Lluvias torrenciales llevan a Honduras a decretar alerta roja
Cuatro muertos y miles de damnificados al desbordarse los ríos del norte del país
El Gobierno de Honduras, a través de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), anunció ayer que había decretado el estado de alerta roja o máxima emergencia, por las torrenciales lluvias que están afectando a la zona norte de esta nación centroamericana, una de las más pobres de Latinoamérica. Al menos cuatro personas han muerto ahogadas y miles se han visto damnificadas.
Las lluvias han afectado a todo el país, pero particularmente a las provincias del norte: Cortés, Yoro y Santa Bárbara, donde las inundaciones han arrasado más de 4.000 hectáreas de sembrados. En lo que va de semana ha habido al menos cuatro muertos por ahogamientos.
Las informaciones procedentes de Honduras indican una tendencia creciente. Las autoridades hablaban el martes de unas 1.400 personas damnificadas, pero ayer ya informaban de casi 900 familias, lo que supone un mínimo de 4.500 damnificados, en la zona norte hondureña. "Estas lluvias se han visto originadas por sistemas que han estado afectando al territorio de Honduras, propios de la temporada, y especialmente una vaguada que se centró en la parte noroccidental y que ha dejado mucha precipitación, especialmente en la zona donde nacen los ríos", explicó José Ramón Salinas, jefe de operaciones de Copeco.
Sin agua potable
Salinas agregó que esta situación "va a continuar, pero se espera una leve mejoría en el clima. Va a haber lluvias dentro del rango normal, pero, dada la cantidad de agua que tienen los ríos Ulúa y Chamelecón, mantenemos nuestra condición de alerta porque se pueden presentar desbordamientos". Las autoridades locales, como el alcalde de una población rural llamada Los Potrerillos, en Cortés, Valentín Ramírez, aseveró que lo más grave en su zona es la falta de agua potable para la población, ya que los pozos y las bombas suministradoras del servicio se han dañado. Además, acusa al Gobierno central de no haber realizado las mejoras de infraestructura necesarias para mitigar los riesgos, puesto que la zona se ve asediada todos los años en esta época lluviosa.
Otras poblaciones pobres, como las aledañas al río Ulúa —El Rastro, La Línea, La Bomba y Santiago—, adonde no se puede llegar porque el paso por carretera está obstruido por el desbordamiento del cauce, también están sufriendo desbordamientos. Sin embargo, sus autoridades municipales se quejan de que la mayoría de sus habitantes se niegan a ser evacuados y permanecen fuera de sus casas junto a sus pertenencias, por temor a la delincuencia.
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