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Le Pen resucita los fantasmas de la inmigración y la inseguridad de cara a las elecciones regionales

La sombra del líder del Frente Nacional planea favorecida por la fuerte abstención prevista

Favorecida por la fuerte abstención augurada y el descontento social, la sombra del ultraderechista Frente Nacional (FN) planea sobre las elecciones regionales y cantonales francesas, pese a la ausencia en la liza de Jean-Marie Le Pen.

Fieles a sus recetas tradicionales, el FN y su líder han vuelto a interpretar el papel de mártires del "sistema UMPS", en alusión a la gobernante Unión por un Movimiento Popular (UMP) y al opositor Partido Socialista, y a resucitar los fantasmas de la inseguridad y de los peligros de la inmigración.

Una nueva "sorpresa" electoral

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Una vez más, Le Pen ha profetizado una "nueva sorpresa" electoral, a imagen de la que protagonizó el 21 de abril de 2002, cuando apeó al socialista Lionel Jospin de la carrera a la presidencia francesa, que disputó y perdió frente a Jacques Chirac.

Entonces, Le Pen obtuvo el nada despreciable 16,86% de los votos, pese a que prácticamente todas las fuerzas políticas, salvo la ultraizquierdista Arlette Laguiller, de Lucha Obrera (FO), hicieron piña con Chirac.

Aunque es difícil que el FN pueda hacerse con alguna presidencia de las 26 regiones en juego en los comicios de los próximos días 21 y 28, ningún experto electoral toma a la ligera la hipótesis de que mantenga o incluso mejore sus resultados de 2002.

Un gran descontento social

En esta cuarta edición de las Regionales, que por primera vez se celebran a dos vueltas, la cuestión es saber si el fuerte descontento social (más de un elector de cada dos dice que aprovechará para sancionar la política gubernamental de Jean-Pierre Raffarin) y la elevada abstención (el 67% de los franceses no está interesado por estas elecciones) beneficiará o no a la ultraderecha. Además, tras los comicios se desvelará si la posible ola ultraderechista se queda confinada al norte, este y sureste de Francia o si consigue traspasar la resistencia del oeste rural y católico del país. Tradicionalmente apoyado por obreros y comerciantes, el mensaje de Le Pen comienza a calar entre el sector rural y el campesinado, algo de lo que el líde del Frente Nacional se ha jactado en varias ocasiones.

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