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La tranquilidad se restablece en Timor-Leste mientras el Gobierno busca una salida a la crisis

El presidente y el primer ministro se encuentran reunidos para buscar una salida a la situación

La ciudad de Dili está tranquila. No hay disturbios ni saqueos. Los tiros son testimoniales. Los más de 2.500 soldados extranjeros, en su mayoría australianos, llegados a Timor-Leste a petición del Gobierno, han logrado por fin acabar con el caos en que estaba sumida la capital de este minúsculo estado desde que, el 28 de abril pasado, una manifestación de 596 militares expulsados del Ejército acabó a tiros, según informa desde Dili Miguel Mora. Bajo la violencia, asoma el descontento contra el primer ministro, Mari Alkatiri, que ha sido incapaz de mantener la seguridad y sacar de la crisis al país.

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Por eso, el resultado de la reunión que en estos momentos mantienen el presidente, Xanana Gusmão, y el primer ministro, Alkatiri, será clave para el fortalecimiento de la paz en la zona.

El pueblo pide al presidente que destituya al primer ministro para zanjar la crisis institucional que amenazaba con desatar una guerra civil, pero esta opción es poco probable. A la salida de la reunión, tocará esperar a ver cómo la digieren los rebeldes que han sembrado la violencia por el país estos días.

Ayer, el panorama era completamente distinto y parecía imposible que la relativa tranquilidad volviera a las calles en unas horas. Sólo la presencia de las fuerzas extranjeras evitó que la violencia se desbocara enloquecida un día más, tras unas últimas horas en que los machetes, los incendios de viviendas y la sangre recordaban a muchos las matanzas provocadas por las milicias proindonesias en 1999.

Por otra parte, el hambre empieza a aparecer con fuerza creciente. Miles de habitantes de Dili seguían ayer escondidos en misiones religiosas, iglesias y las calles más céntricas. No se atrevían a regresar a sus casas por miedo a las bandas. Los funcionarios de la ONU y sus diversas agencias, que tenían orden de evacuación, también salían ayer rumbo a Australia, cargados de impotencia.

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Un soldado australiano trata de calmar a la población, que intenta saquear un almacén de arroz.
Un soldado australiano trata de calmar a la población, que intenta saquear un almacén de arroz.EFE

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