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"Si EE UU no cambia en Irak caerá como en Vietnam"

Los habitantes del primer país que derrotó a la superpotencia consideran que Washington sigue cometiendo los mismos errores

Los vietnamitas, concentrados en mejorar su nivel de vida, aseguran que "la página de la guerra está pasada" y que ahora "están satisfechos" con las relaciones que mantienen con Estados Unidos. Sin embargo, cuando miran a Irak ven que Washington sigue "sin aprender la lección" que recibió en este pequeño país del sureste asiático y comete los mismos errores. "Si Estados Unidos no cambia en Irak caerá como en Vietnam", se atreve a vaticinar el teniente general en la reserva, Le Thanh Tam.

Ciudad Ho Chi Minh (la antigua Saigón) es el mejor reflejo del avance capitalista en este país que sigue gobernado por el Partido Comunista, cuyos simpatizantes formaron el Frente de Liberación Nacional (FLN, la guerrilla que EE UU llamó vietcong), cuya resistencia obligó al Pentágono a abandonar Vietnam del Sur y permitió la reunificación nacional, en 1975. El lujo se asoma ahora por los escaparates de sus grandes centros comerciales y el naranja de los tejados de las pequeñas y abigarradas viviendas desaparece entre moles de cristal y hormigón.

El dólar se utiliza tanto como el dong. El Gobierno, para evitar la especulación con su moneda, ligó la suerte del dong al dólar, una vez que abrió las puertas, en 1986, a la economía de mercado. "Nuestra relación actual con Estados Unidos es de beneficio mutuo. El término que esta de moda es win-win (del inglés win, ganar). Todos ganamos", afirma Nanh, de 31 años y director comercial de una empresa internacional.

Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, en 1995, el régimen cortó las críticas a EE UU. Si se pregunta a los funcionarios sobre la guerra de Irak, para no adentrarse en terrenos pantanosos en un país donde no hay libertad de expresión, suelen contestar que no saben. Si se insiste, la mayoría sostiene "que hay muchas similitudes con Vietnam" y cree que "las tropas norteamericanas tendrán que irse antes o después".

"Lo que EE UU debería hacer es emplear la mitad de lo que dedica a la guerra de Irak en pagar las graves consecuencias de su agresión a Vietnam, sobre todo a los millones de afectados que siguen sufriendo por el agente naranja" (compuesto químico lanzado por los aviones norteamericanos para quemar la densa vegetación en la que se ocultaba los vietcongs), señala el teniente general Le Thanh, de 66 años y vicepresidente de la Asociación de Veteranos de Ciudad Ho Chi Minh, en cuya sede recibe a El País.

La gente joven ?el 60% de los 85 millones de vietnamitas nació después de la guerra- no quiere oír hablar del pasado. Para muchos de ellos, como Song, de 19 años y dependiente de una tienda de moda, "Estados Unidos es un país muy rico, con mucho éxito económico" y del que le gusta la "música, el cine y los helados", comenta riéndose. De Irak, dice que no sabe pero que "está mal" y que los vietnamitas "quieren que haya paz".

El espectacular crecimiento económico que está experimentado Vietnam ?una media del 7,5% anual en las dos últimas décadas- no sólo atrae inversores extranjeros sino que cada día son más los emigrantes vietnamitas que se plantean volver. Como Tony Lam Nguyen, que en la actualidad tiene nacionalidad estadounidense. Este antiguo soldado del Ejército de Vietnam del Sur fue de los primeros boat people que durante años inundaron el mar del Sur de China.

"Mi padre también había sido militar y aunque no nos encarcelaron tras la reunificación, el régimen sabía como castigarnos porque todo estaba racionado y los enemigos recibíamos menos. El hambre era tan atroz que no tuve más remedio que tirarme al mar", afirma. Era 1977 y tenía 26 años cuando huyó en una barca con otros nueve jóvenes. A los dos días les recogió un mercante de bandera panameña y, tras dos meses y medio en la entonces colonia británica de Hong Kong, obtuvieron asilo político en Estados Unidos.

Lam Nguyen viene ahora con frecuencia a visitar a su familia que sigue viviendo en la provincia de Quy Nhon, en la costa central del país. Vendida la cadena de lavanderías que montó en Houston (Tejas), se plantea volver. Como los vietnamitas, este antiguo soldado tampoco quiere mirar al pasado. "Ya no importa quien reunificó el país. Lo importante es que está unido. A nadie le gusta que vengan otros a gobernar su casa", dice y por ello se declara convencido de que la guerra que Washington libra en Irak "no merece la pena".

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