Unos parlamentarios poco amados por el pueblo

Sólo un 3% de los brasileños cree que sus parlamentarios (diputados y senadores) son un bien para la nación. O, lo que es lo mismo, para el 97% de los ciudadanos los legisladores no representan ni defienden al país. Son los datos ?preocupantes? que se desprenden de una encuesta realizada a nivel nacional por la revista Veja sobre la opinión popular acerca de los representantes del pueblo. Y suponen un toque de atención para la clase política brasileña.

Para el 80% de la población, los diputados y senadores son simplemente unos desconocidos. Según el 84%, los congresistas no hacen nada, y para el 52%, sólo un 10% de ellos pueden ser considerados “buenos”, es decir, honrados.

Cuando se trata de calificar a los legisladores, los adjetivos son elocuentes. El 55% los considera deshonestos; el 52%, insensibles, y el 49%, mentirosos.

El jueves se celebrará en el Congreso la elección, mediante voto secreto, del presidente de la Cámara de Diputados, que es la tercera autoridad del Estado después del presidente y del vicepresidente de la República. La lucha por el cargo promete ser reñida.

A él optan tres candidatos: por una parte, el actual presidente, el comunista Aldo Rebelo, que era el candidato del presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, hasta que el Partido de los Trabajadores (PT) presentó por sorpresa otro candidato, Arnildo Chinaglia, que representa la parte del PT más contaminada por los escándalos de corrupción en el partido durante 2005; el tercer candidato, Gustavo Fruet, que cuenta con el respaldo de una parte de la oposición, es el único no gubernamental.

Los pronósticos auguran la victoria de Chinaglia, que promete volver a luchar por un aumento del 91% del sueldo de los diputados, a pesar de que se encuentran entre los parlamentarios mejor pagados del mundo.

Ésta es una de las razones por las que la opinión pública confiesa percibir una imagen altamente negativa del Congreso, con el desgaste de la democracia que ello supone. Aunque, paradójicamente, de la encuesta también se desprende que los brasileños, a pesar de todo, continúan considerando que la verdadera democracia debería estar en manos de los representantes del pueblo.

La esperanza es que los nuevos diputados (46%) y los nuevos senadores (30%), elegidos en los comicios del año pasado, puedan de alguna forma renovar la imagen negativa que ofrece el Congreso. Según el sociólgo Demetrio Magnoli, los resultados del sondeo “no causan espanto”, ya que son más bien “fruto del actual estado de degradación moral del Parlamento”, afirma.