Los números del hartazgo
Contra la visión tradicional de que a los mexicanos nada les perturba, una encuesta confirma que ya no somos indiferentes a los problemas
Un trascendental cambio de humor se percibe en el aire de México. Nosotros, los que no hace mucho éramos optimistas irredentos para los que "mañana" y "mejorar" eran vocablos que se conjugaban solos, ahora resulta que nos sentimos hartos, impotentes y angustiados frente a la lluvia de problemas que nos ha tocado vivir los últimos años.
Recuerdo hace años a Don Jesús de Polanco, agudo conocedor del carácter mexicano, que nos decía en una plática informal con amigos y familiares que pocas sociedades conocía él donde tantos estuvieran tan conscientes de los abusos y arbitrariedades cometidos por los que detentaban el poder, y sin embargo tan difundida información sólo sirviera para hacer buenos chistes al respecto.
Don Jesús estaría sorprendido de ver el hartazgo que está embargando los ánimos nacionales. Y no es para menos, de la crisis económica a la que no se le ve fin, en México viajamos a la epidemia de Gripe A y de ahí a escandalosos asesinatos supuestamente perpetrados por el crimen organizado, para después conocer noticias de secuestros que se multiplican, de locos que matan en el Metro porque no los dejaron escribir consignas en las paredes o de iluminados que simulan tener explosivos en un avión para llamar la atención sobre un supuesto terremoto que se avecina. Explosiones en plazas públicas y sucursales bancarias conviven con cotidianos asaltos en las calles, robo de autos y fraudes con tarjetas bancarias.
Ya no es lo duro, afirma el refrán, sino lo tupido. Hoy ocho de cada diez mexicanos percibimos en quienes nos rodean un sentimiento de incertidumbre y temor frente al futuro inmediato del país, humor muy distinto a aquel al que se refería Polanco en los años ochenta.
Para la mayoría de los mexicanos es claro que tantos y tan duros problemas están ocasionado divisiones y enfrentamientos cada vez más radicales entre importantes grupos de la sociedad mexicana, y es esa realidad la que hace que muchos pregonen abiertamente, o en cuchicheos de café, que puede haber un estallido social, confirmando así el apocalíptico presagio que nos embarga en México cada vez que se acerca el año diez de cada siglo.
"México está enojado... pero no se lo digan a nadie" escribía Gabriel Warkentin hace unos días en ELPAÍS.com. Efectivamente, la encuesta confirma que México está enojado y además indica que la inmensa mayoría de los mexicanos ya lo sabemos, nos lo digan o no.
María de las Heras es analista política.
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