eligió, posiblemente, la que más aseguraba el resultado.
Drôle de guerre.

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