Que le quiten lo bailado
Con ese artículo sobre Nixon terminan las colaboraciones de MVM en Tele/eXpres. El presidente se iba pero su vituperador español también. El primero por sus pecados, el segundo por contarlos. El país y el pobre periódico vespertino barcelonés no daban más de sí. Afortunadamente, aquel bloqueo duró apenas un año más. La carrera de MVM como periodista ya era larga pero en realidad acababa de empezar porque tenía ante sí grandes momentos de gloria. Con esta columna se cierra aquí la Hemeroteca de Agosto. Esos 31 artículos no estaban disponibles en Internet hasta ahora. A falta de una digitilización universal de nuestras hemerotecas, creo que valdría la pena que alguien se ocupara de hacer una buena y gran antología de aquel Manolo que escribía bajo la mirada atenta y la tijera afilada pero torpe de la censura.
Del alfiler al elefante
Por MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
En el plazo de unas horas puede saltar la noticia que significará el principio del definitivo fin de la vida política de Richard Nixon. El Comité Judicial de la Cámara de Representantes va a decidir si Nixon debe o no debe ser procesado por el caso Watergate. Todas las apuestas se dirigen contra el presidente. La mayoría del Comité es partidaria del impeachement y, según observadores próximos, esa mayoría puede repetirse e incluso ampliarse en las sucesivas votaciones general de la Cámara de Representantes y del Senado. El Tribunal Supremo ha dado el tiro de gracia a Nixon exigiéndole la entrega de todas las cintas que se había reservado. Tan importante fue esta decisión que hasta La Voz de América, emisora gubernamental, interrumpió sus programas para comunicarla a los oyentes.
La decisión del Supremo hay que completarla con la declaración del senador Hogan, republicano y conservador, nixoniano hasta anteayer y que de pronto ha anunciado su propósito de votar contra Nixon. Pintan bastos pues para el presidente, que se ha quedado más solo que el número uno, a punto casi de convertirse en el número cero. Una reciente fotografía le muestra sentado en un sillón, con las manos crispadas sobre los brazos del asiento y la mirada perdida en una mosca invisible para el espectador. Nixon ha convertido el caso Watergate en una cuestión personal y ha conseguido que todos le abandonaran y tomaran al pie de la letra el carácter individual del sucio asunto. Nixon ha dispuesto de salidas airosas, como las que aceptó Agnew y le salvaron de la cárcel. Pero Nixon las ha rechazado.
Los dos artículos que el Comité Judicial invocará para convocar el gran juicio, ponen a Nixon de vuelta y media. Se le acusará de haber mentido a las autoridades y al pueblo, de haberse interferido en las investigaciones del FBI y de la justicia, de haber sobornado a los implicados en el robo Watergate para que lo hicieran y o mixtificaran, de haber propiciado actividades ilegales protegido por la autoridad de la Casa Blanca. Son muchas acusaciones para un hombre solo, al que han abandonado desde los sostenedores económicos que le apoyan desde la posguerra mundial hasta los más conservadores miembros de su propio partido. Nixon está hoy políticamente muerto y de nada le ha valido la operación prestigio derivada de los éxitos en política exterior, más espectaculares que sustanciales. Como tampoco le ha valido el alargamiento exasperante del proceso que ha llegado a aburrir al público norteamericano y mundial.
Pero el proceso ha sido implacable y ahora sale del letargo de lo cotidiano para adquirir tonos de tragedia definitiva. Si no ocurre un milagro, Nixon será el segundo presidente de Estados Unidos juzgado por las Cámaras. Y de creer al jefe de la mayoría demócrata, de no ocurrir otro milagro, Nixon será el primer presidente de Estados Unidos obligado a abandonar el cargo por la sentencia de culpabilidad. En política las mentiras son gajes del oficio. Si no lo parecen prestan servicios inestimables, pero si se descubren arruinan cualquier carrera. Maestro de cinismo político, Nixon tendría que asumir plenamente su propia y desgraciada situación. Constructor de la guerra fría ayer y constructor hoy de la guerra congelada, que le quiten lo bailado.
26 de julio de 1974. Tele/eXpres
A Manuel Vázquez Montalbán, primera entrada del blog (21 de abril)
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