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Herramientas de antaño

El escaparate del nuevo reparto de poder es la escena internacional, con sus momentos estelares significativos, en los que vemos desfilar a los rumbosos nuevos agentes mundiales y captamos los gestos de preocupación de quienes tenían hasta ahora el monopolio de las decisiones que nos afectaban a todos. Ahí están las reuniones del G20, las cumbres sobre cambio climático, las grandes negociaciones internacionales de paz y de desarme, o las citas del Hollywood de la política internacional que es Nueva York en septiembre. Pero detrás del escaparate, en los rincones más oscuros, también se reparten de nuevo las cartas. Los cambios geopolíticos y los desplazamientos de poder se están produciendo en los grandes espacios al igual que en los patios domésticos.

Pero no nos engañemos. Esas organizaciones europeas de encuadramiento obrero y defensa de los intereses de los asalariados pertenecen a otra época. La clase obrera se ha ido diluyendo en el mundo globalizado, erosionada hasta su desaparición por la deslocalización industrial que ha trasladado los puestos de trabajo desde las cuencas europeas hasta las aglomeraciones chinas, y por la automatización de la producción, que ha convertido enteras ramas de empleo intensivo en silenciosas plantas conducidas por ingenieros. En la intemperie de la globalización han aparecido dos nuevas clases sociales sin apenas defensa sindical: los parados fabricados por las crisis tecnológicas, las deslocalizaciones y las recesiones como la que terminamos de atravesar ahora; y los inmigrantes que huyen en masa de la miseria y el hambre de los países vecinos.

La huelga general, noble y utilísima herramienta de la lucha de clases clásica, constituye hoy un enigma de difícil comprensión para las nuevas generaciones educadas en el teletrabajo, la multiculturalidad y el individualismo: tiene poco o nada que ver con la realidad de la estructura productiva actual. Como instrumento de acción política es también de dudosa eficacia, sobre todo cuando se esgrime ante gobiernos que ya han cedido la parte sustancial de la soberanía nacional en políticas monetarias y económicas. Queda sólo su valor simbólico o emblemático, como envite de los sindicatos ante el nuevo reparto de poder que se produce en el mundo, esta vez puertas adentro.

Los sindicatos históricos de la gloriosa y desaparecida clase obrera quieren estar en el nuevo mapa que estamos trazando entre unos y otros. Este mundo nuevo que está surgiendo también necesitará gente y organizaciones que pugnen por los derechos de los trabajadores, por la solidaridad y por la justicia, no hay duda. La duda sobreviene cuando nos planteamos si servirán aquellas nobles y antiguas herramientas o si serán incapaces de adaptarse y defender a las nuevas clases desposeídas con la misma eficacia e intensidad que lo hicieron con la clase obrera clásica. Algo de esto está en juego en la huelga general, otra vieja herramienta, convocada en España este 29 de septiembre. En ella los sindicatos dilucidan su poder y su destino.

Comentarios

Ahora con la huelga general, tenemos en boca todo el día a los sindicatos, pero hace tiempo que llevo dándole vueltas a la cabeza sobre su papel en estas sociedades que nada tienen que ver ya, con aquellas construídas bajo la diálectica de clases y donde los sindicatos tenían un papel claro, tanto en sus funciones, como en quienes eran los sectores que debían defender.He sabido de la importancia que los sindicatos han tenido en ámbitos concretos, donde hasta incluso ahora funciona la dialéctica trabajador-empresario clásica, como por ejemplo en las cuencas mineras, dónde ha existido un profundo arraigo sindical. Pero estos casos cada vez son menos.Hoy incluso expresiones como el paro obrero, creo que son obsoletas, hoy las colas del INEM también están plagadas de universitarios, y es que me atrevería a decir que son los nuevos obreros del siglo XXI, junto a aquellos que lo han sido tradicionalmente.Durante mucho tiempo ser universitario te convertía en un trabajador, que en la diálectica propia de la sociedad de clases, se identificaba con cuello blanco, con un buen trabajo, recursos económicos, movilidad social y situado fuera del ámbito obrero. Pero hoy eso ha cambiado, porque al menos en este país, hay un importante segmento de población que por muy universitarios que sean trabajan diez horas en empresas, con contratos precarios, y son mileuristas, y yo pregunto: ¿estos no son obreros? Probablemente sí. Pero ni los licenciados, educados en la lógica de si no vistes mono azul no eres obrero, ni los sindicatos que han estado demasiado aquilosados en su discurso tradicional, han sido capaces de asumir la nueva situación. Por supuesto que nos van a hacer falta sindicatos, y más cuando muchos de los derechos heredados del siglo XX, me atrevería a decir que están en retroceso, el problema es que hoy los obreros son otros, y ante esta nueva realidad se necesita que los sindicatos y la sociedad tomen cociencia y renueven sus modelos de acción para que se adapten y sean eficaces en las nuevas realidades socio-económicas y políticas del mundo del siglo XXI.
Sr. Bssets: Permiso para responder hoy al Sr. Z. y a otro Sr., pues de lo contrario no ven los mensajes. Sr.Z.: Muy justo lo que Ud. ha dicho. Gracias. Sr. H.: Bien sé que lo que agregué no es el tet., éste son tan sólo cuatro letras consonantes impronunciables para mí, que se traducen Yavé. Lo demás lo agregué porque es algo bueno, Ud. me reprocha mi afán lingüïstico, pero en el lenguaje está el hombre, no en otra cosa.RMM(mayúsculas).
No le reprocho nada. Solamente apunté a un error. Lo demás es complejo.
Me imagino que las huelgas en España son como partidas de fútbol: Todos van, hacen fiesta un rato, y al final todos a casa. Si en el pasado no ha sido así, esta vez sí será porque ya hagan escándalo, rompan cristales, o haya muertos, esta vez se tragarán los cambios. No hay como evitarlo. Esta vez España está contra las cuerdas, en quiebra, y sin escapatoria.Se acabó el dinero ajeno, y el socialismo no funciona más.
hola miren este blog, esta muy bueno:www.tecnonosfera.blogspot.com
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"La huelga general, noble y utilísima herramienta de la lucha de clases clásica, constituye hoy un enigma de difícil comprensión para las nuevas generaciones educadas en el teletrabajo, la multiculturalidad y el individualismo: tiene poco o nada que ver con la realidad de la estructura productiva actual".Nooo, Lluís, la huelga general sigue siendo poderosísima. Lo que entrecomillo es, SÓLO, incipiente.Saludos desde Barcelona
pero Ud sigue escribiendo Don Bassets Los suyos son articulos constructivos de los que se necesitan ...
Hice numerosas veces huelga con AMSAFE,(se siguen haciendo porque AMSAFE no es partidista), conseguimos importantes conquistas laborales docentes. Después el gobierno nos descontaba los días de paro(veinte, treinta): volvíamos a hacer paro para que no nos descuenten. Al final, ganábamos siempre.RMM.
"Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error.", Nabulio Buonaparte, corso, Emperador de los Franceses.

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