Esperando a Obama
El aspirante demócrata conocerá los resultados del 'supermartes' en un hotel de Chicago
Todo está listo en Chicago para el gran día del candidato Barack Obama en el Estado de Illinois. Bajo la intensa nieve, muchachos de no más de 25 años piden a última hora el voto en las calles del centro de la ciudad. "Id a votar. Y votad a Obama", exclamaba ayer un joven afroamericano en plena milla de oro de la ciudad. A pesar del mal tiempo, cientos de voluntarios acuden religiosamente cada día a las oficinas del candidato enfrente de la torre Sears.
Estas modestas oficinas están permanentemente desbordadas. Los voluntarios ocupan mesas y despachos, se sientan en el suelo, y usan sus propios teléfonos móviles para llamar a votantes demócratas de todo el país. "Buenas tardes", dice Azizah Qahhaar, diseñadora gráfica de 31 años. " Soy voluntaria en la campaña del senador Barack Obama ¿Ha decidido usted a quién le va a dar su voto?". Entonces comienza una conversación en la que la voluntaria expresa por qué quiere que Obama tenga hoy la nominación asegurada.
"Obama cree en lo que dice", comenta a este diario después. "Puede cambiar el país. Tiene unos principios sólidos. Es honesto. Y ha trabajado con las comunidades más desfavorecidas". Qahaar habla con la convicción y la ilusión de una devota. Ella cree en Obama, porque Obama cree que es posible cambiar la sociedad estadounidense.
Los ciudadanos conocen el historial del candidato como trabajador social en los suburbios de Chicago en los años 80, cuando la ciudad vivía una guerra racial sin precedentes. Obama, como organizador comunitario, agrupó a vecinos que vivían en edificios construidos con amianto, un material altamente venenoso que se solía utilizar en la construcción entre los años cuarenta y setenta. Pidió que el Ayuntamiento creara bolsas de trabajo para los pobres. Vivió de primera mano los estragos del racismo y la segregación en los suburbios.
Acostumbrado a trabajar con parroquias, Obama decidió unirse a una iglesia mientras trabajaba de activista. Eligió la Trinity United Church of Christ, del reverendo baptista Jeremiah A. Wright, de la que también forma parte la megaestrella de la televisión Oprah Winfrey. Enérgico abogado de la causa negra, el reverendo Wright utiliza su púlpito para denunciar la tiranía del hombre blanco y decir a sus fieles: "que no os importe lo que piensen de vosotros, vuestro color de piel os lo ha regalado Dios". El lema de la congregación es "No nos avergonzamos de ser negros ni de ser cristianos".
Wright y Obama se conocieron en 1985, y comenzaron una estrecha relación espiritual. Cuando escuchó los sermones del reverendo, Obama se dio cuenta de que "sus historias eran nuestra historia, mi historia. La sangre que se ha derramado es nuestra sangre. Las lágrimas son nuestras también", según ha escrito en su biografía 'Sueños de mi padre'.
Obama nació en Hawai, se crió en Indonesia, estudió en Los Ángeles y se graduó en Nueva York. Su madre era blanca, de Kansas, y su padre keniano. Se vio privado de una identidad propia hasta 1985, cuando Chicago y Wright le hicieron descubrirse como afroamericano. Desde ese momento, Wright fue para Obama padre adoptivo y asesor.
Aun así, la relación ha tenido sus altibajos. Obama pasó el domingo en Chicago, antes de embarcarse en el último día de campaña. Su pastor dio uno de sus sermones a las seis de la tarde. El candidato no acudió a misa.
En los últimos meses, más que un apoyo, Wright ha sido un dolor de cabeza para Obama. La prensa conservadora de EE UU ha cargado contra el reverendo por su admiración y estrecha amistad con Louis Farrakhan, residente en Chicago y líder de la agrupación política estadounidense Nación del Islam. La Liga Contra la Difamación define a Farrakhan como un "antisemita", un "radical" y un "intolerante contra los judíos, blancos y homosexuales".
"El pastor Farrakhan no es un racista", gritaba el domingo Wright, vestido con un traje negro y ante una bandera roja, negra y verde, los colores del Panafricanismo. "Igual que yo no soy racista. No decimos que los negros seamos superiores a los blancos. Sólo que tenemos nuestra propia voz y nuestra propia historia". "Y el pastor Farrakhan es mi amigo, le pese a quien le pese", sentenció.
En su sermón, Wright canta, salta, gesticula, grita: no para un momento. Critica a Thomas Jefferson, tercer presidente de EE UU, "por ser un pederasta violador de niñas negras". Acusa a los europeos de "violar también a África y abusar de nuestra gente, sus esclavos". Es en ese momento, Wright es la encarnación del activismo negro y la incorrección política.
No es de extrañar que Obama se haya mantenido al margen en la recta final de la campaña y haya decidido poner tierra de por medio. En este momento, apoyos como el de Wright podrían costarle votos en muchos otros estados. Ahora sólo falta esperar a los resultados de la votación de hoy para saber si el próximo domingo sí que acudirá a dar gracias en la parroquia que le ha visto rezar en los últimos 20 años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.