Al menos 45 muertos durante un motín en una cárcel brasileña tras un intento de fuga
El arzopispo del estado en el que se encuentra la prisión cifra en 45 el número de víctimas
La Policía Militar brasileña ha confirmado que al menos 45 cadáveres han sido localizados en patios y calabozos de una prisión de Puerto Velho, capital del Estado brasileño de Rondonia Porto Velho, y que, además, hay una veintena de heridos tras un sangriento motín que ha durado 15 horas.
Sin embargo, las cifras de víctimas mortales en el penal, llamado Urso Branco, son confusas. Según la lista entregada por los reclusos a los periodistas congregados alrededor del centro penitenciario, al menos 40 personas han muerto en el motín, desatado la mañana de ayer hora local. Esta cifra contradice la facilitada por la Superintendencia de Asuntos Penitenciarios, que cifra en 28 el número de reclusos fallecidos.
Pero la Policía Militar, que no intervino hasta negociar con los cabecillas del motín las condiciones para su entrada en el penal Urso Branco, ha localizado al menos 45 cadáveres.
Por su parte, el arzobispo de ese Estado, Moacyr Grecchi, que entró en el penal después de que las autoridades recuperaran el control, dijo haber visto "escenas terribles" producto de una "auténtica carnicería".
Grechi aseguró que "personalmente" contó "por lo menos 45 muertos" y declaró estar convencido de que la identificación de muchos de los fallecidos "será muy difícil", por la gravedad de las heridas.
Según las autoridades, la rebelión comenzó de madrugada, después de que los guardias impidieran la fuga de diez detenidos. En ese primer incidente, cinco presos resultaron heridos de bala y, aprovechando la confusión, unos 300 de los 900 que alberga el penal iniciaron la sangrienta
rebelión, que fue controlada después de 15 horas, a medianoche hora local (3.00 en España).
El superintendente de Asuntos Penitenciarios de Rondonia, Abimael Araújo dos Santos, atribuyó la matanza a un enfrentamiento entre dos bandas rivales que se produjo en el transcurso del motín.
Los 300 presos que trataron de fugarse protestaban contra las condiciones en que viven los presos de esta prisión y contra las últimas decisiones del Poder Judicial, que limitan la circulación de los presos en el interior del centro.
Decapitados por sus compañeros
"Hay presos decapitados, otros fueron ahorcados y muchos de ellos fusilados por sus propios compañeros", ha declarado al diario electrónico Rondonia Agora un guardia que fue tomado como rehén por los presos junto con otros nueve agentes. "Había cuerpos colgados de las rejas de los calabozos y muchos otros estaban amontonados dentro de las celdas", ha añadido.
La cárcel de Urso Branco, situada en la periferia de Porto Velho, tiene los mismos problemas de hacinamiento que la mayoría de las 300 cárceles que existen en Brasil, un país cuyos penales figuran en las "listas negras" de todos los organismos internacionales de derechos humanos.
Cerca de 900 detenidos se hacinaban en espacios originalmente destinados a albergar a 320 presos, según han manifestado portavoces de la Comisión de Justicia y Paz de la Archidiócesis de Porto Velho.
Según fuentes citadas por la prensa regional, dentro del penal se temía por el estallido de una rebelión desde el pasado 20 de diciembre, cuando un juez ordenó que los presos permanecieran encerrados en sus calabozos los días 31 de diciembre y 1 de enero. El juez Arley Silva da Costa explicó que tal decisión tenía como objetivo impedir intentos de fuga, habituales en la época de fin de año.
Varios grupos defensores de los derechos humanos han calificado ya el suceso de "carnicería" lo ocurrido tras los muros del presidio de Urso Branco.
Los disturbios en prisiones de Brasil son bastante frecuentes, y generalmente se producen a causa de las pésimas condiciones de vida de los presos y por las torturas a manos de las autoridades.
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