México: la víctima es sospechosa
Las autoridades de Coahuila, incapaces de resolver el secuestro de un asesor antisecuestros, tratan de manchar el honor del ex militar
Hay una manera muy rápida de convertirse en sospechoso en México. Ser víctima de un secuestro o que lo encuentren a uno en una cuneta con un tiro en la nuca. Las autoridades de algunos Estados -incapaces de combatir el crimen o tal vez coludidos con él- tiñen de sospecha a la víctima para ocultar su ineficacia y tranquilizar a la población. El ejemplo del día es el de Félix Batista, un asesor antisecuestros que fue secuestrado en Saltillo (Estado de Coahuila) hace ya más de un mes. Su familia, residente en Miami, quiere saber qué está haciendo la policía para rescatar al ex mayor del Ejército estadounidense. Y al procurador general de Coahuila le ha faltado tiempo para tirar de manual: a saber en qué malos pasos andaría el amigo Batista...
Félix Batista, de 55 años, no es ni mucho menos el único secuestrado que ahora mismo sigue en poder del narcotráfico o de la delincuencia común en México. Pero la peculiaridad de su caso lo llevó a las primeras páginas de los periódicos a principios de diciembre. El ex militar llegó al país para asesorar a empresarios de las ciudades de Torreón y Saltillo. Batista, mediador en 300 casos de secuestros en toda América Latina a lo largo de sus 24 años de experiencia, explicó sus técnicas de seguridad en sendos cursos y, el día 10 de diciembre, con el trabajo ya terminado, se fue a almorzar a un buen restaurante situado al norte de Saltillo. Lo último que se sabe de él es que se levantó de la mesa para hablar por teléfono y que un grupo armado se lo llevó de la puerta del local sin disparar un solo tiro.
Su caso apenas duró unos días en las páginas de los periódicos. La falta de noticias sobre su paradero provocó un silencio que se ha venido prolongando hasta que su esposa, Lourdes Batista, ha alzado la voz para exigir al Gobierno mexicano un informe sobre las investigaciones. Y ha sido entonces cuando Jesús Torres Charles, procurador general de Justicia del Estado de Coahuila, ha salido del paso diciendo: "Tenemos formuladas algunas hipótesis que tuvieran que ver con alguna actividad del señor Batista y que, posiblemente, tuvieran que ver con delincuencia organizada: no que él fuera miembro del crimen organizado, sino que éste tiene que ver en el asunto...". O sea...
El discurso lleva el uniforme tranquilizador de las versiones oficiales, que se empeñan en demostrar que un alto porcentaje de los asesinados en México el pasado año a manos del narcotráfico -alrededor de 6.000- no eran otra cosa que malhechores, disfrazados de policías algunos, pero malhechores al fin y al cabo. Lo que sucede es que raro es el día que los periódicos no traen la noticia de alguna "víctima colateral". Ayer mismo, los noticieros hablaron del asesinato, en el Estado de Guerrero, de un orfebre que acababa de recoger a su hijo de la escuela. Al niño, de 10 años, lo mataron también.
El parte de asesinatos -13 ayer, 297 en lo que va de año- refleja muy a las claras que 2009 empieza tan mal o peor que 2008. Ciudad Juárez, la ciudad más poblada del Estado de Chihuahua, se llevó, desde luego, la peor parte. De los seis homicidios que se registraron en las últimas horas, el más terrible fue el de una pareja acribillada frente a sus dos hijas. El resto del puzle lo forman cabezas que se encuentran en hieleras o noticias preocupantes -aún sin confirmar- sobre la creación de escuadrones de la muerte promovidos por empresarios en las ciudades más castigadas del norte de México. La vieja tentación del ojo por ojo. Lo que le faltaba a México.
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