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PERFIL | ADOLFO RODRÍGUEZ SAÁ

Adolfo, el consolador

'Los peronistas no son buenos ni malos', decía Jorge Luis Borges, 'son incorregibles'. Y Adolfo Rodríguez Saá, abogado, de 54 años, casado con la profesora de inglés María Alicia Mazzarino, católico, padre de cinco hijos, es, en todos los sentidos, literarios y políticos, un peronista de molde. En su sangre se mezclan la tierra y la esencia del partido. Probablemente todo estaba allí cuando el patricio y guerrero Juan Saá hacía el amor con la bella aborigen conocida como Feliciana en los entretiempos de la resistencia al dictador porteño Juan Manuel de Rosas. Don Juan fue gobernador de San Luis en 1860.

Casi 150 años más tarde, podría decirse que El Adolfo no gobierna, dirige con espíritu democrático un territorio que le pertenece, como otros caudillos y familias que administran provincias argentinas. Pero si hace falta el voto popular, que legitima todo, ahí está: en 1983 obtuvo el 40,49%. Desde entonces, le reeligieron en 1987, con el 52,12%, en 1991 (50,51%) y en 1995 (71,75%).

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El régimen de Promoción Industrial que benefició con impuestos a las empresas de San Luis, las obras públicas y la construcción de viviendas, le permitieron mantener una baja tasa de paro cuando todo el país estaba en recesión. Ratificó su liderazgo con el 54,9% de los votos en 1999. La decadencia del menemismo le quitó mérito a su gestión y aire a sus ambiciones presidenciales. Debió resignarse en las primarias peronistas ante Eduardo Duhalde, que a su vez perdió las elecciones de diciembre de 1999 ante De la Rúa. La reducida, sometida y siempre amenazada oposición provincial dice de que es un 'dictador' y un 'demagogo', dueño de una formidable fortuna tras casi 20 años como gobernador. Él admite que colocó al frente de la Corte Suprema provincial, máximo tribunal, a un abogado amigo, ¿pero acaso no hizo lo mismo Menem, uno de sus referentes, en la Corte Suprema del país?

Los escasos pero obstinados críticos de Rodríguez Saá disfrutaron de un momento único entre 1992 y 1993. Primero se comprobó que la gobernación repartía libros de texto en la escuela pública con fotos suyas y frases del tipo: 'El gobernador aceptó gustoso el desafío de hacer grande a la provincia y feliz a su pueblo'. Al año siguiente, después de estar casi un día desaparecido y de regresar a casa en horario nocturno con un ojo amoratado, denunció un 'intento de secuestro' organizado por su amante, Esther La Turca Sesín. Ella negó toda responsabilidad, sólo admitió que estaba con el gobernador en un hotel por horas haciendo algunas 'cositas' cuando llegaron dos hombres. El escándalo nacional duró tres meses. Se anunciaba la publicación de unas fotografías en las que podía verse a El Adolfo compartiendo algunos juegos con aparatos para la estimulación sexual. Al fin, nadie vio nada y La Turca Sesín fue condenada a 12 años de prisión por extorsión. Un asunto que desde ayer se trata nuevamente en público, pero ya en tono de broma.

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