Un 'carabiniere', herido al explotar una carta bomba en Génova en vísperas de la cumbre del G-8

Un joven acudió ayer por la mañana a unas dependencias de los carabinieri en el centro de Génova y entregó una carta con destinatario genérico al agente que estaba de guardia en ese momento, Stefano Storri, de 20 años, quien, de acuerdo con las normas internas, la abrió.

En ese momento, un explosivo de escasa potencia se activó, causando al militar una lesión de la córnea en el ojo derecho, así como múltiples heridas y quemaduras de primer y segundo grado en el rostro, en el hombro derecho y en las dos manos.

Por la tarde, el agente fue trasladado en estado "grave" al departamento de quemados del hospital San Martino. Aunque parece que su vida no corre peligro, tendrá que ser intervenido por lesiones en el ojo derecho. En un primer momento, sus heridas habían sido calificadas de leves.

El suceso, que aún no ha sido reivindicado, ha creado una gran alarma en una ciudad que vive con preocupación la llegada de miles de opositores contra la globalización y la política del G-8, muchos de los cuales están ya allí y participan desde hoy en las actividades del llamado Génova Social Forum (GSF), que agrupa a más de 800 organizaciones.

En esta contracumbre y en un clima de asamblea se debatirán los mismos asuntos que en la reunión del G-8, como la pobreza en el mundo, la deuda exterior, el comercio internacional, la evolución del medio ambiente y la prevención de conflictos.

Los promotores del GSF esperan reunir en los días de la cumbre a unas 100.000 personas, para demostrar pacíficamente su rechazo al G-8, que congregará en Génova a los presidentes de Estados Unidos, Rusia y Francia y los primeros ministros de Italia, Alemania, Reino Unido, Canadá y Japón.

Dispositivo de seguridad

Por contra, el Gobierno italiano ha preparado un dispositivo de seguridad que implica el despliegue de unos 18.000 policías y militares, así como la división de la ciudad en varios anillos de seguridad, con pases restringidos en algunos casos a los integrantes de las delegaciones y los periodistas.

A estas medidas se une el cierre de las estaciones ferroviarias de Génova y la suspensión durante ocho días del Tratado de Schengen, que entró en vigor el pasado sábado y que tiene por objeto controlar en las fronteras italianas a todos los que deseen entrar en el país, aunque sean ciudadanos comunitarios.

Ello permitirá rechazar la posible entrada de activistas sospechosos de alterar la seguridad de la cumbre, una minoría muy reducida entre todos los que se esperan que lleguen a la ciudad genovesa.

La explosión de la carta en el local de los carabinieri ha alterado el estado de ánimo de todos y, así, el ministro del Interior, Cladio Scajola, manifestó que se trata de un episodio "gravísimo, atribuible a una franja minoritaria", que ha vinculado a movimientos anarquistas.

"Es un hecho que quiere hacer crecer la tensión en vista de la cumbre. El Estado y las fuerzas del orden tienen los nervios sólidos y consentiremos a los manifestantes que desarrollen sus actividades, pero estaremos en guardia para controlar que no haya violencia", precisó Scajola.