El 'barco de los derechos' pide una Italia distinta
Unos 500 residentes en el extranjero zarpan de Barcelona en una protesta lúdica contra la "deriva autoritaria" del país.- José Saramago y Dario Fo han dado su apoyo a la iniciativa ciudadana
Mañana por la noche zarpará del puerto de Barcelona el barco de los Derechos, que tiene previsto llegar el sábado a Génova. La iniciativa simbólica, denominada El desembarco para recordar los 150 años de la gesta del ejército de Giuseppe Garibaldi, ha sido organizada por la colonia de ciudadanos italianos residentes en Barcelona. Las comunidades de Bruselas, París, Londres, Atenas, y el Pueblo Violeta, el movimiento de oposición nacido en Internet, se han sumado también.
Cerca de 500 italianos harán la travesía de 18 horas en un barco de línea regular. Su idea es rendir homenaje a "aquellos que dentro del país resisten a la deriva cultural y política de la sociedad italiana, y a la puesta en discusión por parte del Gobierno de los derechos adquiridos", según explica Andrea de Lotto, uno de los organizadores, profesor del Liceo Italiano de Barcelona.
El desembarco ha recibido la adhesión del recientemente fallecido José Saramago, y cuenta también con el apoyo del dramaturgo Dario Fo, el actor Carlo Verdone, la directora y actriz Sabina Guzzanti, el cantante Franco Battiato y el cómico Beppe Grillo.
Los organizadores de la nave dei diritti, como se llama en italiano, subrayan el carácter ciudadano de su iniciativa. "La idea de la nave hace mención a un gran contenedor que pueda llevar voces, ideas y esperanzas hasta Italia. Defendemos la Constitución y su origen laico y pluralista, y una democracia verdadera, informada y trasparente".
En el manifiesto del viaje, que se puede leer en www.losbarco.org, se afirma que la percepción de Italia en el extranjero es cada vez más inquietante. "El racismo crece, así como la arrogancia, la prepotencia, la represión, los chanchullos, el machismo, la difundida cultura mafiosa, la falta de respuestas hacia el mundo laboral, cada vez más subalterno y más precario. Los méritos y capacidades de las personas, sobre todo de los jóvenes, no se valoran. Crece la cultura del favor, del desinterés por el bien común, de la carrera al dinero, y de lo privado en todos los sentidos".
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