Un pequeño corazón a prueba de balas
La familia de un niño palestino muerto por un tiro de un soldado dona sus órganos a israelíes
No se sabe si Ahmed el Jatib era a sus 12 años uno de las decenas de chavales que arrojaban piedras a los soldados israelíes el pasado jueves en el campo de refugiados de Yenín, en la Cisjordania ocupada. Fuentes palestinas lo ponen en duda. Lo que está claro es que se entretenía, como tantos otros niños, con un fúsil de plástico. El Ejército israelí difundió fotografías del artilugio para demostrar cuán real parecía. Ahmed recibió al menos un disparo en la cabeza de un militar judío. Ingresado en Ramala, a las pocas horas fue trasladado con urgencia al Hospital Rambam de Haifa (Israel), mucho mejor equipado. De nada valió. O sí. Murió el sábado. Y sus padres decidieron inmediatamente donar sus órganos, sin importar la condición de árabe o hebreo del receptor. Es de esperar que seis israelíes le guardarán gratitud de por vida. El portavoz del hospital, Tzvi Ben-Yishai, explicaba ayer que los padres donaron los órganos para "acercar los corazones y acercar la paz".
Un bebé de seis meses y una mujer de 56 años compartirán el hígado de Ahmed, dividido en dos mitades tras su muerte. A una niña de 4 años y a un pequeño de 5 se les trasplantaron sus pulmones. El corazón de Ahmed late ya en el pecho de una menor de 12 años. Y otro de 5 tiene riñones casi nuevos, según informó ayer una emisora de radio israelí.
En medio del inmenso odio y violencia que corroe a palestinos e israelíes, hay precedentes de muestras de solidaridad semejantes en ambos sentidos. Aunque no abundan. Corría el verano de 2003 cuando Kaher Aude, un chaval palestino de 11 años, pereció al caer del tejado de su casa en Nablus. La familia donó los órganos a un hospital israelí de la ciudad de Petah Tikva, lo que dio origen al primer "trasplante dominó" en el Estado hebreo. Una niña judía de 13 años, que padecía una fibrosis, recibió el corazón y los pulmones. Y el corazón de la pequeña pudo trasplantarse a su vez a otro crío. También se implantaron los riñones del accidentado a otros dos menores. El padre de Kaher aseguró entonces: "Mientras el Ejército israelí mata a niños palestinos, nosotros damos vida a jóvenes israelíes". En muy similares términos se expresó ayer el progenitor de Ahmed.
Tamir Ashkenazi, portavoz del Centro Nacional de Trasplantes de Israel, afirmó en 2003 que el caso de Kaher fue el primero en el que un palestino hacía público ese acto de generosidad, y añadió que en varias ocasiones se habían trasplantado los órganos de víctimas israelíes de atentados suicidas a ciudadanos palestinos.
El primer ministro, Ariel Sharon, telefonéo ayer al padre del pequeño y le invitó a visitarle para darle el pésame. "Sharon me dijo que quería verme cara a cara para pedirme perdón personalmente", explicó Ismael Al Jatib, quien agregó que aceptará la invitación "si ello sirve a la paz y evita más muertes de niños". "Si voy le diré: para esta guerra por Dios, y deja a tus niños y a los nuestros vivir libres. Para la guerra que ha matado a mi hijo", recalcó Al Jatib.
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