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El Senado checo aprueba el Tratado de Lisboa

Falta la ratificación del presidente, el euro-escéptico Vaclav Klaus, quien ha dicho que no lo hará "por ahora"

Momento en que los senadores checos aprueban el Tratado de Lisboa en Praga
Momento en que los senadores checos aprueban el Tratado de Lisboa en PragaREUTERS

El Senado checo aprobó este miércoles por una cómoda mayoría de 54 votos a 20, con cinco abstenciones, el Tratado de Lisboa, que ahora se enfrenta al último gran obstáculo: su aceptación en referéndum por Irlanda el próximo otoño. La votación de la Cámara alta checa se suma a la ya favorable de la Cámara baja, ambas en sintonía con la opinión popular, lo que no impidió al euroescéptico presidente Vaclav Klaus reiterar su negativa a ratificarlo mientras no haya veredicto irlandés. La votación del Senado fue recibida con alivio y parabienes en las instituciones comunitarias. "Tras la noticia de hoy, el voto irlandés tiene muy buenas perspectivas", declaró el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

República Checa era el único de los Veintisiete que no se había pronunciado sobre el Tratado de Lisboa y el debate y la votación de este miércoles venían precedidos por el intenso enfrentamiento partidista del Gobierno, encabezado por el liberal Mirek Topolanek, con la oposición, liderada por los socialdemócratas. La oposición logró imponerse en la Cámara baja, donde en otro momento derribó el plan de Topolanek de acoger el escudo antimisiles en Europa, y los liberales estuvieron muy tentados de hacer pagar esta afrenta política en el Senado a costa del Tratado de Lisboa, defendido por los socialdemócratas.

El de este miércoles fue un debate seco, con momentos de amargura y resignación en las filas del Partido Cívico Democrático (ODS) de Topolanek, grupo que pese a contar con fuerza suficiente (36 de 81 senadores, en una votación que requería una mayoría de tres quintos, 49 escaños) para enterrar Lisboa optó resignadamente por lo que consideró inevitable o menos malo. Topolanek, que dejará este jueves de ser primer ministro como consecuencia de la moción de censura perdida a finales de marzo, lo dejó bien claro a los suyos y a la nación: "No acepto el Tratado de Lisboa con euforia. Pero es el precio a pagar por ser miembro del club".

En esa línea abundaron sus correligionarios, con constantes apelaciones a que, a pesar de tener que tragarse el sapo, seguirán luchando a brazo partido "contra la burocracia de Bruselas" como aseguró el también liberal presidente del Senado, quien para hacer más soportable el trance rebuscó en la letra pequeña de Lisboa para subrayar que "si el tratado es ratificado en otros países dará más poderes a los Parlamentos nacionales".

Defensores

Entre los fervientes partidarios del Tratado de Lisboa en el Gobierno se encuentra el ministro saliente de Asuntos Europeos, Alexander Vondra, quien respaldó en el Senado la necesidad de que la República Checa siga jugando un papel en Europa. La imagen del país estaba en juego y no pocas voces airearon la vergüenza sentida por el espectáculo dado en la escena comunitaria, incluida la caída en plena presidencia semestral del Gobierno. "Es un gran día para la posición de República Checa en el mundo y en Europa", declaró Vondra en improvisada conferencia de prensa.

Fue una votación a la defensiva, como tambien manifestó Topolanek. Un rechazo "nos hará caer en la esfera de influencia de Moscú", dijo. Jeromir Stetina, un senador independiente firme partidario del 'si', abundó en la idea del amenazante oso ruso: "Por eso es importante estar en Europa". Lo que a su juicio no quita para que la independencia y la seguridad que ofrece Europa no deba ser complementada "con una estrecha cooperación bilateral con Estados Unidos".

Sin ratificación presidencial, por ahora

La aprobación parlamentaria del Tratado de Lisboa debe ser ahora ratificada por el presidente Klaus, quien desde su palacio, que cae a pico sobre el del Senado en la parte vieja de Praga, no se inmutó. Para él nada ha cambiado. "Por ahora, el Tratado de Lisboa está muerto. Está muerto porque fue rechazado en referéndum en un Estado Miembro", reiteró en referencia a la consulta del pasado junio en Irlanda. "Por la tanto la ratificación del tratado no está por ahora en la agenda".

No era un Klaus recalcitrante lo que esperaban Vondra y los eurófilos. Antes de que hablara el presidente, el ministro había aventurado que Klaus, que ha dado pruebas de pragmatismo en el pasado, se avendría a los hechos. También se cierne sobre la votación la amenaza de filibusterismo constitucional, para lo que hacen falta 17 senadores que quieran plantear un recurso ante el máximo tribunal de la República Checa. Visto desde fuera eran reacciones numantinas sin visos de pasar a mayores.

Barroso dio el tenor sobre el horizonte despejado: "Tras la noticia de hoy, el voto irlandés tiene muy buenas perspectivas". En el Consejo Europeo del mediados de junio está previsto que se le den a Irlanda garantías (de fiscalidad, sobre su neutralidad, sobre el aborto y el mantenimiento de un comisario) que inclinen a los votantes hacia el 'sí' en la consulta prevista para otoño.

Aunque los eurófilos temen que la consulta irlandesa concentre todo el fuego graneado y los medios de quienes defienden el 'no' a Lisboa en cualquier punto de Europa, un conocedor del ánimo existente en la isla comentaba en Praga que el país está muy concentrado en la crisis económica y ve Lisboa como un asunto menor sobre el que más vale pasar página de una vez.

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