El gobernador de California apoya la creación de Silicon Valley en Rusia
Arnold Schwarzenegger viaja a Skólkovo, un entorno de investigación y altas tecnologías rusas.- El premio Nóbel de Física, Andre Geim, califica de "quijotesca" la iniciativa
El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, ha apoyado el empeño del presidente ruso Dmitri Medvédev para crear Skólkovo, un entorno de investigación y altas tecnologías basado en el Silicon Valley norteamericano. "Es en nuestro interés que Rusia tenga éxito", ha dicho Schwarzenegger que viajó a Moscú al frente de una delegación de empresarios e inversores de Silicon Valley (entre ellos Microsoft, Google y Cisco) interesados por Skólkovo. La cita con Medvédev y los representantes de Skólkovo tuvo lugar en una Escuela Empresarial (del mismo nombre, pero independiente del proyecto mimado del Kremlin), situada junto al terreno- un prado con bosque claro- donde un día ha de alzarse la futura ciudad de la ciencia y técnica rusa.
Refiriéndose a la biotecnología, nanotecnología y alta tecnología, Schwarzenegger ha dicho que California representa "lo mejor" y ha agregado: "Tenemos que usar todo el mundo para promocionar nuestros productos". El ex actor de cine se ha paseado en el metro moscovita y ha sido conducido en un coche soviético de mediados del siglo pasado hasta la Escuela empresarial. Su chofer fue Medvédev, a quien Schwarzenegger recibió en junio en Silicon Valley.
En opinión del gobernador, el presidente ruso es un "gran visionario", con una idea "clara" de lo que quiere y "muy ambicioso". Medvédev ha admitido que la corrupción es un problema en Rusia, "que no se ve como algo vergonzoso, sino como algo cotidiano". Ha afirmado que las leyes no bastan para luchar contra este fenómeno y, refiriéndose a un "problema de mentalidad", ha dicho que esperaba aprender de los norteamericanos. En su opinión, China ha sabido crear una atmósfera para los inversores. Rusia, en cambio, tiene "mala imagen", según ha afirmado estudiante de la escuela. Silicon Valley es un producto de medio siglo de trabajo y no ha sido construido "de la noche a la mañana", ha advertido Dick Kramlich, de New Enterprise Associates.
La Duma Estatal (el parlamento ruso) ha legislado un exclusivo régimen de exenciones fiscales y aduaneras para Skólkovo, que muchos ven como un proyecto de lujo para privilegiados, pero no como apoyo estructural a la amplia red de centros de investigación subfinanciados de Rusia. Medvédev ha afirmado que Skólkovo es sólo un modelo a reproducir después por el país.
Golpe moral
El premio Nóbel de Física, Andre Geim, ciudadano holandés de origen ruso, asentó un golpe moral a Skólkovo la semana pasada. Refiriéndose al proyecto, Geim dijo: "Ahí la gente se ha vuelto completamente loca. Consideran que si a alguien le echan encima un saco de oro, pueden invitar a quien quieran". Calificando de "quijotesca" la iniciativa, Geim recomendó financiar los institutos de la Academia de Ciencias de Rusia, en lugar de planes grandiosos.
Geim nació en 1958 en Sochi y su compañero de Nobel, Konstantín Novosélov, en 1974, en Nizhni Taguil, en los Urales. Están orgullosos de haberse formado en la escuela del Instituto Físico Técnico de Moscú, pero su visión de las condiciones que necesitan para trabajar y vivir contrastan con la concepción de confort (golf, restaurantes) previsto por los ideólogos de Skólkovo para atraer a figuras reconocidas, cuanto más premios Nobel mejor.
En opinión del politólogo Stanislav Belkovski, si existiera un premio Nobel de matemáticas, los líderes de la ciudad de las innovaciones de Rusia bien lo podrían recibir "para probar la hipótesis según la cual los sobornos pueden superar el 100% de las sumas de financiación del presupuesto". "El premio a Geim y Novosélov fue posible porque en la URSS se construyó un sistema de ciencia institucionalizada, sobre todo de ciencia fundamental, que se interesa por saber cómo está construido nuestro mundo, y el motor de la fiebre del saber es tan insaciable como desinteresado", ha señalado. "En Rusia, por muy raro que parezca, aún hay científicos geniales y estudiantes curiosos", dice Belkovski, que recomienda "darles lo que verdaderamente necesitan, en primer lugar sueldo y equipo y no los mejores restaurantes del mundo. Hagan de tal modo que no dejen la ciencia y no se vayan de Rusia".
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