Sarko-Ségo, el gran duelo
Esta noche será el gran duelo. Aseguran los expertos que en algunos casos ha resultado decisivo. Dicen que en 1974 Giscard d’Estaing venció a Mitterrand gracias a una frase que le quitó al candidato socialista la exclusividad de su mensaje social: “Usted no tiene el monopolio del corazón”.
Hay que ser muy escéptico respecto a la capacidad que tiene un debate de darle la vuelta a una situación decantada. El problema para Sarkozy es que no está claro que la situación esté decantada. El tiene la delantera, y por varios cuerpos, en las encuestas, en el brío de su campaña, en la caja de resonancia social, cultural y mediática. Es el favorito del poder y del dinero, en Francia y en el mundo. Pero puede derrapar en esta curva tan cerrada que es el debate televisivo y puede hacerlo precisamente por exceso de energía. Una frase desafortunada o un gesto inapropiado y luego todas las cajas de resonancia que han ido a favor suyo pueden expandir el eco de su fracaso en un detalle hasta convertirlo en una catástrofe.
Pero aún así tiene las mejores cartas en la mano. También es el mejor candidato ante las cámaras y bajo los focos. Sarkozy se ha convertido en un personaje de la prensa del corazón, un socio más de la élite popular en el mundo, que se codea con artistas, cantantes y millonarios (en su último mítin estaban Charlotte Rampling, Jean Réno, Johnny Halliday, Enrico Macias, Henry Salvador, Alain Prost y Richard Virenque, entre muchos otros). Ségolène tiene y juega una carta de gran potencia, pero que puede ser también su perdición. Una mujer y madre frente a un machito frenético. Habrá que ver si Francia quiere que una mujer entre en el Elíseo en función de titular, algo que jamás había sucedido antes, no en vano es el país que inventó la ley sálica. Por eso Sarko se ha guardado muy mucho de entrar al trapo como hicieron los barones socialistas y ha querido incluso dar la imagen de un hombre frágil y vacilante abandonado por esposa.
Para el primero de mayo había guardado unos recortes, unas citas, de Rossana Rossanda. En primer lugar, de un artículo publicado el 20 de abril en 'Il Manifesto', el diario que ella misma fundó, a propósito del proceso de constitución del Partido Demócrata. Disculpadme, pero por razones de economía de tiempo y de medios utilizo una traducción no muy buena de Sinpermiso:
- “El convidado de piedra de toda esta historia, quien ha sido asesinado y se espera sepultado, es la raíz socialista de la izquierda. El socialismo ha sido declinado de muchas maneras, pero una idea fuerte estaba en su base: la insoportabilidad política, a la luz de la modernidad, de un modo de vivir y de producir tan desigualador e instrumental como el capitalista, no regulado si no por el mercado”
- “’Todo ha cambiado’, es la letanía de los DS [Democracia de Izquierda, ‘sinistra’ en italiano], prontos a abandonar cualquier adjetivación no sólo comunista sino ‘socialista’ y aún de ‘izquierda’. Mas con eso abandonan también su base social histórica, la de los trabajadores dependientes, asalariados, no sólo obreros y empleados, sino también la figura de lo que Gramsci llamaba ‘bloque histórico de la revolución italiana’, hoy los declinantes campesinos y los ascendentes dedicados a los servicios y a la producción inmaterial, y los intelectuales”.
- “El derecho al trabajo y los derechos del trabajo han pasado a segundo plano respecto de la competitividad de la empresa”.
- “El declive de los grandes partidos de izquierda viene ante todo de la pérdida de confianza de los trabajadores en la capacidad y en la voluntad de esos partidos para defenderles”.
- “En esto ha tropezado el proyecto de Constitución europea y sobre esto calla también, embarazado, el futuro Partido Democrático”.
- “En sustancia, que no puede haber ya una política económica y social. Adiós política”.
Y en segundo lugar, de un libro de memorias cuyo título ya dice mucho, ‘La ragazza del secolo scorso’ (La muchacha del siglo pasado):
- “Cuando somos niños nos duele que se nos haya privado del pasado como sucede ya de viejos con el futuro”.
El artículo me temo que hará historia, como ya la han hecho las memorias. Pero sobre todo por su frase final: -
“Nos merecemos por anticipado la hegemonía del naciente Partido Demócrata, esto es, por bien que vaya, unas de las fases más aburridas de la historia de Italia”.
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