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"Por las ruinas de la guerra neoliberal"

El subcomandante Marcos posee un capital político desconocido. Abandona su refugio selvático enfrentado con todos los partidos políticos, alejado de los intelectuales y después de haber disuelto su brazo político, el Frente Zapatista de Liberación Nacional, que es su más duro fracaso en el intento de crear redes civiles de apoyo a los rebeldes indígenas.

En 2001, cuando viajó desde las selvas del sureño Estado de Chiapas a la ciudad de México, lo hizo protegido por los cuerpos de seguridad del Gobierno y con el apoyo logístico del Partido de la Revolución Democrática (PRD), acérrimo enemigo del subcomandante y con el cual se disputa el liderazgo de la izquierda mexicana.

Pero el jefe rebelde, que ahora ha tenido que admitir que ha contado con escaso respaldo en la preparación de su nueva aventura, ha dicho que, "en México, vamos a caminar por todo el país, por las ruinas que ha dejado la guerra neoliberal y por las resistencias que, atrincheradas, en él florecen. Vamos a buscar, y a encontrar, a alguien que quiera a estos suelos y a estos cielos siquiera tanto como nosotros. Vamos a buscar, desde La Realidad hasta Tijuana [de frontera a frontera], a quien quiera organizarse, luchar, construir acaso la última esperanza de que esta Nación, que lleva andando al menos desde el tiempo en que un águila se posó sobre un nopal símbolo nacional] para devorar una serpiente, no muera".

Las ideas con las cuales el subcomandante deja su reserva estratégica contrastan con lo imperante en las comunidades de la zona controlada por los zapatistas, donde las divisiones son cada vez más numerosas, debido a que el EZLN ha mantenido a sus bases al margen de los recursos que el Estado destina a la región. Ha llegado incluso a mantener sistemas propios de salud, educación y registro civil para sus huestes, lo que crea núcleos marginales de población aislados del desarrollo nacional.

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