Metrallas o bozales que acallan
Distintos intentos en diferentes países quieren acallar a los medios, tradicionales y novedosos, para imponer la 'historia única'
Como que se nos fue de la mano, y decidimos ponerle un tapón. Bala, ley, intimidación y hasta acuerdos transnacionales. Movido el escenario, echados a andar los actores, implicados los ciudadanos; pero no pinta abierto el horizonte.
¡Vaya paradoja! El siglo XXI que prometía ser el de la consolidación de nuestras libertades, presencia esfuerzos muy diversos por acotar o controlar una de las más esenciales: la de expresión. América Latina se está pintando sola en este desaseo. Ya sea por amenazas directas a los profesionales de la comunicación, controversias con empresas de medios, nuevas legislaciones e incluso regulaciones transnacionales; lo cierto es que 2010 arrancó con diversos episodios que debieran tenernos en alerta. Si prosperan, estaremos comenzando el siglo de la Historia Única.
Los asesinatos de periodistas, en algunas regiones de México, parecen cotidianos. De ese tamaño es la tragedia. En lo que va del año -y ni siquiera ha terminado el primer mes- se registraron por lo menos dos, que se suman a las decenas de informadores asesinados en los últimos años. México es ya uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. El cuerpo de Valentín Valdés, reportero de un diario local del norteño estado de Coahuila, hallado con varios balazos, señales de tortura y un mensaje de advertencia. José Luis Romero, periodista activo en Sinaloa y desaparecido desde diciembre, encontrado sin vida, con múltiples impactos de bala. Hay zonas en México en que las armas callan a los informadores, real o simbólicamente. Y sabemos lo que eso significa: cuando se deja de contar una historia, no desaparece la realidad, sino que se ha sucumbido a ella.
Declaraciones van y vienen, argumentos se esgrimen, leyes se exhiben y tecnicismos se señalan: este fin de semana el gobierno de Venezuela logró que se suspendiera la transmisión de la señal de Radio Caracas Televisión Internacional, junto con otros canales de televisión por cable. Reformas a la legislación local (Ley Resorte), que clasifica a los medios en nacionales o internacionales, y les impone obligaciones diferenciadas, fueron el marco para exigir la suspensión de la señal de este medio, sin duda uno de los más críticos del presidente Hugo Chávez. Las movilizaciones, por éste y otros sucesos recientes en Venezuela, han sido numerosas, encontradas y en ocasiones violentas, con ya algunas muertes registradas. Nuevamente son sobre todo los jóvenes, estudiantes universitarios en su mayoría, los que no dejan de tomar las calles y protestar. Las redes sociales en Internet son espacios aliados: #23e (por la marcha del 23 de enero), #FreeMediaVe (llamado a "liberar" a los medios de Venezuela) o la que se explica sola #FreeVenezuela, son algunos de los códigos para unir las voces críticas y convocar a la solidaridad internacional. Porque de persistir lo que ya es, una parte importante de venezolanos conocerá del mundo y de su mundo, a través de los pocos medios que contarán la historia que su Presidente quiere que se cuente.
Hablar de una Cruzada contra la Mentira pareciera broma medieval o si acaso ocurrencia de regímenes totalitarios. Pero se trata del más reciente esfuerzo del presidente boliviano, Evo Morales, por impulsar una ley que permita regular el trabajo informativo para de paso lograr que "no se mienta tanto" en los medios de comunicación. Nada más que hay un problema con la mentira: que alguien debe saber cuál es la verdad para poderla calificar como tal. Y como nadie tiene la verdad absoluta, ni el presidente Morales, pues entonces ésta se fijará de acuerdo con los horizontes narrativos predefinidos. En resumen, alguien definirá qué es verdad y qué es mentira. Suena lo suficientemente subjetivo como para ponerle los pelos de punta a cualquiera, ¿no? Habremos de ver cómo se desarrolla esta historia, que tiene que ver también con otras reformas posibles a la Ley de Imprenta. Y no niego que las construcciones de realidad que nos llegan a través de los medios de comunicación pueden en mucho estar alterando sucesos, personajes y contextos. Pero siempre será más deseable el exceso en libertad de expresión, aún con los peligros que se corren, que la regulación creciente en esta materia. Decía el presidente Felipe Calderón, a principios de año: "Se vale hablar bien de México". Sí señor, pero hablar bien no es contar sólo una historia; como decir la verdad no es eliminar todo lo que no se parece a ella.
Ahora, Internet: el 26 de enero, se reunieron en Guadalajara, México, algunos de quienes están negociando ACTA, Acuerdo de Comercio Anti Falsificación (Anti-Counterfeiting Trade Agreement, por sus siglas en inglés). Hasta donde sabemos son los gobiernos y representantes de la industria de Australia, Canadá, la Unión Europea, Japón, México, Marruecos, Nueva Zelanda, Emiratos Árabes Unidos y los Estados Unidos quienes encabezan este esfuerzo que, de concretarse y entre otras cosas, endurecerá las penas en contra de los usuarios que compartan contenidos digitales protegidos por derechos de autor, permitirá a los proveedores de servicio de Internet monitorear a los usuarios y suspenderles el servicio, autorizará la revisión de equipos personales (de cómputo, mp3, etc.) para identificar materiales protegidos por derechos de autor, etc. En resumen, pinta para ser una ofensiva importante en contra de los usuarios. Pero lo más grave de todo es que algunos gobiernos, el consumidor individual y los ciudadanos en general, no hemos tenido acceso a lo que ahí se discute y acuerda. Así como ya sucedió en España, toca ahora que los usuarios de los demás países exijamos la publicación de ACTA y su revisión, porque si la regulación se mete de esta manera a las redes, habremos perdido el espacio ganado de las muchas voces que hoy lo pueblan.
Así arranca el 2010. Insisto, ¡vaya paradoja! Pretendimos ser libres y ahora potenciamos los bozales criminales, legales, locales y transnacionales. Sea por los medios llamados tradicionales (radio, TV, prensa) o los emergentes (sobre todo los interactivos), pero toca dar la batalla: porque si se impone la verdad única, la voz única y el canal único, habremos llegado a la antesala de la Historia Única. Y como que no, ¿no?
Directora del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México; Defensora del Televidente de Canal 22; conductora de radio y TV
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