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Reportaje:

La cruzada conservadora de los seguidores de Palin

Hasta hace unas semanas Joy Yearout, votante conservadora de 26 años, no las tenía todas consigo. Sabía que el candidato republicano, John McCain, había votado consistentemente en contra del aborto en sus 21 años en el Senado. Pero veía a otros jóvenes conservadores, simpatizantes del Partido Republicano, desmotivados. No percibía que McCain movilizara a sus propias bases. Hasta que, inesperadamente, el pasado 29 de agosto, llegó Sarah Palin, como un tornado de valores tradicionales. Y lo cambió todo.

"Esto ha sido una inyección de energía. Sarah es una madre que se opone al aborto y que no apoyará jamás el matrimonio gay", explica Joy, que desde que Palin entró en la campaña presidencial se ha dedicado a acudir a mítines a entregar pegatinas en las que se lee: "Yo voto a favor de la vida", en referencia a su oposición al aborto. El miércoles 24 de abril estuvo dando estos adhesivos en Fairfax, Virginia, mostrando una camiseta con el nombre de la candidata junto a un corazón.

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Hace un mes, los mítines de McCain a duras penas reunían a más de un millar de personas. El de Fairfax, al que acudieron más de 23,000 votantes, fue la prueba de que los efectos del huracán Sarah son palpables. Miles de familias abandonaron sus trabajos y ocupaciones, aguantando horas bajo el sol, para ver a Palin subirse a un escenario. Disciplinadamente, la gran mayoría de estos votantes decidió vestirse, con orgullo, de color rojo, el del Partido Republicano, algo raramente visto en un acto político desde las elecciones de 2004.

Los analistas ya hablan de un efecto Palin. "A McCain no se le veía como un político que de verdad creyera en valores conservadores", explica el profesor de Ciencia Política de American University David Lublin, experto en el voto conservador. "A Palin la ven como uno de ellos. Esta gobernadora ha sido capaz de devolverles el entusiasmo. Ahora, a través de pequeñas comunidades, como las parroquias, están organizándose de nuevo". A estos votantes les importan, sobre todo, dos asuntos de campaña: la oposición al aborto y la defensa de la idea tradicional de familia.

La ilusión recobrada se nota, sobre todo, en el número de votantes que han buscado participar como voluntarios en el último momento. Sus solicitudes han llegado a colapsar las líneas telefónicas de diversas sedes políticas locales. Según cifras oficiales del Partido Republicano, en las últimas dos semanas el número de voluntarios se ha multiplicado por entre siete y diez.

Las bases conservadores quieren trabajar por su candidata. Se notó en el encuentro político organizado en el Hotel Hilton de Washington por el think tank Family Research Council, fundado por el líder evangélico James Dobson. La impresión entre los votantes, llegados de todos los rincones de EE UU, era unánime: hay que asegurarse de que Palin llega a la Casa Blanca.

"Yo no iba a venir aquí hasta que McCain anunció que Sarah era la elegida", explica Sally Finch, madre de 58 años llegada desde el Estado Georgia. "La idea de familia está bajo ataque constante por el humanismo secular", dice, como recitando estas palabras de memoria. "Dios, ayúdanos".

Junto a ella se encuentra su amiga Martha Watson, de 59 años y residente de Carolina del Sur. Esta mujer educó personalmente a sus cuatro hijos, en casa, "porque en las escuelas ya no quedan valores". Cuando en marzo se enteró de que la entonces desconocida gobernadora de Alaska iba a tener a su hijo, a pesar de que le habían diagnosticado síndrome de Down, rezó por ella. Ahora considera que dios escuchó sus plegarias. "Es el ideal de persona que nos puede representar", dice, denotando que los asesores de McCain han puesto en la candidatura a alguien que conecta con estas bases. "Hoy en día hay muchos crímenes contra la vida humana, y Sarah se opone a ellos", añade.

"Palin sabe tan bien como nosotros que, desde que se legalizó el aborto en 1973, en EE UU se ha asesinado a 49 millones de niños", añade James Koehler, de 66 años, ataviado con una camisa estampada con la bandera norteamericana y una chapa con la cara de la candidata. Este padre de familia es el ejemplo perfecto de lo que McCain no consiguió por sí mismo y que Palin ha logrado en menos de dos semanas: dar voz a todos los votantes de derechas que no pueden imaginarse a Barack Obama en la Casa Blanca. "Sarah Palin nos defenderá de las invasiones del Islam radical", explica James. "No estoy tan seguro de que Obama pudiera lograr algo semejante. Es más: creo que está en la agenda Obama el instalar al Islam en este país".

Como otros dos millones de familias, James escucha cada semana los sermones radiofónicos del pastor James Dobson, una sólida roca de referencia en el voto evangélico, que representa al 23% del electorado. Hasta hace poco, este bloque estaba desconcertado con McCain, un candidato que todavía no ha sabido aclarar si pertenece a la denominación Baptista o Episcopal.

Aunque no ha apoyado oficialmente a ningún candidato, Dobson ha alabado la elección de Palin como "insuperable", por su "compromiso con la santidad de la vida", dando a entender que la suya es la candidatura a la que hay que votar en noviembre. Su giro es notable, ya que hace más de un año, el 13 de junio de 2007, dijo que "no votaría por McCain bajo ninguna circunstancia".

Ya entonces, Dobson advirtió a la derecha norteamericana: "Los votantes de valores [conservadores] no vamos a trabajar por el Partido Republicano si ignora nuestras profundas convicciones y creencias". Los líderes de este partido entendieron que necesitaban a alguien como Palin para volver a movilizar a esta base de 80 millones de votantes. Al fin y al cabo, ese grupo ya llevó a George W. Bush a la victoria en dos ocasiones.

Sarah Palin saluda a un cliente en una visita a una tienda de Filadelfia.
Sarah Palin saluda a un cliente en una visita a una tienda de Filadelfia.AP

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