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"Beirut se ha transformado en una tenebrosa ciudad fantasma"

El último episodio de la crisis en Oriente Próximo se desató el 13 de julio. Israel respondió a la captura de de dos soldados y a la muerte de ocho en un ataque lanzado por la milicia integrista libanesa de Hezbolá bombardeando el país árabe. ELPAIS.es recoge testimonios de miembros de ONG que están viviendo el conflicto en primera persona.

Edith Karma, asistente del programa de UNICEF en Beirut

"Cuando caen los obuses, Beirut tiembla. Es como si cayeran en el patio trasero. Pero lo que más miedo da es que poco a poco parece que nos estemos volviendo cada vez más inmunes al sonido de los aviones israelíes sobrevolándonos y al trueno de las bombas. Según van pasando los días nos vamos acostumbrando al nuevo rostro de Beirut… La preciosa y vibrante ciudad se ha transformado en una tenebrosa ciudad fantasma. Hoy he visitado uno de los tantos colegios que se han convertido en refugios provisionales para muchas familias desplazadas y afectadas por el conflicto. Más de la mitad eran niños -el más joven tenía apenas 10 días-. Son niños robados de su candor y obligados a crecer apresuradamente. El día de la masacre de Qana estaba trabajando en un comunicado de prensa para UNICEF cuando, de repente, nos evacuaron de las oficinas, en la sexta planta del edificio de las Naciones Unidas, para dirigirnos hacia los sótanos. Una manifestación pacífica se había convertido en una demostración de furia. Durante las siguientes horas nos quedamos viendo los eventos por televisión en el sótano, mientras una muchedumbre violenta y enrabietada se apresuraba a destruir nuestras oficinas. Desde que estalló este conflicto hemos estado trabajando siete días a la semana, exhaustos por horas interminables, sin apenas tiempo para comer, llamar a nuestros seres queridos e incluso pensar. Nos hemos separado de nuestras familias y nos hemos trasladado a un hotel. Su sótano nos sirve de cuarto de enlace para organizar nuestro trabajo y así evitamos los peligrosos trayectos de ir y volver hacia nuestras respectivas casas. Queremos mantenernos en el corazón de la ciudad para concentrarnos y llevar a cabo nuestro trabajo, aunque esto signifique prescindir de nuestras vidas personales".

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