Frei y Piñera se acusan mutuamente de manejos turbios para enriquecerse
Primer debate televisado entre los cuatro candidatos a la presidencia chilena
Los cuatro candidatos a la presidencia chilena para las elecciones del próximo 13 de diciembre se enfrentaron la noche del miércoles (hora local) en un debate televisado, que tuvo poco de tal por su formato rígido. En el debate sobresalieron los dardos que se arrojaron quienes encabezan los sondeos: el representante de la derecha, el empresario Sebastián Piñera, y el de la coalición gobernante de centro-izquierda, el senador y ex presidente Eduardo Frei. También destacaron los ángulos que eligió el diputado independiente y ex socialista Marco Enríquez-Ominami, y el aplomo y relajación del postulante del pacto que encabezan los comunistas, Jorge Arrate.
Ante unas 400 personas presentes en el estudio de la televisión estatal, que organizó el debate, y unos dos millones de telespectadores, el momento más intenso ocurrió cuando el democristiano Frei recordó las críticas y la multa que pagó Piñera por la compra de acciones de su propia aerolínea, LanChile, poco antes de la entrega del balance trimestral, obteniendo beneficios de la operación. "Una persona que aspira a la presidencia [Piñera] no puede estar [citada] en los informes de Transparencia Internacional" por uso de información privilegiada, afirmó Frei.
Piñera acusó a Frei de "irresponsable y faltar a la verdad" y negó haber utilizado información privilegiada. "Espero que se disculpe. Además, mis inversiones siempre han sido transparentes y las suyas, senador Frei, sólo las conocen usted y su hermano", reprochó el candidato de la derecha. Después criticó el indulto presidencial de Frei a un narcotraficante.
El esquema del debate impidió que los candidatos dialogaran directamente. Siempre debían esperar su turno y una pregunta del presentador, el periodista y sociólogo Alejandro Guillier, o elegida entre las enviadas previamente por el público. Los temas habían sido seleccionados a partir de un sondeo. Parecía ser más una entrevista a cada candidato que un debate entre ellos, aunque el número de contendientes impedía un formato de confrontación frontal como el que tuvieron el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el candidato del PP, Mariano Rajoy, en las elecciones generales de 2008.
La estrategia de Piñera, el que tenía más que perder y menos que ganar, por ir encabezando los sondeos, fue presentarse como el cambio. Propuso "cirugía mayor" para enfrentarse a los problemas y "tolerancia cero" y "transparencia" ante la corrupción. "Quiero ser el presidente que sea capaz de resolver los graves problemas que aquejan a Chile", dijo, refiriéndose en especial a la delincuencia y la salud.
Frei se planteó como un defensor del papel del Estado y heredero de la obra de los Gobiernos de la Concertación. Su principal promesa electoral fue extender a la clase media el sistema de protección social construido para los sectores vulnerables por la presidenta Michelle Bachelet. También planteó la necesidad de impulsar una reforma laboral, destinada a ampliar y fortalecer la negociación colectiva.
Enríquez-Ominami, que marcha tercero en los sondeos, hizo esfuerzos por terciar en la contienda y pidió a Piñera y Frei que explicaran cómo financiarán sus promesas sin subir los impuestos. Criticó a Piñera por omitir referirse a la delincuencia de "cuello y corbata" y a Frei por la construcción de viviendas sociales de mala calidad durante su Gobierno. Pero Piñera y Frei lo ignoraron. "Yo pido a ambos que respondan, me parece de mínima educación", insistió Enríquez-Ominami en el siguiente turno. Al finalizar, afirmó que Frei y Piñera son figuras del pasado, uno que "ya tuvo su oportunidad", y el otro, "secuestrado por los intereses corporativos de las grandes empresas".
La sorpresa del debate, para quienes no lo conocían, porque ha tenido mucho menos cobertura de prensa, fue el ex ministro Jorge Arrate, que en los sondeos va el último, con un 1% de las intenciones de voto. La mayoría de los analistas coincidió que su intervención fue la más certera y aprovechó mejor la televisión, dando incluso espacio al humor. "Miro al mundo como un socialista, como un libertario, como un allendista, como un hombre orgullosamente de izquierda", dijo Arrate, candidato por el pacto que encabeza el partido comunista.
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