Un duro entre los duros del régimen Sadam
Taha Yasín Ramadán al Jizrawi, ajusticiado esta madrugada en Bagdad, pasaba por ser uno de los más duros del régimen de Sadam Husein, que le precedió en la horca hace casi tres meses. Nacido en 1938 en la ciudad norteña de Mosul, y de etnia kurda, Taha Yasín Ramadán consagró su vida a Sadam Husein, y a su régimen baazista de arabismo laico.
Simple empleado de banca en sus años adolescentes, se enroló en el ejército en 1956, y allí conoció a Sadam Husein, ya entonces miembro del clandestino Partido Baaz, que más tarde gobernó en Irak durante casi cuatro décadas. Ramadán era uno de los pocos que seguían vivos de los que participaron en el golpe de Estado de 1968 que llevó al Baaz al poder. Desde aquella fecha, escaló sin descanso los peldaños del partido laico panárabe, hasta llegar al Consejo de Mando Revolucionario, máximo órgano del país presidido por el mismo Sadam.
Se convirtió así en uno de los más fieles a Sadam y al número dos del régimen, Izzat Ibrahim al Duri. Otros llegaron y luego cayeron en desgracia, pero el triunvirato, Sadam-Al Duri-Ramadan, siempre se mantuvo muy sólido en un régimen que no cayó hasta 2003, tumbado por las tropas estadounidenses que acababan de invadir el país. El día que cayo el régimen, Ramadán ocupaba la vicepresidencia de la República, tercer cargo en importancia del régimen.
Fiel a Sadam
Antes de la era Sadam, Ramadán había alcanzado cierta notoriedad en 1970 como presidente del Tribunal Revolucionario que sentenció a 44 oficiales del ejército a muerte por conspirar para derribar el flamante régimen del Baaz, entonces encabezado por Hasan al Bakr. En tiempos de Sadam, ocupó varios cargos de importancia antes de llegar a la vice presidencia, entre ellos el mando supremo del Ejército Popular, un cuerpo paramilitar que existió hasta 1991. Fue en esa misma fecha, tras la guerra que Irak perdió contra una coalición multinacional, cuando Ramadán fue nombrado vicepresidente de la República.
Según acusaciones de los grupos iraquíes en el exilio, Ramadán utilizó sus nuevos poderes como vicepresidente para aplastar sin piedad las sublevaciones simultáneas que protagonizaron chiíes y kurdos en 1991, al creer que podrían derrocar a Sadam. Más tarde, cuando el país se encontraba agobiado por las sanciones económicas internacionales, Taha Yasín Ramadán volvió a hacerse famoso al ser uno de los que más obedientemente siguió las consignas de Sadam de "perder peso" para hacer ahorrar dinero al país. El número 3 se impuso una estricta dieta y llegó a perder 27 kilos, convirtiéndose así en un ejemplo para otros gerifaltes del régimen.
En esto como en todo, Ramadán demostró una fidelidad sin tacha a Sadam, y fue la voz dentro del régimen que insultó a los distintos gobernantes árabes, a veces en público, por su alineamiento con EE UU y las potencias occidentales. Ramadán fue él mismo objeto de varios atentados, siempre infructuosos, el último de ellos en 1997.
'10 de Diamantes'
Cuando cayó Sadam y con él su régimen, Taha Yasín Ramadán consiguió escapar durante cuatro meses, pero el 19 de agosto de 2003 fue capturado en su ciudad natal, Mosul, por milicianos de la Unión Patriótica del Kurdistán, el partido obediente a Yalal Talabani, que a la postre sería presidente de Irak.
La administración estadounidense le había asignado el 10 de Diamantes en la famosa baraja de los más buscados, y nada más detenerlo, los milicianos kurdos lo entregaron al ejército estadounidense entonces desplegado en Irak. Volvió a aparecer en público en 2005, cuando se abrió el proceso sobre el caso Duyail, por el juicio sumarísimo y la ejecución en 1982 de 148 chiíes de la población de Duyail, por haber perpetrado un atentado fallido contra Sadam Husein a su paso por el pueblo.
Taha Yasín Ramadán, que en los días del caso Duyail era el jefe del Ejército Popular, fue condenado por aquellos hechos a cadena perpetua el 5 de noviembre de 2006. Sus delitos: "participar en el asesinato de 148 chiíes", "crímenes contra la humanidad", y "decomiso ilegal de terrenos agrícolas y otras propiedades".
Poco después de conocerse la sentencia, el Tribunal de Casación recomendó agravarla y condenar a Ramadán a muerte, es decir, la misma condena que recibió el propio Sadam, su hermanastro Barzán Ibrahim al Tikriti, y Awad al Bandar, jefe del Tribunal Revolucionario que condenó a los 148 chiíes de Duyail.
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