Los republicanos esperan mantener su ventaja en el Congreso

Oscurecidas por la espectacularidad de un duelo al estilo del salvaje Oeste, dos hombres cara a cara, apenas se ha hablado —al menos en España— de unas elecciones a priori tan importantes como las presidenciales, y que se celebran también esta noche: las legislativas que renuevan toda la Cámara de los Representantes y un tercio del Senado. En ambas dominan los republicanos, que esperan mantener su ventaja.

La Cámara Baja tiene 435 escaños —la mayoría está en 218—, y se renueva entera cada dos años. En los dos últimos, los republicanos sumaban 229 asientos, frente a los 206 (en realidad 205, pero hay un independiente que vota siempre con ellos) de los demócratas. La tradición y los sondeos indican que la mayoría de los congresistas renovarán su mandato; sin embargo, hay 29 escaños reñidos: 17 republicanos y 12 demócratas.

En el Senado hay 51 republicanos y 48 demócratas; en este caso, el único independiente suele votar también con los demócratas. Se renueva un tercio de la Cámara Alta, que corresponden a 15 republicanos y 19 demócratas, aunque en realidad sólo peligran 3 asientos de los primeros y 5 de los segundos.

Además, esta noche se elige a 11 de los 50 gobernadores; en la actualidad, 27 son republicanos y 23 demócratas. De los que están en juego, seis son demócratas y cinco republicanos, y según los sondeos, los primeros podrían perder dos y los otros sólo uno.

Las elecciones al Congreso (la suma de las dos Cámaras) son fundamentales, puesto que atan o dejan libres las manos del presidente a la hora de sacar adelante su programa electoral. En esta cita, los republicanos apuestan por reforzar la mayoría que tienen en la Cámara de Representantes, y desde luego no entra en sus planes perderla. En el Senado aspiran a mantener la ligera ventaja con la que cuentan.

Así las cosas, si John Kerry resultara elegido se enfrentaría a un Congreso hostil. Todas las leyes se hacen y deben ser revisadas por el Congreso. Sin embargo, la disciplina de partido es flexible, y los congresistas son libres de votar las políticas que crean mejores —a menudo, mejores para asegurar su reelección—.