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Carlos y Camilla culminan 35 años de relación con una austera boda civil en Windsor

Tras el enlace, la pareja recibe la bendición de la iglesia anglicana en una discreta misa en el castillo de Windsor

Después de 35 años de amor más o menos secreto, superadas mil y una reticencias y con un día de retraso sobre la fecha prevista, el príncipe Carlos de Inglaterra y Camilla Parker-Bowles se han casado hoy pasadas las 13.30 (hora española) en el Ayuntamiento de Windsor, en una sencilla y corta -ha durado 20 minutos- ceremonia civil sin el glamour que se espera de una boda real y sin la presencia de la madre del heredero de la Corona británica y reina de Inglaterra, Isabel II. Un selecto grupo de 23 personas, compuesto por familiares y amigos de la pareja, han presenciado la unión civil.

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Carlos de Inglaterra y el amor de su vida, Camilla Parker-Bowles, ya con el título de duquesa de Cornualles, han salido del Ayuntamiento de Windsor convertidos en marido y mujer. Vestida ella con un elegante traje por debajo de la rodilla de color perla con gabán a juego, combinado con pamela y zapatos de color beige, y él de chaqué, ambos han saludado brevemente a la riada de curiosos que les esperaba a la puerta del Ayuntamiento antes de volver al castillo de Windsor, donde se ha celebrado una escueta ceremonia religiosa oficiada por el arzobispo de Canterbury.

De los privilegiados testigos de la boda civil han destacado por encima de cualquier otro los dos hijos de Carlos, los príncipes Enrique, de 20 años, y Guillermo, de 22. Este último ha ejercido de testigo junto al hijo de Camilla, Tom. Los hermanos de Carlos, la princesa Ana y los príncipes Andrés y Eduardo, así como los familiares más cercanos de Camilla, también han asistido al enlace.

Su llegada al Ayuntamiento en un lujoso Rolls-Royce Phantom VI de 1962 que perteneció a la Reina Madre ha sido acogida con aplausos y gritos de alrededor de 15.000 personas que se han desplazado desde primera hora al pequeño pueblo a las afueras de Londres para seguir la boda en directo. En medio de fuertes medidas de seguridad y un frío más propio del invierno que de la primavera, cientos de súbditos británicos han portado carteles en los que se podía leer "Que Dios los bendiga", "Dios salve a la Reina", "El que no haya pecado que tire la primera piedra" o "Buena suerte para los dos", que colgaban de las vallas de contención instaladas en las principales calles de Windsor.

Fidelidad y perdón por los pecados

Al termino de la ceremonia civil, la pareja de recién casados se ha traslado de vuelta al castillo de Windsor para asisitr al acto religioso en la capilla de San Jorge al que sí ha acudido la reina y otros 700 invitados, entre los que ha habido representantes de distintas casas reales europeas así como una nutrida representación de la clase política británica, con el primer ministro, Tony Blair, a la cabeza. La familia real española anunció hace días que no asistiría a la ceremonia.

Sonrientes, el heredero del trono británico y la duquesa de Cornualles han entrado del brazo en la capilla, donde les esperaba la familia real británica al completo. Para este último acto, Camilla ha cambiado el elegante traje perla del enlace por un vestido largo de tono azul grisáceo, con reflejos dorados, y un adorno de espigas en el pelo. Juntos de la mano han llegado al altar, donde se han jurado fidelidad. Además, tal y como estaba previsto, la pareja ha pedido perdón por los pecados del pasado, es decir, por sus respectivos divorcios, a través de un ritual que ha consistido en que todos los asistentes han leído en voz alta un pasaje del Libro de la Oración Común, de 1662, que reza: "Seriamente nos arrepentimos y de todo corazón pedimos perdón por nuestros pecados. Su recuerdo nos aflige, su carga es intolerable". Después de recibir la bendición de la iglesia anglicana, la pareja y el resto de invitados han acudido a un banquete ofrecido por la reina Isabel II. Al término de la comida, los contrayentes partirán de luna de miel a Escocia y esta misma noche dormirán en la mansión Birkhall, una propiedad construida en 1715 que perteneció a la reina madre, dentro de las dependencias del castillo de Balmoral.

Los recién casados abandonan sonrientes el Ayuntamiento de Windsor.
Los recién casados abandonan sonrientes el Ayuntamiento de Windsor.REUTERS

"Tengo que anunciar dos cosas"

Buena muestra de que la reina Isabel II siempre ha marcado distancias con Camilla, en un claro gesto de desdén hacia la relación que ha mantenido con su hijo durante las últimas tres décadas, ha sido el discurso que hoy ha dedicado a la pareja en la recepción posterior al enlace. En una breve alocución en el castillo de Windsor, la soberana ha comunicado, antes que nada, el nombre del caballo ganador del Grand National, la carrera hípica con obstáculos más importante del mundo: "Tengo que anunciar dos cosas de gran importancia"; "la primera es que Hedgehunter ha ganado el Grand National. Y la segunda -ha continuado- es que pese a 'Becher's Brook' y 'The Chair' (obstáculos que deben sortear los jinetes en esa carrera), y otro tipo de obstáculos terribles que mi hijo se ha encontrado, ha logrado superarlos y me siento muy orgullosa y les deseo lo mejor".

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