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El Banco Mundial denuncia que la mitad de Cisjordania está vedada a los palestinos

El número de controles israelíes sobre mecancías palestinas aumenta un 44% desde 2005

Un dirigente empresarial palestino aseguraba recientemente que transportar una caja de tomates desde Cisjordania a la franja de Gaza tenía el mismo coste que hacerlo desde China o Nueva Zelanda. No hay manera de moverse por el territorio palestino ocupado por Israel. Más de 500 controles militares y toda clase de barreras físicas, principalmente bloques de cemento en las carreteras, hacen inviable la libertad de movimientos y la actividad económica. El Banco Mundial (BM) constató ayer en un informe particularmente duro lo que las ONG israelíes y palestinas denuncian desde hace años. No importa que el Gobierno de Tel Aviv -presionado por la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice- firmara un acuerdo en noviembre de 2005 con el presidente palestino, Mahmud Abbas, para facilitar la circulación de bienes y mercancías. En el mes de marzo de este año, según el estudio del BM, el número de controles había aumentado un 44% respecto a la fecha en que se firmó el acuerdo.

Y eso en las zonas del territorio ocupado en las que pueden desplazarse. Porque, según el estudio del BM, los 2,5 millones de palestinos que residen en Cisjordania tienen prohibido el acceso a la mitad de este territorio. La carretera que transcurre paralela al río Jordán está prácticamente desierta, la ribera del río es zona vedada a los palestinos, y también los terrenos donde se alzan las colonias judías. Ayer, el diario "Maariv" informó de que una brigada acaba de recibir la orden para prohibir a toda persona con identificación palestina el acceso a las playas del mar Muerto. Todo ello en beneficio de unos 200.000 colonos que disponen de 700 kilómetros de carreteras exclusivas y de unos asentamientos en buena medida afincados sobre tierras privadas de granjeros árabes. Cisjordania esta fraccionada en tres regiones –norte, centro y sur-, además de una decena de enclaves cada vez más aislados unos de otros. Llegar a Jerusalén Este es también una tarea tan difícil que muchos sólo lo intentan en fechas señaladas del calendario musulmán.

No sólo son las barreras físicas las que convierten en un tormento desplazarse desde Nablus hasta Hebrón. Las autoridades israelíes ponen todo su empeño en impedir el tránsito a las personas mediante un arbitrario sistema de permisos oficiales. "Mientras los impedimentos físicos son la manifestación visible de la clausura de los territorios, los medios de impedir el movimiento son realmente mucho más complejos y están basados en un sistema de prácticas administrativas y permisos policiales que limitan la libertad de los palestinos para cambiar de casa, buscar trabajo, invertir en negocios o salir de la jurisdicción de sus municipios". Los estudiantes pierden infinidad clases por no poder acudir a la universidad; los traslados a hospitales se demoran horas y en ocasiones las personas fallecen en las ambulancias a la espera de la autorización para cruzar un control militar israelí; la actividad económica es una odisea.

"En términos económicos, las restricciones han creado un nivel de incertidumbre y de ineficacia que han convertido los negocios en una práctica extremadamente difícil y por tanto han bloqueado el crecimiento y la inversión necesarios para la revitalización económica", afirma David Craig, director del BM para Cisjordania y la Franja de Gaza.

Así las cosas, una reciente propuesta de la Administración de Estados Unidos para reanudar el corredor que uniría Cisjordania con Gaza se antoja demasiado prematura. El Gobierno de Ehud Olmert ha rechazado tajantemente la iniciativa temeroso de que los milicianos palestinos, fuertes en su bastión de la franja mediterránea, comiencen a fortalecerse también en Cisjordania. Israel aduce motivos de seguridad para negarse a levantar el más de medio millar de controles militares e impedimentos diversos que hacen imposible el tránsito entre las ciudades y pueblos de Cisjordania, sin atender a las enormes privaciones para la población palestina. Pero es una pescadilla que se muerde la cola. A más pobreza, más desesperación y más violencia.

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