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Liberados 30 rehenes, entre ellos 16 niños y 10 mujeres, tras un motín en Brasil

Los presos que estaban amotinados desde el martes en el Estado brasileño de Marañón entregaron ayer las armas que tenían en su poder y liberaron a los 30 rehenes, entre ellos 15 niños, un bebé de 11 meses y 10 mujeres. Los amotinados entregaron las dos armas con las que habían rendido a los guardias y permitieron la entrada de la policía al centro carcelario, informó el comando de la Policía Militar en Marañón.

El motín en el Centro de Custodia de Presos de Justicia de la ciudad de São Luis, capital de Marañón, comenzó cuando un grupo pequeño de presos intentó una fuga, que fue impedida por los guardias carcelarios.

Los frustrados prófugos iniciaron entonces una rebelión y, aprovechando las visitas de familiares por la jornada de celebración del Día de los Niños, tomaron como rehenes a 30 personas, entre ellos 16 menores y 10 mujeres. Durante la rebelión, los presos hicieron varios disparos e hirieron, aunque sin gravedad, a un guardia, una enfermera y dos internos.

Según las autoridades carcelarias, apenas 75 de los 192 presos del Centro de Custodia participaron en el motín.

Pese al hacinamiento del centro carcelario, que apenas tiene capacidad para 100 internos, los presos no protestaban contra las condiciones de reclusión sino contra la decisión de la dirección de transferir algunos condenados a una prisión de máxima seguridad en el lejano Estado de Mato Grosso do Sul.

El gobernador de Marañón, Jackson Lago, declaró en mayo pasado la situación de emergencia en el sistema carcelario regional y hace dos semanas, tras otro motín, anunció las transferencias con la intención de realizar obras para reformar las celdas.

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Como las autoridades se negaron a suspender las transferencias, el fin del motín fue posible después de que la esposa del líder de la rebelión, identificado como Bruno Monteiro da Silva, obtuviera de las autoridades carcelarias la garantía de que su marido no será transferido a una penitenciaría en otro Estado.

Monteiro da Silva, preso desde hace tres años por un asalto, ya fue retirado del presidio y trasladado a otra unidad que no se dio a conocer debido a que manifestó su temor a una venganza de los presos cuyos familiares fueron tomados como rehenes. Los motines, las fugas, las peleas entre bandas rivales y el hacinamiento son comunes en las cárceles brasileñas, que actualmente albergan 419.000 internos, pese a que su capacidad es para apenas 292.000.

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