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Fallece William H. Rehnquist, presidente del Tribunal Supremo de EE UU

El máximo cargo judicial estadounidense murió a los 80 años a causa de un cáncer de tiroides

El presidente del Tribunal Supremo estadounidense, William H. Rehnquist, ha muerto a los 80 años en su residencia en Arlington, en el estado de Virginia, según ha informado la portavoz del Supremo, Kathy Arberg. Una de las últimas apariciones de Rehnquist, magistrado del Supremo desde hace más de 30 años, fue el pasado mes de enero, cuando tomó juramento a George W. Bush como presidente tras su reelección a finales de 2004.

Este jurista perseverante, rostro del poder judicial estadounidense durante 33 años, murió en presencia de sus hijos James, Janet y Nancy en su residencia de Arlington (Virginia), cerca de la ciudad de Washington. Arberg ha informado en un comunicado que el magistrado falleció tras una larga batalla contra un cáncer de tiroides que le fue diagnosticado en octubre de 2004. Arberg ha precisado que el veterano jurista atendió a sus obligaciones hasta que experimentó un súbito empeoramiento en su enfermedad hace dos días.

El presidente Bush recibió en la Casa Blanca la noticia del deceso del magistrado que enfermo, pero mostrando una enorme fortaleza, abandonó temporalmente su reposo y tratamiento médico para tomarle el juramento de su segundo período de cuatro años al frente del Gobierno de EEUU en enero pasado. "El presidente Bush y su esposa (Laura) están profundamente tristes por esta noticia", dijo en un comunicado el consejero de la Casa Blanca Dan Bartlett. Añadió que el mandatario considera la muerte de Rehnquist "una tremenda pérdida para nuestra nación".

El juez que dio la victoria a Bush

Nacido en Wisconsin y graduado como número uno de su promoción de la prestigiosa escuela de Derecho de la Universidad de Stamford en 1952, trabajó primero como abogado particular, para entrar en el departamento de Justicia en 1969. Ya en 1971, fue nombrado magistrado del Supremo por el entonces presidente Richard Nixon y luego fue ascendido al frente del mismo en 1986 por el presidente Ronald Reagan. Fuertemente conservador y responsable de un marcado giro a la derecha del Supremo durante su mandato, Rehnquist presidió, entre otros, el juicio al presidente Bill Clinton, en 1999, en el que se pretendía su destitución por supuesto perjurio en el escándalo de su relación extramatrimonial con la ex becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky.

También presidió el contencioso entre Bush y Al Gore tras las elecciones de 2000, y puso fin al interminable recuento de papeletas, en el que los demócratas denunciaron fraude en el estado de Florida, y que se definió a favor del actual mandatario George W. Bush. Asimismo, Rehnquist fue clave en la adopción de decisiones que atenuaron los poderes del gobierno federal y fortalecieron el de los 50 estados de EE UU.

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El presidente número 16 del Supremo, Rehnquist pasará a la historia como uno de los juristas más conservadores de la historia del Supremo en un tribunal muy dividido en contenciosos como el aborto, la pena de muerte o la separación entre Iglesia y Estado. Así, se unió a la mayoría conservadora para permitir un aumento de los fondos públicos para las actividades religiosas. En 1973, se opuso a una ley que permitía a las mujeres el derecho constitucional al aborto, mientras que en 2003 se puso en contra de una ley sobre los derechos de los homosexuales.

La muerte del presidente del Supremo crea una segunda vacante en ese tribunal en menos de dos meses. El 1 de julio pasado presentó su renuncia la juez Sandra O'Connor, lo que obligó a Bush a proponer la candidatura de John Roberts -también muy conservador, lo que ha desencadenado polémica entre los partidos republicano y demócrata- el 20 del mismo mes para esa vacante. Los cargos del Supremo son vitalicios -salvo renuncia- y, dado el carácter "constitucional" de este tribunal, los nueve magistrados que lo componen tienen un papel determinante en la vida política y social de Estados Unidos, ya que sus decisiones son inapelables.

Los candidatos para el Supremo, deben ser propuestos por el presidente de EE UU y confirmados por el Senado. Se espera que la vacante dejada por Rehnquist sea aprovechada por el presidente para añadir otra voz conservadora al Supremo.

William H. Rehnquist, en una imagen tomada en diciembre de 2003.
William H. Rehnquist, en una imagen tomada en diciembre de 2003.AP

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