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Al Zarqaui, la cara del terror en Irak

Era el hombre más buscado tras Osama Bin Laden y está considerado el autor del 90% de los atentados suicidas en el país árabe

El jordano Ahmad Fadil Nasal al Jalayla, más conocido como Abu Musab Al Zarqaui, de 39 años, era el enemigo número uno de EE UU en Irak. Desde principios de los noventa fue relacionado con actividades terroristas por las autoridades de Jordania, que lo encarcelaron y lo amnistiaron en 1999. Su paso por la cárcel radicalizó sus creencias religiosas, que le llevaron a Pakistán, Afganistán -donde contactó con Al Qaeda- y finalmente a Irak. Es considerado el autor de la mayor parte de los atentados antichiíes que han puesto a ese castigado país al borde de la guerra civil.

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Al Zarqaui nació en octubre de 1966 en Zarqa, una ciudad industrial azotada por la delincuencia al norte de Ammán, conocida como el Detroit de Jordania. Su familia era pobre y Al Zarqaui vivía con siete hermanas y dos hermanos. Su padre era un curandero tradicional y su madre luchaba contra la leucemia. Quienes le conocieron en la primera etapa de su vida le recuerdan como un delincuente común con apenas la educación básica. Con 17 años, dejó los estudios. Sus amigos dicen que empezó a beber mucho y a hacerse tatuajes, ambas cosas mal vistas por el islam.

Para cuando cumplió los 20 años era un ser a la deriva, según su familia, y, como otros jóvenes árabes en busca de una causa, puso sus miras al noreste, en Afganistán, adonde llegó en 1989 para unirse a la yihad o guerra santa contra los rusos. Pero ya era un poco tarde: los soviéticos se acababan de retirar de la zona. Así que en lugar de coger un fusil, Al Zarqaui cogió un bolígrafo. Se convirtió en reportero para una pequeña revista yihadista. Tenía 22 años, una estatura mediana y ojos negros y brillantes. Recorrió el país con un bloc, entrevistando a milicianos árabes acerca de las gloriosas batallas que él nunca vivió.

Al Zarqaui regresó a Zarqa en 1992 y, tras varios escarceos terroristas, fue detenido en 1993 por estar implicado en un complot para derribar a la monarquía jordana. Fue sentenciado en 1996 a 15 años de cárcel. Sin embargo, en 1999 salió por la amplia amnistía concedida por la ascensión al trono del rey Abdalá II. Su paso por prisión le proveyó del discurso religioso con el que lograría convertirse en un peligroso líder islamista radical.

Sus compañeros de celda afirman que Al Zarqaui convirtió su litera en una cueva, tapando los lados con mantas. Permanecía horas sentado, memorizando los 6.236 versos del Corán. Se paseaba con un traje afgano y un gorro de lana y vivía y revivía las viejas batallas de Afganistán. Sus compañeros recuerdan sus pesas hechas de trozos del marco de la cama y latas de aceite de oliva rellenas con piedras, y que no hablaba mucho, siempre con semblante serio. Precisamente en su firmeza residía su atractivo, según sus compañeros de celda. Su distanciamiento le otorgaba poder.

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En 1998, cuando Al Qaeda empezaba a surgir como una amenaza seria tras la voladura de dos embajadas de Estados Unidos en África, Al Zarqaui empezó a hablar de matar norteamericanos. Cuando en 1999 abandonó la cárcel por el perdón real, decidió ir a Peshawar, en Pakistán, en la frontera con Afganistán, adonde llegó a principios de 2000 acompañado por su madre moribunda. Mientras decidía lo que iba a hacer, su visado paquistaní caducó. Al poco, Jordania le condenó a muerte por planear atentados en ese país.

Con pocos sitios a los que acudir, en junio de 2000 cruzó la frontera de Afganistán solo. Allí, colaboró con los talibán tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington y adoptó su nombre de guerra, tomando Zarqaui por su ciudad natal de Zarqa. Fundó varias organizaciones islamistas radicales y consiguió aproximarse a Al Qaeda, con la que mantuvo desavenencias y reconciliaciones. En Estados Unidos hay variedad de opiniones acerca de la relación entre Al Zarqaui y Al Qaeda. El ex secretario de Estado de EE UU Colin Powell le describió como un agente de Al Qaeda, pero militares estadounidenses de alto rango aseguran que el terrorista jordano era "un componente autónomo de la yihad".

Ya en Irak, el hombre por el que EE UU ofrecía una recompensa de 25 millones de dólares, organizó atentados suicidas contra intereses chiíes, secuestros y decapitaciones. El principal enemigo a batir, el soldado norteamericano o el británico, pero también sus cómplices iraquíes: policías, soldados o políticos. En abril de este año el general estadounidense Rick Lynch le responsabilizó de más del 90% de los ataques suicidas en Irak. Era la persona más buscada del mundo después del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, y su lugarteniente, el médico egipcio Ayman al Zawahiri.

Abu Musab Al Zarqaui, en una foto distribuida por la página web 'Islamic' en octubre de 2004, a finales de los 80 en Zarqa, su ciudad natal.
Abu Musab Al Zarqaui, en una foto distribuida por la página web 'Islamic' en octubre de 2004, a finales de los 80 en Zarqa, su ciudad natal.EFE

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