Ejecutado el vicepresidente de Irak con el régimen de Sadam
Taha Yasín Ramadán ha sido ahorcado esta madrugada.- Era el 'número tres' del ex presidente iraquí en el momento de la invasión
Taha Yasín Ramadán, el que fuera estrecho colaborador de Sadam Husein, fue ejecutado en la horca a la 1.05, hora peninsular española, casi a la misma hora en que se cumplían cuatro años del inicio de la invasión estadounidense de Irak. Ramadán, que entonces ejercía como vicepresidente, fue condenado a muerte con el dictador y otros dos próximos colaboradores por su implicación en la matanza de Dujail. El tribunal de apelación confirmó la sentencia el pasado jueves.
Abogados y familiares del ex vicepresidente fueron informados anoche de la inminencia de su ejecución, según declararon fuentes próximas a la defensa citadas por las agencias de noticias. La familia habría pedido clemencia al presidente iraquí, Yalal Talabani, contrario a la pena capital y que según la Constitución tiene que firmar todas las sentencias de muerte. Sin embargo, tanto el Gobierno como la Fiscalía estiman que en los casos que juzga el tribunal especial el presidente no tiene derecho de veto.
“Los americanos han llamado al abogado de Ramadán para decirle que esté preparado porque le van a colgar a las dos y media de la mañana”, declaró a la agencia France Presse Badie Aref, que colaboró en la defensa de Sadam y ahora se ocupa del ex primer ministro Tarek Aziz. Según Aref, el ex vicepresidente se encontraba tranquilo y sereno, y pudo llamar a su familia para despedirse. “Les pidió que recen por él y les dijo que no tenía miedo a morir”, añadió el abogado.
Ramadán, un kurdo suní nacido en Mosul en 1938 en una familia de campesinos, se unió al Partido Baaz en 1956 y participó en el golpe de estado que le devolvió al poder en 1968, tras la fallida experiencia de 1963. Desde el principio se ganó fama de duro tras presidir el tribunal revolucionario que en 1970 ejecutó a 44 oficiales por conspirar para derribar el régimen. Ese mismo año creó el ejército popular, la milicia del partido. Pero su verdadera consagración se produjo cuando entró a formar parte del Consejo de Mando de la Revolución, la instancia en la que la oficialmente se tomaban las decisiones.
Un juicio con pocas garantías
A pesar de su proximidad a Sadam y su responsabilidad en ese órgano de dirección del régimen, tanto Human Rights Watch como el Centro Internacional para la Justicia Transitoria consideran que, además de las irregularidades del juicio, no se presentaron pruebas concluyentes que vinculen a Ramadán con la matanza de Dujail. De hecho, el tribunal especial que juzgó el asesinato de 148 chiíes de esa aldea en venganza por un atentado fallido contra Sadam en 1982, le condenó inicialmente a cadena perpetua, pero la corte de casación consideró que la sentencia había sido demasiado clemente y pidió su revisión.
El pasado 12 de febrero, después de que Sadam y otros dos de sus colaboradores hubieran sido ejecutados, el alto tribunal concluyó que Ramadán también merecía la muerte. Sus abogados apelaron, pero el pasado jueves la corte de casación ratificó la pena capital. Como en los casos precedentes, Amnistía Internacional considera que la ejecución de este alto responsable iraquí “niega la justicia” a la mayoría de las víctimas del régimen derribado, ya que aunque los juicios sigan adelante ellos ya no estarán presentes para oír sus acusaciones.
Desde la ejecución de Sadam el pasado 30 de diciembre, el juicio que se sigue por la utilización de armas químicas para exterminar a miles de kurdos durante los años ochenta, apenas ha suscitado interés. El pasado jueves, en vísperas de que se suspendiera el juicio hasta dentro de una semana, sólo una reportera asistía a la vista. De acuerdo con las denuncias de iraquíes que entonces estaban en el exilio, Ramadán si estuvo directamente implicado en esa operación, conocida bajo el nombre código de Anfal.
Las tres ejecuciones anteriores de altos mandatarios del régimen anterior también suscitaron fuertes críticas internacionales por la forma en que se llevaron a cabo. En el caso de Sadam, uno de los presentes grabó el ahorcamiento con la cámara de un móvil y lo colocó en internet. Así pudo saberse que los verdugos y algunos de los presentes insultaron al dictador pocos momentos antes de su muerte. Días más tarde, su hermanastro, Barzan al Tikriti, resultó decapitado porque el verdugo no calculó bien la longitud de la cuerda.
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