"El primer mundo tiene la máxima responsabilidad en el cuidado ambiental"
El encargado de la ONU para el Medio Ambiente en América Latina asegura los países más desarrollados deben de liderar el cuidado del planeta
Ricardo Sánchez Sosa (Villa Clara, Cuba, 1949) es el director para América Latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La semana pasada, estuvo al frente de la organización del 16º foro de ministros de Medio Ambiente de la región, que se celebró en República Dominicana. Sánchez Sosa cree que existe una voluntad general por cuidar el medio ambiente y que los países desarrollados tienen la máxima responsabilidad para solucionarlo.
Pregunta. ¿Cómo se entiende que haya menos bosques pero más áreas protegidas?
Respuesta. Porque hay una voluntad política en nuestros países de cuidar el medio ambiente, de fortalecer instituciones, de desarrollar la legislación. Pero el tema de los bosques no es tan sencillo como dictar una legislación. El modelo económico que teníamos en nuestros países ha estado basado en el uso intensivo de los recursos naturales y en la exportación de minerales, utilidades, petróleo,? y eso ha provocado un desarrollo apoyado en el uso de recursos naturales. Cambiar esta situación es muy complejo, sobre todo, en momentos en los que China e India han salido al mercado con demandas de soja, maíz, etc? Ya se ha detectado dónde está el problema; entre otras cosas, hay que mejorar el empleo y los ingresos de la gente.
P. ¿Están las áreas protegidas realmente protegidas?
R. Bueno, no todas, pero ya no es lo que había hace 10 años, que eran áreas de papel. Hay estrategias de manejo. Los presupuestos del Estado han aumentado y han crecido las áreas protegidas privadas. Ahora, no hay que separar este tema de otros como la lucha contra la pobreza, el desarrollo sostenible o el cambio climático.
P. ¿Cómo pueden los ministros de Medio Ambiente promover esos cambios que menciona, cuando dependen también de otros ministerios?
R. Uno de los temas que hemos discutido en el foro es el de la transversalización, es decir, que el tema ambiental esté en todas las políticas de desarrollo. En una estrategia de cambio climático tienen que participar varios ministerios. Debe ser una estrategia de país, que puede liderar el ministerio de Medio Ambiente.
P. ¿Cuánto les preocupa la reducción del agua disponible?
R. Hay problemas de calidad y cantidad. El manejo de cuencas y la protección de zonas marítimo-costeras son dos prioridades.
P. Menos agua, más basura, ciudades más grandes? El futuro no pinta muy bien.
R. Para resolver los problemas primero hay que identificarlos. América Latina se ha urbanizado extraordinariamente en la segunda mita del siglo XX. Tenemos el 78% de la gente viviendo en ciudades que han crecido de manera acelerada y sin planificación. Esto se está revirtiendo, pero no existen los recursos en las ciudades para resolver estos problemas. En cuanto a la calidad del aire, el ministro mexicano, por ejemplo, ha dicho que cambiar la calidad de los combustibles les cuesta 2.300 millones de dólares. Existe la planificación y la voluntad de hacerlo, pero tiene un costo que compite con la lucha contra la pobreza, y la desigualdad. La sostenibilidad ambiental es prioridad en los Objetivos del Milenio, pero no está sola, y la sábana es corta. Por eso es importante: un financiamiento para el desarrollo, que los países del primer mundo den el 0,7%, una lucha contra el cambio climático mediante financiamiento y la transferencia de tecnología para adaptarnos a sus efectos.
P. Todo esto suena al discurso del pago de la deuda ecológica.
R. Los ministros han expresado que existen unas responsabilidades comunes pero diferenciadas, y la máxima responsabilidad la tiene el primer mundo por tres razones: los países desarrollados crearon el problema, tienen la tecnología y tienen los recursos. Deben cumplir con su responsabilidad y transferir los fondos y la tecnología de manera creativa, flexible, rápida y sin condiciones.
P. ¿Cree que existe ese espíritu solidario en los países industrializados?
R. En algunos sí. España está incrementado sistemáticamente su ayuda al desarrollo: hay más, de manera flexible y sin condicionamientos. Es un ejemplo a seguir. Y para América Latina es muy importante esto. El resto de Europa se debería dar cuenta de ello.
P. ¿Cómo se convence a China para que sea solidaria?
R. Está haciendo mucho por su gente, porque es un país con millones de pobres, y es el que más ha avanzado en sacar a la gente de la pobreza. Evidentemente, también debe cumplir con el principio de las responsabilidades comunes. Deberíamos ayudarla a que no lleve a su sociedad el modelo de consumo que hay en el mundo desarrollado actualmente, que debería ser uno de consumo y producción sostenible en el que se ponga en primer lugar el crecimiento de las personas.
P. ¿En el caso de EE UU, un cambio de Gobierno traería más solidaridad con el medio ambiente?
R. La sensibilidad de la población norteamericana ha continuado creciendo notablemente. Ahora, ¿cuánto se tardan ellos en tener un programa de reducción acorde con lo que la comunidad internacional reclama? Es un problema por ver, pero el país está trabajando. California tiene un programa de disminución de un 50% de sus gases tóxicos. Esto demuestra que es posible.
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