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Cuatro madrugadas de allanamientos en Cisjordania

El Ejército israelí asalta hospitales, orfanatos, mezquitas y centros comerciales en varias ciudades palestinas por su presunta vinculación a Hamás

Pasada la medianoche de cualquier día, los ciudadanos palestinos de Ramala, Hebrón y Nablus aguardan la irrupción de los soldados israelíes. Lo que no es tan frecuente es que las operaciones militares se encadenen cada día. Son ya cuatro las madrugadas de asaltos del Ejército israelí a hospitales, orfanatos, mezquitas, centros comerciales, asociaciones de mujeres, organizaciones universitarias, colegios, cadenas de televisión... Al tiempo que se mantiene en Gaza una frágil tregua, el ministro de Defensa, Ehud Barak, ha ordenado una ofensiva en Cisjordania contra las instituciones que considera pertenecen a la red de asociaciones vinculadas a Hamás.

Es muy probable que muchas de esas organizaciones estén relacionadas con la organización islamista. Pero caben pocas dudas de que pagan justos por pecadores. Un centro comercial de Nablus -una de las ciudades más combativas contra la ocupación—fue clausurado el miércoles. Acogía 50 establecimientos. Muchos de sus propietarios juran no tener relación alguna con Hamás. Pero el consejo de dirección del centro comercial está dirigido por Adli Yayish, próximo a los fundamentalistas. Razón suficiente para el sellado del edificio. El comandante israelí a cargo de la región de Nablus emitió una resolución en la que advierte que cualquiera que ose entrar en el centro comercial a partir del 15 de agosto será encarcelado por cinco años. Los uniformados confiscaron documentos, ordenadores y cámaras.

El gobernador de Nablus, Jamal Muheisen, no es nada sospechoso de simpatizar con Hamás. Los gobernadores nombrados por el presidente Mahmud Abbas están embarcados en una campaña de represión contra los islamistas. No se ve una bandera de Hamás en las calles de Cisjordania. Cientos de sus militantes y líderes políticos y religiosos han sido detenidos por las fuerzas de seguridad palestinas. Las denuncias de malos tratos y torturas –al menos uno de ellos ha muerto en comisaría en los pasados meses— abundan. Muchísimos más han sido encarcelados en Israel, entre ellos la cuarentena de diputados de Hamás, en prisión desde hace dos años. Muheisen llamó a la población a desobedecer la orden del Ejército israelí. "4.000 inversores, musulmanes, cristianos y samaritanos, tienen intereses en ese centro comercial", precisó. Incluso el primer ministro, Salam Fayad, el dirigente palestino más mimado por Occidente, se sumó a la petición de desobediencia.

Los militares israelíes han registrado al menos siete mezquitas en los últimos días en Nablus, una entidad financiera, se han llevado tres autobuses escolares, y requisado ordenadores en decenas de instituciones. Y por si les faltara algo, en algunos pueblos alrededor de la ciudad han comenzado a recibir el impacto de cohetes caseros. Los lanzan los colonos judíos desde el asentamiento de Bracha, uno de los más extremistas en Cisjordania. No constan detenciones.

También andan muy cabreados en Ramala. El ministro de Sanidad, Fathi Abu Moghli, miembro del Gobierno prooccidental de Fayad, denunció que soldados israelíes allanaron el miércoles el hospital gubernamental, de ninguna manera vinculado a la red caritativa de Hamás. Buscaban historiales clínicos, según Abu Moghli, y destrozaron puertas y algunos equipamientos médicos. "Estas prácticas bárbaras no pueden justificarse bajo ninguna circunstancia. Sólo entorpecen el trabajo en los hospitales y atemorizan a los trabajadores y a los pacientes". En Hebrón, donde desde comienzos de año se han clausurado casas de cambio, comercios, orfanatos y escuelas, los soldados israelíes demolieron ayer dos casas.

Mientras, los moderados negociadores palestinos observan como el Gobierno israelí amplía los asentamientos en Cisjordania. El miércoles se licitaron más de 1.800 viviendas en la colonia de Har Homa y de Pisgat Zeev, en el Jerusalén ocupado. Son más de 3.000 desde que en noviembre de 2007 comenzaran en Annapolis las negociaciones entre el presidente Abbas y el primer ministro israelí, Ehud Olmert. La libertad de movimiento de los palestinos, sometidos a un asfixiante régimen de controles militares, tampoco mejora un ápice. La economía en Cisjordania, territorio que se quería convertir en un espacio de prosperidad que sirviera como ejemplo y de catapulta para la popularidad de Abbas, está estancada. Un ejemplo: una nueva compañía telefónica, que proporcionaría empleo a 2.500 trabajadores, lleva dos años esperando que las autoridades israelíes les concedan las frecuencias. Hay que escuchar los calificativos que dedican infinidad de palestinos de a pie a su presidente para adivinar quién puede sacar tajada de unas negociaciones de paz que no dan fruto alguno y de una represión de las fuerzas armadas israelíes que afectan a gran parte de la población.

El Gobierno israelí pretende desmantelar la red caritativa de Hamás para que el movimiento fundamentalista pierda respaldo popular. Eso dicen. No está nada claro que sea el método adecuado. Lo único que se observa en las calles de las ciudades cisjordanas es un despliegue notorio de policías palestinos. Muchos consideran que sólo hacen el trabajo sucio a Israel. Roni Shaked, analista político del diario israelí Yediot Ahoronot, asegura que esta ofensiva del ejército "contribuye a aumentar la popularidad de Hamás".

Mientras, en Gaza, la quebradiza tregua sufre pequeños pero continuos zarandeos. Ambos bandos la han violado. El Gobierno israelí anunció una apertura gradual de las aduanas de mercancías el 19 de junio. Sin embargo, apenas entran productos manufacturados, ni materias primas, ni materiales para el vital sector de la construcción. "No hay suficiente combustible, no hay suficiente comida, no hay suficiente de nada", asegura desde Gaza John Ging, el británico que dirige la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados. Tampoco casi nadie puede abandonar la franja. Ni siquiera los jóvenes a los que universidades estadounidenses han concedido becas Fullbright. Ayer, diplomáticos de EE UU se entrevistaron en el puesto fronterizo con los estudiantes para obtener sus visados. "Tememos no poder viajar a EE UU porque Israel no nos da los permisos", declaró Fida Abed, uno de los afectados. Los representantes consulares prometieron discutir el asunto con las autoridades israelíes.

Soldados israelíes han matado hoy a un joven de 18 años que se aproximó a la frontera. Los militares admitieron que la víctima iba desarmada, pero que hizo caso omiso de los disparos de advertencia. Poco tiempo después milicianos palestinos dispararon dos cohetes artesanales kassam contra territorio israelí sin provocar daños. La policía de Hamás, muy interesada en que el alto el fuego no se vaya al traste, detuvo a los milicianos que lanzaron los cohetes.

Funeral del joven palestino muerto a manos de soldados israelíes
Funeral del joven palestino muerto a manos de soldados israelíesAP

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